Cierto es que el prestigio de Thin Lizzy descansa en el periodo 1975-79, en el que con su particular uso de la twin guitar, la intransferible voz de Phil Lynott y una serie de canciones espléndidas registró cinco álbumes en estudio y un clásico doble en directo; "rock callejero —según Jordi Bianciotto—en el punto medio del mejor hard-rock y la sensibilidad romántica". Pero no menos cierto que su producción posterior atesora grandes momentos.
Editado en 1980, Chinatown, con Snowy White en sustitución de Gary Moore (que a su vez había sustituido a Brian Robertson en el anterior y magnífico Black Rose) y Darren Wharton en las teclas, es un disco muy brillante, puro Thin Lizzy tanto en lo musical como en lo lírico. Con un Phil Lynott tan felino y sensual como siempre, el existencialismo de la hermosa We Will Be Strong ("¿Alguien escucha? / ¿Alguien comprende?"), los riffs de las excelentes Chinatown y Sugar Blues (su Brown Sugar particular) o la celebración del propio grupo y del rock and roll (Having A Good Time) son motivos más que suficientes para dar nota alta al trabajo, aunque la final Hey You baje el listón y Didn' I no emocione tanto como Running Back, Sarah o Dancin' In The Moonlight.
Hay que mencionar lo bien que se acopla al grupo el recién llegado White, que logra junto al gran Scott Gorham que las guitarras sigan teniendo la marca de la casa, al igual que en el posterior Renegade, segundo y último elepé que White grabará con Thin Lizzy.
martes, 30 de marzo de 2010
viernes, 26 de marzo de 2010
Soft Porn Engine
Pasto de minorías, condenados al olvido y al fracaso, los Amphetamine Eaters (1994-2007, sin el "Eaters" los últimos años de su carrera) tienen en su haber (y eso nadie se lo podrá quitar) una pequeña obra maestra del rock español, Soft Porn Engine, dada a conocer en 2001 bajo el auspicio de Wild Punk Records, con la que no alcanzaron el éxito comercial, por supuesto, pero sí el artístico.
Alta energía metalizada heredada de Motörhead, hardcore y punk rock melódico son las señas de identidad de las trece canciones que en poco más de media hora despacha el grupo catalán. Si la nota es alta en composición, más lo es en ejecución: imparables Rubén y Mr. Murph en la base rítmica, las guitarras volcánicas de Patxi aúnan precisión y emoción en temas tan enormes como Kids Armour, Consumist Of Illusions, Smells Like A Dead Man In Your Car o Cool; temas que quien esto firma sigue escuchando con fruición nueve años después de su publicación
Ya como The Amphetamine, el grupo grabaría un elepé más (At The Pole Position) y se disolvería en 2007 para, según cuentan en su myspace, "formar el actual proyecto ZEN COHETES Punk-Rock más melódico y cantado en castellano". Como dice la letra de la mencionada Consumist Of Illusions, "el mayor error es abandonar", y a ello parecen aferrarse los componentes de esta saga.
Alta energía metalizada heredada de Motörhead, hardcore y punk rock melódico son las señas de identidad de las trece canciones que en poco más de media hora despacha el grupo catalán. Si la nota es alta en composición, más lo es en ejecución: imparables Rubén y Mr. Murph en la base rítmica, las guitarras volcánicas de Patxi aúnan precisión y emoción en temas tan enormes como Kids Armour, Consumist Of Illusions, Smells Like A Dead Man In Your Car o Cool; temas que quien esto firma sigue escuchando con fruición nueve años después de su publicación
Ya como The Amphetamine, el grupo grabaría un elepé más (At The Pole Position) y se disolvería en 2007 para, según cuentan en su myspace, "formar el actual proyecto ZEN COHETES Punk-Rock más melódico y cantado en castellano". Como dice la letra de la mencionada Consumist Of Illusions, "el mayor error es abandonar", y a ello parecen aferrarse los componentes de esta saga.
miércoles, 24 de marzo de 2010
White Light/White Heat
I can't stand my neighbors
screaming all the time
If I wasn't blasting Sister Ray
I could loose my mind
(New York New York, Andy Shernoff)
La amalgama de rock and roll y vanguardias atonales europeas de Tago Mago, la de la música del demonio con el free jazz de Fun House y la feroz y estridente arrogancia de Raw Power ya muestran su rostro en el segundo disco (White Light/White Heat, 1968) de la Velvet Underground, guía espiritual de high energy, kraut, glam, punk, el noise de los ochenta, abanderado por Sonic Youth y Dinosaur Jr., y el movimiento indie de los noventa; es decir, de casi todo.
