Una escucha aislada de Photo-Finish (1978) en el año 2011—bien metidos como estamos en el siglo XXI— llevará a una primera y obvia (que no errónea) conclusión: un excelente disco de rock and roll —las guitarras distorsionadas de sustrato blues y la aguerrida base rítmica hablan por sí solas— grabado en los años setenta de la centuria anterior. Pero si ampliamos con lupa y contextualizamos, entramos en detalle y buscamos el matiz —como obligación lo tenemos—, podremos dar con ciertas claves, la miga que la corteza, tan crujiente y sabrosa, oculta. Porque, ¿qué ha pasado en los dos años que van del sensacional Calling Card a este Photo-Finish? ¿Por qué Rory Gallagher ha prescindido del teclado de Lou Martin? ¿Por qué ha endurecido su sonido?
Como explica Donald Gallagher, "Rory comenzó a grabar el material para el álbum en San Francisco, pero al finalizar aquellas sesiones no estaba contento con los resultados y decidió llevar el proyecto a Alemania. Mientras, Rory había escrito más canciones y convertido de nuevo la formación en un trío". De aquel estudio de Alemania, situado en Colonia, sale el más duro de los trabajos del maestro de las seis cuerdas, y uno de los argumentos más utilizados para justificar esa dureza es la presencia de Scorpions (imagino que grabando Taken By Force) en el mismo estudio. Respetando dicha opinión, sin negar que alguna influencia tuviera el grupo teutón, y teniendo claro que la última palabra al respecto siempre sería del irlandés y sus músicos, en mi opinión es el zarpazo punk —cuyas garras sufre Gran Bretaña precisamente entre Calling Card y Photo-Finish, para ir soltando presa después— el que modifica la visión de Gallagher, si no de por vida, al menos sí en aquel momento. Por supuesto que es imposible que técnicamente Pistols, Clash o Damned enseñasen nada a Gallagher; por supuesto que el giro no es tan radical para que el guitarrista se pase al krautrock (aun estando en Alemania) o al free jazz; y por supuesto que el punk no le hace tocar desafinado o componer temas de menos de tres minutos. Pero me parece que es dicho movimiento la razón —si se quiere ideológica— de mayor peso para explicar el cambio que hay entre dos álbumes que, por otro lado, tienen en común la calidad de ambos y la emocionante precisión de Gallagher. Nadie ha dicho que para el puñetazo y la caricia no pueda utilizarse la misma habilidad.
Tuvo que regresar el irlandés de la tierra que originó el blues y el rock and roll, sus grandes amores, para sacar adelante el disco justo cuando, al parecer, terminaba el plazo de entrega a la discográfica. Desconozco qué defectos vio Rory Gallagher en las sesiones californianas, pero obviamente ninguno de ellos sobrevivió a las realizadas en Europa, por mucho que alguien ose decir, como he leído en alguna ocasión, que Photo-Finish es un álbum menor. ¿Menor un disco en el que todas las composiciones destacan y están ejecutadas de manera sobresaliente? Que baje Dios y lo vea. Un elepé que no sería tan bueno —que no se nos olvide, y para terminar—, ya que hablamos de ejecución, sin la magnífica base rítimica a la que hacíamos mención en el primer párrafo: el habitual de la casa, Gerry McAvoy, al bajo, y el baterista que se estrenaba junto a Gallagher en Photo-Finish, Ted McKenna. Sus depuradas, pero contundentes (tal y como pide la obra), maneras son colofón perfecto para esta reseña.
Me has alegrado el día, no sé si es el mejor disco del irlandés -menor desde luego no- pero sí que es mi favorito. Contundente (de empuje punk) pero tan emotivo y emocionante como siempre. Por cierto, siempre se habla, y con razón, de sus habilidades guitarrísticas pero ¿y su voz? no será la más versátil y dada a las filigranas pero transmite como pocas.
ResponderEliminarSaludos!
P.D. En Long Black Limousine también adoramos Shadow Play jejeje
Discazo. yo descubrí tarde a Rory pero me quito el sombrero ante él. Mis favoritos: 1. Calling Card, 2. Tatto, y 3. Photo Finish.
ResponderEliminarPhoto Finsih, a pesar de lo directo que es, lo escuché menos que otros del maestro Gallagher, aunque desde que escribí la reseña de Tattoo lo estoy redescubriendo y me parece un disco redondo, pero eso sí, para redondo el directazo Irish Tour, eso son palabras mayores.
ResponderEliminarSaludos!
Cuanto más lo escucho más lo encajo en esa categoría de discos rockeros en la que la guitarra no se limita a presentar un riff y llevar a cabo un solo allá por la segunda mitad de las canciones; vamos, una maravilla. Fuel to the Fire me ha conquistado =D
ResponderEliminarMuy buen trabajo haces en este blog.Saludos
ResponderEliminarAgente: La voz también, tienes razón. A mí también es el que más me gusta de Gallagher, es un pedazo de disco. Aunque "Calling Card" es mucho "Calling Card". Y me alegro de haberte alegrado el día, por supuesto.
ResponderEliminarNikochan: Creo que los tres que citas también son mis favoritos.
Soyde: ¿Te imaginas haber visto a Gallagher en vivo?
Dani: Espero que los sanfermines te dejen algo de tiempo para el rock and roll. Me alegra un montón que te guste el disco.
Milio: Se intenta, Milio, muchas gracias.
Saludos a todos.
De disco menor ni hablar tio, es un discazo tremendo, ciertamente con un cambio en el sonido en relación al material precedente, pero joder que canciones. Es que a mi me pasa que tengo 5 o 6 favoritos de Gallagher y me gustan todos por igual, y uno de ellos es este.
ResponderEliminarCheers!
Hace un rato he leído tu reseña/homenaje a los Black Crowes, Scott. Se te echaba de menos, tu pluma es de las mejores en la blogosfera rock, espero que no nos abandones tantos meses de nuevo. Y, sí, "Photo-Finish" merece todas las alabanzas del mundo.
ResponderEliminarSaludos.