Una cámara fija observa a Teresa Gimpera tumbada en la cama mientras su marido —Fernando Fernán-Gómez— se desviste para acostarse cuando ya amanece. A él no le vemos, son sus ruidos y su sombra los que nos dicen que ha entrado en la habitación conyugal. Y los ojos de Teresa, que se abren cuando su marido —intuimos— le ha dado la espalda. El plano se alarga —sobrio y austero— para dar fe de una relación rota, pero también para fijar una de las decisiones estéticas que caracterizan El espíritu de la colmena (1973), el primer largometraje de Víctor Erice (si no contamos el episodio que dirige de Los desafíos en 1969), película insólita, extraordinaria en la España de la época, y cuya exquisitez sólo tiene parangón en nuestro cine con Viridiana (Luis Buñuel, 1961), El verdugo (Luis G. Berlanga, 1963) y el resto de la obra del propio realizador vasco.
Expresión convertida en título que proviene de La vida de las abejas, del belga Maurice Maeterlinck —más conocido como dramaturgo o poeta, pero que es autor de estudios sobre las hormigas y los termes, además de los insectos primeramente citados—, El espíritu de la colmena se sitúa en un pueblo castellano en 1940 —recién terminada la Guerra Civil en una España que será narcotizada a la fuerza por la pesadilla de la dictadura— y muestra a una familia formada por un apicultor, su mujer y sus dos hijas. Una de ellas —Ana Torrent— queda totalmente fascinada con la proyección que del Frankenstein (1931) de James Whale y Boris Karloff hace un cine ambulante, lo que sirve de punto de partida a un relato que, sobre la base del cuento infantil, construye un cuadro impresionante —cuya elegancia elíptica puede pasar por la alegoría que no es— de la sordidez y frustración que el fascismo y la guerra han traído a la vida de todas las personas. La tristeza empapa de principio a fin la película, que, al estar ambientada al principio del franquismo, augura un futuro negrísimo.
Hallamos en Erice parte del ascetismo de Bresson, el rigor formal del último Ozu, el tempo de Antonioni e influencias varias del cine clásico americano y la nouvelle vague. Pero su personalidad se impone. Los encadenados que muestran el paso del tiempo y los vacíos ineluctables que provoca; el uso magistral del lenguaje fílmico para informar sin palabras de un matrimonio separado de facto; la preocupación documental por un "cine cuyas imágenes discurren al compás de los hechos más esenciales de la vida, el que da cuenta sencillamente del paso de los días", como dice Erice, que escapa, a su vez, del "realismo estricto", en palabras de Luis Cuadrado, el director de fotografía de la película; una puesta en escena, en consecuencia, en la que ningún plano es feo o innecesario; la contención como norma en la dirección de actores; etc. Mimbres todos de una película pausada, reflexiva y contemplativa —sin caer en la abulia— cuyo director supo convertir, sabia conclusión de Mirito Torreiro, "no en un galimatías simbólico a interpretar por espectadores avisados, sino en una coherente, homogénea articulación de propuestas cuya densidad textual sigue permitiendo, hasta hoy mismo, numerosas lecturas cruzadas".
Destaca sobremanera, y como tal merece párrafo aparte, la presencia de Ana Torrent —que también brillará en Cría Cuervos… (Carlos Saura, 1975)—, cuya mirada acongoja tanto como enternece y plasma, gracias a esos ojos negros, la naturaleza distante y misteriosa de El espíritu de la colmena. Naturaleza que pasará factura a Víctor Erice a lo largo de su carrera, pues sólo dirigirá dos películas más, El sur (1983) y El sol del membrillo (1992), y el cortometraje Alumbramiento, parte de otra película colectiva, Ten Minutes Older (2002), además de experimentos posteriores, ajenos a la convencional industria cinematográfica; industria que, representada por el productor Andrés Vicente Gómez, se había encargado de que El embrujo de Shangai (2002), sobre la novela de Juan Marsé, la dirigiera Fernando Trueba , cuando era Erice el que tenía que haberlo hecho. Tampoco Elías Querejeta —no se nos olvida— le había permitido completar El sur. No importa. Aunque en su país no tenga la repercusión que merezca, Víctor Erice está considerado universalmente como uno de los grandes autores de los últimos cuarenta años. Independientemente de su nacionalidad, eso es lo que deberíamos tener en cuenta.
