lunes, 25 de octubre de 2021

Unknown Pleasures

La actitud punk, la musicalidad kraut y el Bowie de Berlín sobrevolando. La producción de Martin Hannett añadiendo ruidos y efectos y canalizando la energía de la banda. La negritud de la mítica portada de Peter Saville. Todo eso (y más) está en el genial debut de Joy Division —clásico del post punk británico e influencia mil veces rastreable—, pero en la conjunción de cuatro chavales de los alrededores de Manchester y en la oscuridad de su cantante y letrista reside la personalidad y las claves últimas de Unknown Pleasures (1979). El bajo de Peter Hook, la guitarra (y teclados) de Bernard Sumner y la batería de Stephen Morris crean un universo sonoro austero y místico sobre el que gravitan las letras de Ian Curtis, igual de lóbregas que los textos de "autores de ciencia ficción como William Burroughs y J.G. Ballard, pero surgiendo emociones por debajo, tanto más poderosas por estar tan controladas: culpa, miedo, rabia, claustrofobia, asco, odio a uno mismo y, en una última instancia, un extraño fatalismo". Las palabras de Jon Savage pueden ser utilizadas para describir por igual la frialdad de la interpretación vocal y la severidad instrumental que pone en pie ritmos y melodías. Un agujero, un abismo, se abre ante el oyente petrificado por el dolor y la distancia que transmiten las canciones, la hoja de una navaja que se alza lentamente hasta quedar erguida sobre el mango en la última de todas, cuyo título tajante y desolador —I Remember Nothing— se confunde con el filo nihilista y fatal. El rock and roll (re)nacido del punk para darle el significado inverso (aquí no hay fiesta que celebrar ni sistema que destruir) y dejarse arrastrar por unos Unknown Pleasures que en un año serán Closer, suicidio y final. El desasosiego y la frustración imponían su lógica dando paso a New Order y dejando a Curtis en el altar de las estrellas desesperadas y desaparecidas.

8 comentarios:

  1. Put on your blindfold
    And a dress that's tight
    And come with me
    On a mystery night
    Open your eyes
    Follow our stars under a painted sky
    We'll leave the world behind
    We're learning to fly
    We used to get by
    Forget the pictures on your TV screen
    We'll steal the visions
    That you keep for your dreams
    You can turn me on
    I was blind and I saw the light
    My angel coming
    In a brilliant white
    Shine for me
    You've been hanging from a rope of mediocrity
    Strung up by your insecurities
    You can shine for me
    Somebody has to
    Shine for me
    It's difficult not to
    Shine for me
    Follow our stars under a painted sky
    We'll leave the world behind
    We're learning to fly
    We used to get by
    Forget the pictures on your TV screen
    We'll steal the visions
    That you keep for your dreams
    You can turn me on
    You've been hanging from a rope of mediocrity
    Strung up by your insecurities
    You can shine for me
    Somebody has to
    Shine for me
    It's difficult not to
    Shine for me
    Somebody has to
    Shine for me
    It's difficult not to
    Shine for me

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  2. El dolor es un aditivo muy potente en la creación artística, aunque por lo general pasa una factura inasumible, y eso es lo que le sucedió a Curtis. Es una historia terrible, una historia que por mucho que lo nieguen los otros tres se veía venir: epilepsia y depresión sumadas a un complejo de culpa por su infidelidad matrimonial, el consumo desaforado de todo tipo de drogas y un ambiente de violencia sonora a todo volumen, sabiendo como sabía él que no tenía mucho futuro, es un suicidio anunciado. Solo era cuestión de tiempo.

    "No lo vimos venir", dijeron luego. Esos tres son unos hipócritas. Aunque al menos tuvieron la decencia de dar de baja el nombre comercial del grupo y pasar a denominarse New Order, buscando otra vez la popularidad por medio de los conceptos conflictivos. En lo musical Joy Division es una bengala en la noche, pero en lo personal prefiero no saber nada más de ellos. Ni de Curtis siquiera.

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  3. Curtis era carne de cañón, eso está claro, aunque lo de los suicidios nunca sea exacto. El arte aquí, como dices, se extrae del dolor, cosa que en la vida es mejor evitar; entiendo, pues, que "en lo personal prefier[as] no saber nada más de ellos".

    Un abrazo, Rick.

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  4. Cuando hablo de ellos (o pienso sobre esta banda) lo hago en el sentido de "antiestética de la música", el arte (en este caso musical) entendido en su variable más lúgubre, más negativa, lo cual no significa que el sonido sea malo o no me guste. Muchos otros artistas, Goya, El Bosco, Munch, han utilizado imágenes infernales, de violencia y locura para acercar "el otro lado" al espectador. Creo que Joy Division (y sobre todo Ian Curtis) son maestros en ese aspecto. Como apuntas, también, la corriente musical de entonces, el post-punk con los valiosos antecedentes del dúo Bowie-Berlin y el kraut, encuentra en la banda de Manchester su más idónea continuidad. Contando además con una escena riquísima entonces, en la que las bandas de Manchester (los mismos JD más Happy Mondays) como las de Liverpool (Echo & The Bunnymen) hacían sombra a las de Londres sin problemas.
    No seguí a New Order y, en cierto modo, me arrepiento porque creo que tienen un par de buenas obras publicadas.
    Abrazos,

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  5. Muy buena la comparación con los pintores que citas, puede ser una experiencia escuchar a Joy Division mientras observas a "Saturno devorando a su hijo" o, especialmente, "El perro". Muy interesante aquella escena de Manchester/Liverpool, sí. New Order te gustará, al menos sus primeros trabajos, pero no llega al nivel de la banda de la que desciende.

    Abrazos, Javier.

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  6. Aunque en pocas palabras tu reseña abarque mucho, creo que me quedo con esa frase entre paréntesis: (aquí no hay fiesta que celebrar ni sistema que destruir), como fatal resumen del disco y tal vez leitmotiv vital y artístico de Curtis.
    Un abrazo

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  7. Creo también que puede resumir la fatalidad que rodeó a Curtis, Jorge.

    Un abrazo.

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