domingo, 24 de enero de 2010

Have Trumpet, Will Excite

Lo primero que llama la atención al aficionado que se acerca a Have Trumpet, Will Excite —a pesar de lo odioso de las comparaciones— es que fue grabado y publicado en 1959, el mismo año en que Miles Davis hacía lo propio con Kind Of Blue. Mientras Davis revolucionaba el jazz con aquel trabajo taciturno y perfecto, Dizzy Gillespie reincidía en lo ya conocido y hecho mucho mejor hacía años por los dos trompetistas, Charlie Parker, Max Roach, Thelonious Monk y unos cuantos privilegiados más. ¿O quizá esta afirmación es injusta?

Digámoslo desde ya: Have Trumpet, Will Excite no se acerca ni de lejos al majestuoso Kind Of Blue, pero estamos hablando de carreras y músicos diferentes, cada cual con su sensibilidad particular. Gillespie y el bebop fueron influencia esencial en Davis, aunque el genio de éste le llevaría a lugares a los que nadie pudo llegar. El músico de Carolina del Sur estaba más interesado en los ritmos afrocubanos y su carácter era más expansivo que el de Miles Davis. Nada tiene de malo, además, profundizar en tu estilo, cuando éste es único y nadie lo va a desarrollar mejor que tú.

La trompeta de Gillespie suena realmente bien en los ocho cortes del álbum, bien sea insuflando aires latinos al clásico de Cole Porter My Heart Belongs To Daddy y a la composición propia Woody 'N' You o en temas como St. Louis Blues (compuesto por W. C. Handy, y que ya interpretara en 1929 el otro gran trompetista norteamericano del siglo XX: Louis Armstrong). Le acompañan Les Spann a la guitarra (y flauta llena de groove en Moonglow), Junior Mance al piano, Lex Humphries a la batería y Sam Jones al contrabajo. Buena compañía para este recomendable disco de Dizzy Gillespie… independientemente de que su alumno Miles Davis grabara dos meses después Kind Of Blue.

domingo, 17 de enero de 2010

Sabrina Heaven y Sabrina No Heaven

Apabullante. Quizá sea el adjetivo que mejor describa a Thee Michelle Gun Elephant, pues es difícil imaginar alguien que hiciera sombra al grupo japonés entre 1991 y 2003, años de su existencia. Punk, hard, blues, pop, rockabilly, high energy, jazz… Johnny Kidd & The Pirates, Stooges, The Who, Damned… Estilos e influencias que pueden orientar al oyente interesado, pero que no dan todas las claves, pues la personalidad del cuarteto japonés era enorme.

Sabrina Heaven y Sabrina No Heaven, ambos publicados en 2003 (elepé el primero, epé el segundo), clausuraban su carrera, cada vez más orientada a la creación de atmósferas pero sin dejar de ser un grupo de rock and roll. La guitarra del gran Futoshi Abe (fallecido en 2009 con sólo 42 años) ha perdido parte de la agresividad de Chicken Zombies o Gear Blues, pero sus acordes y su sonido siguen siendo gloriosos. Thunderbird Hills y Night Is Over, los temas que cierran Sabrina Heaven, y el espectral Yoru ga owaru, que hace lo propio con Sabrina No Heaven, añaden trompeta y piano y son el ejemplo más claro de la apertura de miras de los nipones. Aunque Midnight Klaxon Baby (con ese riff tomado de Cream) y Deadman's Galaxy Days nos recuerden en Sabrina No Heaven que también son maestros del power pop; al igual que Marion (Sabrina Heaven) y Pink (Sabrina No Heaven), balazos pop marca de la casa llenos de dramatismo y tensión.

Estrellas en Japón, Yusuke Chiba, Koji Ueno, Futoshi Abe y Kazuyuki Kuhara grabaron entre finales del siglo XX y principios del XXI el mejor rock and roll de su tiempo, que nada tiene que envidiar al de los grupos, mencionados arriba, que les influenciaron. Poco más se puede decir. Bueno, sí: denles una oportunidad si todavía no lo han hecho.

sábado, 9 de enero de 2010

Death Alley

¡Dios mío, qué manera de comenzar el siglo! En 2001 (año en el que comenzó el siglo XXI, no el 2000, nunca está de más recordarlo) Zeke (formado en Seattle en 1993) dejaba que su punk rock atronador y veloz fuera infectado por los sonidos metálicos que también le acechaban, y a Dwarves, Circle Jerks y Ramones se sumaron Motörhead, Kiss, Iron Maiden y Slayer (entre otros) para dar a luz uno de los discos más bestiales que haya parido madre.

Porque no bajó Zeke el pie del acelerador; no hay más que escuchar los cuatro primeros cortes de Death Alley (Crossroads, Live Wire, Jack Torrance e Evil Dead, cuatro monumentales descargas en menos de seis minutos) para darse cuenta de que la energía con la que el cuarteto había cerrado el siglo (Dirty Sanchez) continuaba intacta, si no más feroz aún. Y la misma pasión por la América más profunda y pirada. Sólo en algunos temas rebajan la velocidad, que nunca la intensidad: Arkansas Man, un medio tiempo, Evil Woman y Road Ahead, dos canciones hard rockeras claramente influenciadas por los mentados Kiss y Motörhead, son ejemplo de ello.

No apto para todos los públicos, si están ustedes hartos de todo, pongan Death Alley —convertido ya en un clásico del rock— a todo trapo en su reproductor y expulsen el mal rollo de su cuerpo. Mucho mejor que cualquier psicoanalista, sin duda, con el placer añadido de dieciséis fantásticas canciones. Y recuerden: no sólo del grunge vive Seattle.

sábado, 2 de enero de 2010

Soaring With Eagles At Night To Rise With The Pigs In The Morning

De las bandas escandinavas que intentaron conquistar Europa desde principios de los noventa a base de rock and roll de alto octanaje, Gluecifer fue una de las más destacadas y, personalmente, mi favorita. Sin atisbos del purismo del que hacían gala los también adictivos Hellacopters, en Gluecifer se detectaban las influencias del Detroit de los sesenta, el Nueva York de los setenta e incluso el Los Ángeles de los ochenta, pero no buscaban sonar como en aquel entonces.

Tremendos sobre un escenario (quien esto escribe les vio cuatro veces entre 1999 y 2005), los noruegos no se quedaban atrás en el estudio, y, aunque es difícil elegir uno solo de sus discos, Soaring With Eagles At Night To Rise With The Pigs In The Morning (magnífico título: ¿quién no se ha sentido así alguna vez?)), el segundo de ellos, desprende una fiereza juvenil que quita el hipo a la hora de interpretar sus once excelentes composiciones.

Publicado en 1998, en Soaring… conviven el esputo punk (Go Away Man), el riff cortante stoniano (Deadent Beat), las guitarras metálicas (Bossheaded, Lord Of The Dusk) y el pelotazo hard (The Year Of Manly Living, Get The Horn), pero por encima de la asimilación de géneros Gluecifer dota a las canciones de su peculiar estilo, convirtiendo cada una de ellas en un himno cantado arrogantemente por la mejor baza del grupo, Biff Malibu.

Habiéndose autoproclamado los reyes del rock (como los Supersuckers pero con otras palabras), el quinteto noruego completaría durante los siguientes siete años (con el único cambio de Jon Average por Stu Manx a las cuatro cuerdas) una carrera modélica. Fueran las que fueran las razones de su disolución, lo hicieron en el momento exacto, cuando en cualquier momento la ola podía empezar a descender. Por fortuna, la energía de Soaring With Eagles At Night To Rise With The Pigs In The Morning ha quedado registrada para siempre.