Aun limitados como estaban por la constricción que imponía el formato (pocos temas superan los tres minutos), escuchamos aquí a grandes del bebop —no están Thelonious Monk ni Max Roach pero está Charlie Parker— girando alrededor de la trompeta de Dizzy Gillespie, nexo del movimiento que se genera y aglutina en torno a tan rompedor y esencial estilo. El primero de los dos vinilos presenta a Gillespie en quinteto o sexteto aplicándose a composiciones míticas del trompetista como Blue 'N' Boogie, Groovin' High, Dizzy Atmosphere o Salt Peanuts; y ajenas como All The Things You Are o la maravillosa balada Lover Man, cantada por Sarah Vaughan. Sin negar el protagonismo a Gillespie, es también todo un placer escuchar a Charlie Parker y Sonny Stitt al saxo alto, a Al Haig al piano o a Ray Brown al contrabajo. En el nervio y el brío de la música está ya muy desarrollado el germen que dará vida —consecutivamente— a cool, hard bop, jazz modal y free jazz; o lo que es lo mismo: las bases de todo el jazz posterior.
En el segundo elepé nos encontramos con una big band ocupando toda la primera cara y la mitad de la segunda. Contrario en principio al espíritu del bebop, Gillespie y sus compañeros introducen elementos del nuevo jazz en el universo de las orquestas con resultados muy estimulantes, incluso espectaculares en temas como Things To Come o Emanon. Los tres cortes finales retoman a Dizzy Gillespie en sexteto, pero, como decíamos, unos años después. No son grabaciones tan extraordinarias como las contenidas en el primer disco, pero, desde luego, no están nada mal. (Y además nos descubren, en concreto en She's Gone Again, que Gillespie ya hacía rock and roll antes de que éste naciese.)
Hasta donde yo sé, este álbum doble jamás ha conocido reedición digital, pero, por fortuna, en los años ochenta se publicó un CD, Shaw 'Nuff, que reúne el mismo material que contiene In The Beginning excepto la sesión de 1950. Sea cual sea el formato, no creo que a nadie extrañe que la música que recoge sea mucho más revolucionaria que casi todo lo que podemos escuchar a día de hoy. Así están las cosas.
El jazz es inagotable Gonzalo, no me sigas "metiendo por los ojos" tanto material apetitoso que no hay modo de ponerse al día xD
ResponderEliminarCómo casi todo el Jazz -excepto algunas cosas de Chet Baker y Coltrane- Dizzy es asignatura pendiente para mí. Respecto a la afirmación/reflexión con que clausuras el artículo, la comparto y la entiendo: Sucedieron muchas más cosas interesantes del 1956 al 1966 que en los últimos 20 años, supongo que es el signo de los tiempos...
ResponderEliminarJazz On!
Seguiré, seguiré, mientras pueda, Agente Cooper, ja ja ja. Es verdad, es inagotable.
ResponderEliminarNada es obligado, Tyla, por supuesto, pero el jazz es un mundo apasionante, y para un amante de la mejor música como tú, diría que imprescindible.
Saludos a los dos.
Mi gran asignatura pendiente es el Jazz. No encuentro el tiempo para empezar. Es tan vasto que me da mucha pereza. Necesito otra vida, ja,ja,ja.
ResponderEliminarSaludos.
Hay tiempo para todo, Rockland. Si no, bueno, en la otra vida tendrás que atender a Davis, Ellington, Parker y compañía.
ResponderEliminarSaludos.