jueves, 25 de junio de 2015

On The Corner


On The Corner (1972) es la más radical de las propuestas surgidas del árbol plantado por Miles Davis tres años antes, al registrar In A Silent Way. Como un contorsionista que agarra con una mano a Karlheinz Stockhausen y con la otra a Sly Stone, el autor de Milestones gira, gira y gira hasta dar con un elepé inaudito en el que la música concreta, la electrónica y el funk son tan importantes como la posproducción, el montaje y el estudio de grabación. En el vórtice de ritmo constante que establece el álbum se cuela la vanguardia europea, el jazz, los sonidos de las calles (negras) de Estados Unidos y las tradiciones africana e india: sintetizadores, teclados, saxos, trompeta, clarinete bajo, guitarra eléctrica, bajo, batería, percusiones, sitar. Pero da igual cuáles son los instrumentos y quiénes los tocan: Miles Davis no incluyó sus nombres en la funda que cubría el vinilo original, y, más de allá de sus motivos, nada más inteligente para destacar el carácter unitario de la música que escuchamos. Los ingredientes individuales se funden en un cuerpo colectivo que avanza ajeno —y sin piedad— a conceptos como lucimiento personal, comienzo y final o tonalidades clásicas… aunque existan y los notemos. Miles Davis y su big band extreman planteamientos que les conduzcan a una nueva dimensión artística en la que perviva el eco de Bitches Brew o Jack Johnson, pero que alcance en su formalización una abstracción mayor y una realidad diferente. La creatividad con la que nos encontramos desborda todas las previsiones, emparentada con el trance, el kraut o el space rock, pero fundamentada en la incomparable búsqueda que Davis hace de un lugar oculto que solo él desvirgue. No hay palabras para hacer justicia a este viaje sideral registrado en la ciudad de Nueva York, ni siquiera para que la aproximación sustituya remotamente a la experiencia de sentarse en el sofá y dejar que las notas de On The Corner hagan su efecto ácido en nuestro cerebro. Las notas de más allá capturadas por los micros de Teo Macero, manipuladas por alguna consola y entregadas al mundo sin que éste estuviera preparado para rumiarlas: todavía exudan provocación.


6 comentarios:

  1. Europa, Harlem, Africa y la India; un bucle sin fin; el asfalto derritiéndose a la par que nuestro cerebro; una experiencia nueva cada vez que lo pinchas. A veces pienso si no será el mejor disco de todos los tiempos. Sea como fuere: yo voto Miles ;-)

    Abrazo.

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  2. Es una obra tan radical y fascinante como lo mejor de Messiaen, Stockhausen o Ligeti, por citar algunos de los referentes de la vanguardia musical de la segunda mitad del siglo XX; así que, si no el mejor, uno de los mejores discos de la centuria pasada (conocía tu absoluta pasión por él). Ya sabes que yo también voto Miles, Agente.

    Un abrazo.

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  3. Voto y devoto del Miles de "Kind of blue" (ya he visto que hace tiempo le dedicaste su merecido homenaje en forma de post, prometo pasarme otro día a leerlo con paciencia...). Este "On the corner" no lo conozco aunque tomo nota de la fervorosa recomendación que hacéis, suena como a disco transgresor no apto para puristas del jazz, ¿no?, no se por qué pero esa la percepción que me hago así a bote pronto...

    Saludos.-

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  4. "On The Corner" es tan bueno como "Kind Of Blue", Krust, pero también lo son "Bitches Brew" e "In A Silent Way". Todo lo que graba Miles Davis entre 1969 y 1974 es imprescindible y transgresor, un purista del hard bop no podrá con ello, una mente abierta amante de la buena música, sí. La entrada que hice sobre "Kind", por cierto, es uno de los textos de los que estoy más satisfecho.

    Un abrazo.

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  5. Creo que Macero fue muy importante en esa época para Miles. Un artista dispuesto materialmente a todo en la experimentación y un productor que, conociendo su afán de búsqueda y aguantando su nada fácil carácter, se unen para crear una obra que creo que todavía no tiene parangón en la historia del jazz. Gran trabajo. Escucharlo en definitiva es como abrirse en canal y dejar que entre todo lo que quepa.
    Abrazos,
    JdG

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  6. Macero es importante, Javier, pero creo que la clave es Miles y su capacidad de sacar de los músicos cosas que ni ellos conocían de sí mismos, induciendo un trance colectivo del que salen obras tan extraordinarias como "On The Corner". "Su afán de búsqueda", como dices, hizo que Davis llegara más lejos que nadie y, además, vendiendo muchos discos.

    Un abrazo, maestro.

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