"Sinfonía del horror dominada por la distorsión y el feed-back", en palabras de Ignacio Juliá, White Light/White Heat es una de las experiencias más extremas que en forma de elepé haya dado la música rock. Ya en el tema que abre y da título al álbum se escuchan —bajo un piano en primer término— las guitarras dañinas de Lou Reed y Sterling Morrison junto a la primitiva percusión, simple pero tremendamente original, de Maureen Tucker. La disonancia final, abruptamente cortada, da paso a los ocho minutos de The Gift, en los que por un canal una voz recita la tremenda historia de un tipo que se autoenvía por correo para acabar con una cizalla clavada en la cabeza mientras que por el otro el bajo de John Cale y la batería de Tucker repiten un riff monolítico que da cobertura a las improvisaciones eléctricas de Reed y Morrison. La chirriante viola de Cale marca Lady Godiva's Operation, otra historia de locos que precede a Here She Comes Now, la canción más corta y relajada del disco, y la que cierra su primera cara como si de un espejismo se tratara.
Espejismo, sí; porque, aunque sólo dos son las composiciones que ocupan la segunda cara, es tal la punción que causan las guitarras de I Heard Her Call My Name —que dejan en canción de cuna a las de Jimi Hendrix o a las de Neil Young— o los diecisiete minutos infernales de Sister Ray, en los que el órgano no menos ruidoso de Cale acompaña en el desenfreno (de sexo, violencia y drogas habla la canción) al resto del grupo, que el oyente queda físicamente exhausto. Como también afirma Juliá "El espectáculo de Warhol había sido olvidado y el grupo se enfrentaba a su propia locura, alimentada por anfetamina" dando "un paso adelante hacia el abismo".
La expulsión de John Cale el mismo año en que es publicado el disco termina con una línea de trabajo por la que —probablemente— no se podía continuar ni aun cuando (no era el caso) Lou Reed así lo hubiera querido. El infierno sólo puede ser descrito una vez, y la mayor accesibilidad de The Velvet Underground y Loaded (no por ello menos excelsos) estaba digamos que cantada. En algún (¿imposible?) lugar entre Bo Diddley y Luciano Berio queda la intensidad enfermiza, e irrepetible, que bajo el título de White Light/White Heat la Velvet Underground dejó grabada en el verano de 1967.
screaming all the time
If I wasn't blasting Sister Ray
I could loose my mind
(New York New York, Andy Shernoff)
La amalgama de rock and roll y vanguardias atonales europeas de Tago Mago, la de la música del demonio con el free jazz de Fun House y la feroz y estridente arrogancia de Raw Power ya muestran su rostro en el segundo disco (White Light/White Heat, 1968) de la Velvet Underground, guía espiritual de high energy, kraut, glam, punk, el noise de los ochenta, abanderado por Sonic Youth y Dinosaur Jr., y el movimiento indie de los noventa; es decir, de casi todo.
"Sinfonía del horror dominada por la distorsión y el feed-back", en palabras de Ignacio Juliá, White Light/White Heat es una de las experiencias más extremas que en forma de elepé haya dado la música rock. Ya en el tema que abre y da título al álbum se escuchan —bajo un piano en primer término— las guitarras dañinas de Lou Reed y Sterling Morrison junto a la primitiva percusión, simple pero tremendamente original, de Maureen Tucker. La disonancia final, abruptamente cortada, da paso a los ocho minutos de The Gift, en los que por un canal una voz recita la tremenda historia de un tipo que se autoenvía por correo para acabar con una cizalla clavada en la cabeza mientras que por el otro el bajo de John Cale y la batería de Tucker repiten un riff monolítico que da cobertura a las improvisaciones eléctricas de Reed y Morrison. La chirriante viola de Cale marca Lady Godiva's Operation, otra historia de locos que precede a Here She Comes Now, la canción más corta y relajada del disco, y la que cierra su primera cara como si de un espejismo se tratara.
