viernes, 9 de diciembre de 2016

María Guivernau


Hay amor, sexo y deseo
en los poemas de María Guivernau.
También hay dolor, vacío y miedo,
pero no hay que ser muy inteligente
para saber que —al fin y al cabo—
el amor no se entiende sin el dolor,
el sexo llama constantemente al vacío
y el deseo y el miedo son difíciles de distinguir.

Más allá del asunto y el tema de cada uno de ellos,
dichos poemas son exactas construcciones arquitectónicas
edificadas sobre la fragilidad que su fondo desprende,
sobre la imposibilidad de hallar respuesta alguna
a los misterios que tan telúricamente plantean versos como
"que morderá mi carne
disfrazado de ternura"
o
"Y ya no me hablan más tus ojos
en esa imagen que contemplo".

Es María poetisa de la carne y sus vulnerables extensiones,
relatora de su yo hecho universal,
pero ante todo es artista magnífica y cabal,
dueña de unas palabras
que sabe situar en el lugar preciso
para que el roce de los cuerpos amados (u odiados)
—lo que es realmente determinante—
se haga incontestable forma literaria.

2 comentarios:

  1. Tú también sitúas las palabras en lugar preciso. Habrá que leer esos pasos de baile de María. Abrazos.

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  2. Gracias, Johnny. Tienes un montón de poemas magníficos de María Guivernau en su blog.

    Abrazos.

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