Scarred For Life, el primero de ellos, fue publicado en 2001 por Punch Records, y es para muchos su mejor trabajo. Cantado íntegramente en inglés, NCC da aquí su versión más rock sin abandonar el punk. Once temas propios y una versión de Black Sabbath (no es de extrañar en un grupo sin prejuicios capaz de versionar a UFO y a los Clash en el mismo disco) componen un álbum con excelentes composiciones, notable ejecución y peor producción, el único pero que se le puede poner al disco. Bad Angels's Screams (hipotético cruce de Bruce Springsteen con New York Dolls), Stucked To The Same Old Chair, (Hey, Where Have They Gone?) The Good Old Days Don't Come Back No More, Skull Boy, la adaptación del Never Say Die del cuarteto de Birmingham y Twisted Minds son para mí los mejores temas de Scarred For Life, pero la restante media docena también tiene un buen nivel. Si poca relación se hallaba entre el grupo y el rock radical vasco, aquí, desde luego, ya no hay ninguna.
Mejor aún es, en mi opinión, 1530 segundos de… Nuevo Catecismo Católico (2006), de vuelta a No Tomorrow Records, aunque en esta ocasión sea el punk el que se imponga al rock. Versiones de D.L. Byron y Slade y nueve balazos de cosecha propia, con mejor sonido que Scarred For Life y un potente Etxeandia al micrófono que mezcla inglés y castellano. Se sucede, en los veinticinco minutos y medio que anuncia el título, un himno tras otro para quejarse del aburguesamiento que trae la edad en (Why When The Youth Ends) You Got To Turn Into A Square?? ("I'm still happy with my guitars and records / Don't wanna be a creep like them"); autoafirmarse en la formidable Mi verdad ("Hace tiempo me encontré a mí mismo / Conozco mi sitio") y la metálica The Fire Still Burns ("And when the fire keeps on burning we're still gonna be tryin'"); o cantar al dolor existencial en Mezclando los problemas con alcohol ("Todos los días terminan igual / Mezclando los problemas con alcohol / Huyendo de la triste realidad / Mezclando siempre mezclando") y Pérdida de control ("Sintió que algo hoy iba a explotar / Su vida no le gustaba y no la pudo cambiar / Algo estalló en su interior / No pudo soportarlo y le mató el dolor"). Sin duda, una pequeña obra maestra.
No quiero terminar sin hacer mención al brillante trabajo de Arturo Ibañez e Iker Illarmendi a las guitarras, Gonzalo Ibañez al bajo y Arturo M. Zumalabe a la batería. Los años tocando juntos no han sido en balde, y se percibe una gran conjunción y solidez en los cuatro músicos que arropan a Etxeandia. Ni que decir tiene que ello no se ha traducido en las ventas y el reconocimiento que se llevan en este país una serie de grupos y solistas innombrables que dicen hacer música rock. Pero, como decía Eskorbuto, "Este maldito país es una gran pocilga". Así son las cosas.