martes, 24 de enero de 2012

The Blues And The Abstract Truth


No sé si habrá álbum alguno en toda la historia del jazz con un sonido tan límpido como el de la obra maestra de Oliver Nelson, The Blues And The Abstract Truth, sesión registrada el 23 de febrero de 1961 en la que los músicos participantes lograron una perfección inaudita. Similar a la de Kind Of Blue —para andar sin rodeos y situar al lector que desconozca la grabación—, la categoría de las interpretaciones sorprende incluso sabiendo el nombre de quienes las llevaron a cabo, pues parece casi imposible que todos dieran lo mejor de sí el mismo día. Pero eso es lo que nos dicen los oídos.

Cumbre del hard bop, cercano al jazz modal, la diferencia más evidente con el mencionado Kind Of Blue es que mientras el elepé de Miles Davis es un ejercicio de introspección y melancolía, en The Blues And The Abstract Truth manda la extroversión, aunque ambos contengan poderosas reflexiones estéticas de amplio calado teórico. A lo largo de seis cortes compuestos y arreglados por Nelson, también a los saxos alto y tenor, escuchamos la flauta y el saxo alto de Eric Dolphy, la trompeta de Freddie Hubbard, el saxo barítono de George Barrow, la batería de Roy Haynes, el piano de Bill Evans y el contrabajo de Paul Chambers (estos dos últimos nexo de unión con Kind Of Blue); instrumentos tocados con una fuerza y una pureza que maravillan e intimidan al mismo tiempo, que trascienden el término jazz inevitablemente para incrustarse en el muro de la mejor música del siglo XX, abstrayendo el blues y situándolo en un terreno diseñado y pisado sólo por ellos en el momento en que rompían el silencio aquel día de febrero de 1961.

Como las más grandes obras de arte, las intenciones quedan superadas por los resultados, más aún si hablamos de un septeto donde la suma de las partes es exponencial y, al igual que en la teoría marxista de la plusvalía, lo que cada músico aporta crece al añadirse a un conjunto que, por su propia naturaleza, logra efectos que la labor individual es incapaz de prever, pues siempre remitirá a aquél, siendo su valor relativo. Algo tendrá que ver en todo ello la figura aglutinadora de Oliver Nelson, favorecedora de la creación de un ambiente en el que los maestros reunidos interaccionen y logren que su talento sirva, al mismo tiempo, para el crecimiento personal y el desarrollo grupal.

Comunión de talentos explorando el límite de sus facultades, no técnicas sino emocionales, parece, pues, adecuado utilizar el vocablo armonía, en todos los sentidos, para determinar lo que salió de aquella histórica jornada. Mis maltrechos sentidos se ensanchan cada vez que escucho a Nelson, Dolphy, Hubbard o Evans expulsar su humanidad para dejar su impronta imperecedera en The Blues And The Abstract Truth, tan sagrada para mí, por muy exagerada que les suene la comparación, como la que dejó Miguel Ángel en su Piedad. Siete músicos que volaron muy alto, muchísimo, hace ya más de medio siglo.

9 comentarios:

  1. Todo que toque a Bill Evans de lejos o de cerca me parece una maravilla.
    Como bien dices es la obra maestra de Oliver Nelson. Ese color azul de la portada me rememora discos con la misma esencia , Blue Train deColtrane, y el Kind Of Blues de Miles que citas con conocimiento, y esas dos coincidencias como son la de Bill Evans y el contrabajo de Paul Chambers.
    una obra mayuscula!
    un abrazo

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  2. Como diría Kurtz: "el blues...el blues..." Perdón por la tontería xD
    Una obra de arte, no se me ocurre nada más que añadir (y otra excelente entrada).

    Saludos.

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  3. Si señor, estoy plenamente de acuerdo contigo. A pesar de que estoy en 'pañales' en el mundo del jazz, hay una serie de discos que, por lo poco que he oído, son fundamentales a la hora de entender la música, como es el caso de 'The Blues and The Abstract Truth'. Un disco esquisito, ejecutado a la perfección y con unas melodias inolvidables, que producen idéntica admiración en el oyente, tantas veces como se escuche. Es más, yo diría que este disco se me antoja imprescindible para cualquier melomano.

    Saludos.

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  4. Bill Evans o la elegancia personificada, Tsi. El color azul de la tristeza y la belleza…

    Gracias por otorgarme la excelencia, Agente.

    Aurelio, si conoces este disco ya no estás en pañales. Y menos si lo has comprendido tan bien.

    Extasiado te vas a quedar, Freaky.

    Saludos a todos.

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  5. Ah... Bill Evans, mi padre lo ponía en el coche... joder, qué recuerdos, tío, me has hecho añorar a este tío, voy a pincharmelo. Saludos!

    PD: La Pietá. te has ganado mi respeto, viva Miguel Ángel.

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  6. Gracias por esta maravillosa recomendación. Espero que dios o la virgen te lo pague.

    Un abrazo

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  7. Espero no perderlo, el respeto, Mr. Self Destruct. Qué padre tan especial, por cierto.

    De nada, querido animal del rock insular. Ni Dios ni la Virgen, tú mismo en la próxima visita a Madrid.

    Saludos, compadres.

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  8. "Stolen Moments" es para mí uno de los momentos más sublimes de toda la historia del jazz. Así de claro. El disco, todo él, un clásico. Magnífica selección.

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  9. Es tan estremecedor lo de "Stolen Moments", Pachi, que te desarma por completo.

    Saludos.

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