Sin asomo de nostalgia. No la hay en Sex Museum al regrabar sus canciones como Fifteen Hits That Never Were (2008). Doce de las canciones (trece en la versión en vinilo, que sumaba Brave Ulyses Goes Funky, compañera en formato single del P.V.C. que encabezaba Sonic) corresponden al segundo periodo de la banda y los tres álbumes en estudio que registran entre 2000 y 2006: el citado Sonic, Speedkings y United; Wassa Massa es un tema nuevo y solo dos representan su primera época, Black Mummy (Sparks) y Two Sisters (Nature's Way), ambos de la primera mitad de los noventa. Las canciones nuevamente interpretadas no varían demasiado de las originales, pero sí que hay arreglos y matices a descubrir que las reescriben y un grupo que suena glorioso y presente haciendo algo que en muchos otros sería rancio y oportunista. El equilibrio perfecto entre garage, hard y pop se halla en una colección que se aleja de la recopilación para que la música cobre vida flamante y espectacular, pues los hermanos Pardo, Marta Ruiz, Javi Vacas y Loza esculpen las composiciones con la elegancia, la potencia y el feeling de quienes dominan sus instrumentos a la perfección sin que la técnica sea un muro para la expresión. Aunque no fueran éxitos, como nos recuerda su título, estos Fifteen Hits That Never Were son, pues, igual de imprescindibles que los discos de los que se nutren y hemos ido mencionando.
jueves, 29 de agosto de 2024
jueves, 1 de agosto de 2024
Whatevershebringswesing
Dividida en tres motivos que son dos (There Is Loving, Among Us, There Is Loving), la extensa pieza que abre Whatevershebringswesing, tercer elepé de Kevin Ayers de 1972, nos sitúa sin ambages en la exquisita y personal musicalidad que su autor venía desarrollando en Joy Of A Toy y Shooting At The Moon. Lo que empieza y acaba como delicada y dulce música de cámara a la que se suman sin estridencias el progresivo y la psicodelia tiene algún injerto atonal —cual metáfora de la inquietud y el desconcierto que siempre se cuelan entre los momentos más felices del amor, en concreto y atendiendo al título del tema, y de la vida, en general— que enriquece la composición y cuestiona su teórica placidez. La deliciosa Margaret contrasta en varios aspectos con su antecesora, pues reduce el número de instrumentos (la voz y la guitarra de Ayers, las teclas de David Bedford, el violín de Johnny Van Derek o Van Derrick y algún instrumento de percusión que pudiera ser un vibráfono tocado por William Murray), dura la mitad y gana en intimidad (a lo que no es ajeno la retirada de bajo y batería). A swing, a zydeco, a cajun y a Luisiana huele Oh My por los cuatro costados, giro estilístico que parece mínimo si lo comparamos con el que da Songs From A Bottom Of A Well, rock de vanguardia con aliño de música concreta que casa a la perfección con su excelente letra. "Esta es una canción desde el fondo de un pozo" que "es oscuro y claro al mismísimo tiempo", canta o, mejor, recita Ayers, quien avanza inalterable e inexpugnable hasta hacernos saber que "Pero no me importa, ni siquiera me quejo / Porque si no estoy aquí, entonces no está allí".
La segunda mitad del plástico la encabeza el corte que le da título y el más largo de todos, al superar los ocho minutos de exquisita placidez con el aporte instrumental imprescindible del bajo y la guitarra de Mike Oldfield y los coros de Robert Wyatt. Siguiendo la estructura de la primera cara, las tres canciones que siguen y completan Whatevershebringswesing son más breves, comenzando por Stranger In Blue Suede Shoes, una de las más conocidas de su autor. Folk, pop y honky tonk (ese teclado de Bedford) se alían en una composición feliz a la que sigue Champagne Cowboy Blues, parodia o acercamiento humorístico al bluegrass o al country & western en la que la guitarra solista de Olfield es inconfundible. Los dos minutos largos de Lulabilly despiden el álbum haciendo honor a su nombre, meciéndonos en la cuna existencial el sonido del agua, la flauta de Didier Malherbe y las teclas de David Bedford, y ausentándose las cuerdas vocales de Kevin Ayers. Un artista menos experimental es su tercer paso, pero igualmente único en su universo extraño, diverso y de belleza misteriosa.
NOTA: Este texto se lo dedico a mi amiga Silvia López, admiradora de la obra y la figura de Kevin Ayers.