Espejismo, sí; porque, aunque sólo dos son las composiciones que ocupan la segunda cara, es tal la punción que causan las guitarras de I Heard Her Call My Name —que dejan en canción de cuna a las de Jimi Hendrix o a las de Neil Young— o los diecisiete minutos infernales de Sister Ray, en los que el órgano no menos ruidoso de Cale acompaña en el desenfreno (de sexo, violencia y drogas habla la canción) al resto del grupo, que el oyente queda físicamente exhausto. Como también afirma Juliá "El espectáculo de Warhol había sido olvidado y el grupo se enfrentaba a su propia locura, alimentada por anfetamina" dando "un paso adelante hacia el abismo".
La expulsión de John Cale el mismo año en que es publicado el disco termina con una línea de trabajo por la que —probablemente— no se podía continuar ni aun cuando (no era el caso) Lou Reed así lo hubiera querido. El infierno sólo puede ser descrito una vez, y la mayor accesibilidad de The Velvet Underground y Loaded (no por ello menos excelsos) estaba digamos que cantada. En algún (¿imposible?) lugar entre Bo Diddley y Luciano Berio queda la intensidad enfermiza, e irrepetible, que bajo el título de White Light/White Heat la Velvet Underground dejó grabada en el verano de 1967.
domingo, 7 de marzo de 2010
Houses Of The Holy
Punto de fricción, el quinto álbum de Led Zeppelin supone una fractura para muchos admiradores del grupo británico, aunque es verdad que otros la hacen en cualquiera de los cuatro primeros por diferentes motivos. Es innegable, sin embargo, la cesura estética que se establece entre IV y Houses Of The Holy (1973).
Quizá Houses Of The Holy pueda verse como un disco de transición hacia Physical Graffiti, en el que explotan todos esos aires orientales y excesivos que ya contiene el anterior trabajo, pero, sea como fuere, tanto uno como otro son, en mi opinión, los dos últimos grandes discos que grabó Led Zeppelin.
Dos características esenciales las de Houses Of The Holy: la variedad estilística y el peso específico que adquiere John Paul Jones en los arreglos de los temas. En cuanto a la primera, encontramos —adaptados al discurso del dirigible— funk (The Crunge), reggae (D'yer Mak'er), jazz (No Quarter), baladas (The Rain Song), pasajes acústicos y eléctricos que se complementan (Over The Hills And Far Away, que fuera single del álbum) y riffs pesados made in Page (The Ocean). En lo que al bajista se refiere, bien sea con el mellotron, el órgano, el sintetizador o el piano, decora con elegancia las canciones y las llena de matices que las enriquecen. Variedad y arreglos que de poco servirían, por supuesto, si las composiciones no fueran de la calidad —siempre ha de tenerla la materia bruta para que el producto final alcance la excelencia— de las que aquí hallamos.
Ocho hermosos temas, en definitiva, componen Houses Of The Holy, ocho temas que anuncian el que dos años después será el asalto final de Led Zeppelin: las cuatro caras de Physical Graffiti. Otra historia que en otro momento contaremos.
Quizá Houses Of The Holy pueda verse como un disco de transición hacia Physical Graffiti, en el que explotan todos esos aires orientales y excesivos que ya contiene el anterior trabajo, pero, sea como fuere, tanto uno como otro son, en mi opinión, los dos últimos grandes discos que grabó Led Zeppelin.
Dos características esenciales las de Houses Of The Holy: la variedad estilística y el peso específico que adquiere John Paul Jones en los arreglos de los temas. En cuanto a la primera, encontramos —adaptados al discurso del dirigible— funk (The Crunge), reggae (D'yer Mak'er), jazz (No Quarter), baladas (The Rain Song), pasajes acústicos y eléctricos que se complementan (Over The Hills And Far Away, que fuera single del álbum) y riffs pesados made in Page (The Ocean). En lo que al bajista se refiere, bien sea con el mellotron, el órgano, el sintetizador o el piano, decora con elegancia las canciones y las llena de matices que las enriquecen. Variedad y arreglos que de poco servirían, por supuesto, si las composiciones no fueran de la calidad —siempre ha de tenerla la materia bruta para que el producto final alcance la excelencia— de las que aquí hallamos.
Ocho hermosos temas, en definitiva, componen Houses Of The Holy, ocho temas que anuncian el que dos años después será el asalto final de Led Zeppelin: las cuatro caras de Physical Graffiti. Otra historia que en otro momento contaremos.