miércoles, 19 de agosto de 2020

Joy Of A Toy



Separado amistosamente de Soft Machine después de una gira para él agotadora en la que comparten escenario con Jimi Hendrix, Kevin Ayers pasa una temporada en Ibiza de la que, al parecer, saldrán las canciones del primer elepé de una carrera en solitario extraordinaria y orillada por la historia oficial del rock. En efecto. No hay más que escuchar detenidamente los cuatro discos que entre 1969 y 1973 graba Ayers para Harvest (y la cosa no se queda ahí) para dar con un compositor de sensibilidad enorme, ramificación de la esencial banda progresiva tan brillante, especial y creativa como la de Robert Wyatt.

Joy Of A Toy es un debut espléndido que va del pop psicodélico a la música atonal, aunque su carácter experimental es menor de que el de Shooting At The Moon, segundo plástico del músico inglés. La celebración infantil a la que invitan título y portada se ve reflejada —entre charanga, fanfarria y pasacalles— en Joy Of A Toy Continued, introducción al rico universo estético que nos espera. El folk de aromas británicos y el rock progresivo convergen en Town Feeling (violonchelo y oboe frente a batería y guitarra eléctrica, acústica, piano y contrabajo en medio), una de mis canciones favoritas del álbum. The Clarietta Rag lleva en su título parte de la explicación a la convivencia entre el jazz primitivo y el pop kink/barrettiano. El folk rock progresivo de Girl On A Swing invita a la ensoñación o al surrealismo onírico de versos como "Ella no es víctima de la desesperanza / Es solo una sensación en el aire". Song For Insane Times deja asomar en su construcción rock trazas de hard bop y en ella destaca el uso de teclados varios, bien sea el piano, el órgano o el mellotron.

Los seis minutos de Stop The Train (Again Doing It) no solo suponen el corte más largo, sino el más vanguardista junto con Oleh Oleh Bandu Bandong, a emparentar con Soft Machine, la Velvet Undergrund, el krautrock y la concrète shafferiana. Por su título, su instrumentación y su melancolía es imposible no escuchar las emotivas notas de Eleanor's Cake (Which Ate Her) sin pensar en las de Eleanor Rigby, aunque vengan igualmente a la cabeza —Beatles y Stones, Stones y Beatles— las de Ruby Tuesday y She's A Rainbow. The Lady Rachel navega aguas similares a las de Girl On a Swing, si bien más caudalosas y procelosas sonoramente. Ya citada, para Oleh Oleh Bandu Bandong vale la descripción utilizada en Stop The Train, con la diferencia de aquí el piano tiene un peso mucho mayor y la música concreta es más evidente. Folk emparentado con el de Bob Dylan (esa armónica), el de All This Crazy Gift Of Time supone el fin de un disco elegante, variado y muy, muy personal de un autor que, increíblemente, solo está empezando.

La voz, guitarra, bajo, melódica, armónica y escritura de Ayers son la base y el alma de la función, pero está no sería igual de primorosa sin la participación de los siguientes músicos, varios de ellos compañeros de la banda de Canterbury: el genial y mencionado arriba Robert Wyatt (batería), Mike Rattledge (órgano), David Bedford (piano, mellotron y arreglos), Hugh Hopper (bajo en dos temas), Jeff Clyne (contrabajo en otros dos), Rob Tait (batería en un par más), Paul Buckmaster (violonchelo) y Paul Minns (oboe). Cita necesaria que completa el cuadro de Joy Of A Toy que Shooting At The Moon, Whatevershebringswesing y Bananamour confirmarán, ampliarán y colocarán a Kevin Ayers en un lugar artístico similar al de Lou Reed, John Cale o Neil Young. Que su nombre y su obra no hayan sido tan divulgados no es motivo para soslayarlos.

4 comentarios:

  1. Desde luego, magnífico inicio de la carrera en solitario de Kevin. Un artista que siempre ha rezumado inquietud musical (buena escuela tuvo) con excelente elegancia melódica. Tuve la suerte de verle en directo con su The Whole World Band, cuando presentó su "Sweet Deceiver", le acompañaba el genial Olie Halsall a la guitarra. Un concierto en el que él ya se encontraba en la cúspide de su imagen de hippie-dandy. Estoy de acuerdo, es este su estreno la mejor de sus obras en solitario.
    Abrazos,

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  2. Sí, un inicio fantástico. Qué suerte la tuya, Javier. Yo no diría que es su mejor disco, los tres siguientes me parecen igual de buenos.

    Un abrazo.

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  3. Recuerdo que conocí a Kevin Ayers partiendo de Mike Oldfield, un amigo mio se hizo con dos casettes de él, uno de ellos este del que hablas hoy. En su día no me gustó nada, me parecía demasiado experimental y raro, pero cuando retomé su música años después me pareció magnífico, y me sigue pareciendo, en especial este disco.
    Abrazos.

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  4. A mí todo lo "demasiado experimental y raro" siempre me ha entrado a la primera, debe de ser que lo soy yo también, ja ja ja. Un gran artista demasiado olvidado.

    Abrazos.

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