Ya desde los tiempos de Cabeza borradora (1977) aparece David Lynch como un cineasta más interesado en la creación de ambientes (malsanos) que en la construcción de historias con presentación, nudo y desenlace, pero no siempre ha sabido plasmarlo de modo certero. De hecho, desde la aparición de Terciopelo azul (1986), considerada su obra maestra y película que le convierte en lo que se conoce como "cineasta de culto", su cine entra en decadencia y se convierte en burda autoparodia sucesivamente reflejada en Corazón salvaje (1990), Twin Peaks, camina con fuego (1992) y Carretera perdida (1997), y sólo parcialmente mitigada por la primera media hora de esta última (que contiene el germen de Mullholland Drive) y los dos primeros capítulos de Twin Peaks en su formato televisivo. El difícil camino escogido por Lynch, se diría que tortuoso, suerte de flagelación, sin embargo, es camino sin retorno, a sabiendas de que el que una vez acierte no significa que la siguiente lo vaya a hacer, sin que esto suponga merma para su impulso, que parece no ceder. En otras palabras, que la obra de Lynch supone un todo indivisible en la que —como en tantos otros artistas— tanto aciertos como errores, descubrimientos y deslices, forman parte de una personalidad creativa que se alimenta de ambos por igual o, mejor, está conformada por ambos, resultando inconcebibles unos sin los otros (y viceversa).
lunes, 23 de agosto de 2010
Retorciendo América
Producida en el año 2001, Mullholland Drive es la continuación de la peculiar exploración de la América profunda de David Lynch tras el paréntesis de Una historia verdadera (1999) —como ese buceador sin escafandra que toma una bocanada de aire para volver a sumergirse—, emocionante película que, a pesar de las evidentes conexiones con el cine clásico estadounidense que toda la crítica se apresuró a destacar, no dejaba de ser un film de Lynch, cosa que poca parte de esa crítica mencionó, que recuperaba la mirada tierna de la exquisita El hombre elefante (1980).
Mulholland Drive supone uno de esos aciertos. La historia narrada transcurre en Hollywood y la industria del cine es, en esta ocasión, la diseccionada, pero, tratándose del director norteamericano, esto es como no decir nada. Lo que en otros sería vulgar trama detectivesca es en Lynch terrorífica sugerencia (los mecanismos de la ficción son constantemente cuestionados —incluso los de la propia película—, curiosa metatextualidad presente siempre en el cine de Lynch pero clara y meridiana en esta ocasión) que se mueve entre la realidad y el espejismo. Una mujer que ha perdido la memoria, otra joven aspirante a actriz (por cierto, no perderse la tórrida escena lésbica que protagonizan), un director estafado por los productores y varios marcianos más pululan por la pantalla y parecen acercarse al meollo de la cuestión cuando, en la última media hora, la pesadilla gana la partida y provoca un desenlace incomprensible (absténgasne los que quieran hacer exégesis), pero que no se sale de la lógica del film y tiene un logrado clímax cinematográfico. Desde la crítica que lo rechaza por críptico (el cine tiene unas normas que no se pueden transgredir, dijo en el momento de su estreno un periodista español) hasta los hermeneutas que se esfuerzan en creer claves de algo oculto lo que sólo son sensaciones, existen muchas formas erróneas de acercarse a Mullholland Drive (y, en general, a la obra de David Lynch), sea cual sea la opinión que después del juicio pueda merecer, siendo quizá la más adecuada la más sencilla: contemplarla y dejarse llevar. Sé que esto no convencerá a muchos analistas (por sesudos o simplones) cargados de ideas fijas y prejuicios, pero allá se queden ellos en su mundo hermético que les impide descubrir la auténtica belleza. David Lynch —menos mal— tampoco les hace mucho caso.
He visto este filme un par de veces y, al igual que todos, sigo sin comprenderlo del todo. Creo que lo unico que puedo hacer es tener mi propia interpretacion, que seguramente es erronea, pero en fin, es la magia de Mullholland Drive, una de mis tres preferidas de Lynch al lado de Lost Highway y claro, Blue Velvet.
ResponderEliminarMi escena preferida y la que considero la mas impactante es la de esta mujer al microfono:
http://www.youtube.com/watch?v=AIpkMg9sh6Q
Sencillamente se me parte el alma y se me eriza cada vello de la piel al ver esa escena. Saludos y larga vida a este gran blog!
El cine no es mi fuerte, me gusta, pero casi todo mi ocio se va a la musica.
ResponderEliminarHombre Mojon: A mí me encanta también "Blue Velvet", pero "Lost Highway", como digo en la entrada, no me convence, excepto en su tramo inicial. Muy buena la escena que dices, sí señor.
ResponderEliminarSoydelamalena: desde que soy padre (hace más de dos años) sólo he ido dos veces al cine para ver "La cinta blanca" (una gran película) y "Toy Story 3", cuya proyección tuve que abandonar, pues a mi hijo no le hacía mucha gracia tras media hora de visionado. Da igual que me guste o no el cine, pues no puedo disfrutar de él ni en casa.
Bon día Gonzalo, gracias por pasar por la ruta.
ResponderEliminarEsta película me parece una pasada, lo único es que le debo una revisión porque el final me dejo fuera de lugar.
Te enlazo, saludos ruterovalencianos.
Por cierto, el titulo del blog me congratula... Uno de mis discos preferidos.
ResponderEliminarRey lagarto: Saludos también para ti. También es "Ragged Glory" uno de mis discos favoritos; fue el primero que reseñé en el blog, en diciembre de 2008.
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