Pues mucho supuso de ruptura La leyenda del tiempo (1979). Los más puristas no aceptaron la fusión ofrecida por Camarón, pero éste no tenía nada que demostrar a nadie tras las joyas que había dado a luz junto a Paco de Lucía. Y mucho menos a teóricos de un flamenco inamovible, faltaría más. Camarón aceptó el reto del productor Ricardo Pachón y mezcló el tratamiento tradicional de bulerías y otros palos con la incorporación en más de la mitad de los temas de instrumentos más propios del rock, el jazz y hasta la música india. Batería, bajo y guitarra eléctrica, teclados, sitar, flauta en un disco de flamenco: ¡herejía! De acuerdo, pero qué gustosa herejía. Camarón, acompañado por primera vez por Tomatito, canta como nunca para recordar a Federico García Lorca, bien siendo fiel a la tradición, rumbeando o convirtiendo La Tarara en rock progresivo. Y nos pone la piel de gallina al final del disco con la bellísima Nana del caballo grande, donde un sitar y un teclado sirven de colchón a un Camarón que es emoción desbordada.
Aunque ya Miles Davis y Pedro Iturralde habían acercado el flamenco al jazz en los años cincuenta y sesenta, Camarón expandió el flamenco hacia otros terrenos y permitió que lo que fue tabú dejara de serlo. Treinta años después de la publicación de La leyenda del tiempo, seguro que hasta los puristas más recalcitrantes han acabado aceptándolo.
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