Mientras se siga tratando el cine por nacionalidades en vez de por cineastas habrá que apretarse las manos y clamar por dentro en injustícias como la que tan bien describes. "El espíritu..." es un film mágico, aún sin saber si es más triste que bonito o al revés, y aunque "solo" sea por esa capacidad de capturar el zeitgeist ,que lo llaman, del espacio y lugar, donde no solo ves sino oyes, entiendes y hasta hueles lo que tienes delante. Leí hace tiempo algo así como que el mejor cine es aquél que más te aleja de la indiferencia más allá de su forma... Lo de Erice y su poco reconocimento popular por estas latitudes es un misterio, si, y de los chungos. Gustazo de entrada que me voy a leer una tercera vez, qué narices... Saludos Gonzalo.
ResponderEliminarEn realidad, Guzz, el criterio geográfico está muy mal utilizado, se abusa de él para ocultar ignorancias varias. Sobre lo del zeitgeist habría mucho que hablar. No creo en determinaciones históricas ni en conceptos grandilocuentes. Digamos que a cada problema su solución, a cada artista (e incluso cada obra) su análisis. Hay muchos espíritus (ya que hablamos de Erice) conviviendo en en cada época, pero he de reconocerte que si alguna película captura el estado de una sociedad en un momento, ésa es "El espíritu de la colmena". Y lo de Erice, pues, Guzz, no hay quien lo entienda. Erice es, por ejemplo, muy superior a Clint Eastwood y a David Cronenberg, por citar dos cineastas a los que aprecio mucho, y jamás se oye hablar de él salvo en círculos muy reducidos.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por tu amplio comentario.
Pienso, y perdón por volver a la carga (el debate "cinero" es primordial para mí), que la pequeña diferencia/matiz de pareceres (que quizá debí señalar antes) es que tú (creo, con perdón por la presunción) eres más seguidor del realizador en si y yo lo soy más de éste tremendo film en particular (de ahí mi vehemencia). Mi indignación/incomprensión se basa más en la comparación con otras cosas, injustamente a mí entender, mucho más "conocidas" (de España o de Singapur), mientras que tú elevas a Erice a la categoria de gran maestro o similar. Que yo, aún admirándolo, no puedo. Como tampoco puedo hacerlo con los dos que mentas, y que también aprecio, si. Por poner a alguien, siempre en base a mis gustos y disgustos, Cassavetes, Polanski o mi queridísimo Kusturica resultan más contundentes en ese periodo de los últimos tres o cuatro decenios. Todo son pareceres, claro. Con ademán de debatir que no discutir te saludo muy atentamente y te agradezco el darme la oportunidad de ocupar el tiempo en eso que más me gusta... o casi. Salud.
ResponderEliminarVaya pedazo de entrada te has marcado, Gonzalo. Empecé a ver esta película fascinada por Ana Torrent en Cria Cuervos, y puede que fuera un mal momento, porque no pude terminarla. Pero el hecho de haber visto El Sur hace poco (y haberme gustado) y sobre todo, tu crítica, hace que me replantee volverla a ver.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre es de agradecer el debate, amigo Guzz. Sí, para mí "El sol del mebrillo" es igual de buena que "El espíritu de la colmena", y Erice está por encima de los tres cineastas que citas. Yo lo pondría al nivel de Scorsese, Malick, Kiarostami, Kaurismäki, Angelopoulos, Tarkovski o Haneke, por ejemplo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Anna. Si te ha gustado "El sur", "El espíritu" te gustará (creo) seguro. "El sur" me parece también extraordinaria.
Saludos.
Colosal entrada. Se trata de un film que me han recomendado mucho, pero que aún no he visto! Cosa que debería hacer, ya que Fernán Gomez me parece uno de los mejores actores de todos los tiempos.
ResponderEliminarPor cierto, me he metio en el rollo podcast: http://tylajukebox.blogspot.com/
Aunque aún no me ha dao por locutar con mi hermosa voz de crooner, eso si.
Rock On!
Hay que ver como se entretienen los hippies....jajaja ¿Que hay de tu vida? Despues de mogollon de tiempo mira donde te encuentro...soy un excompañero tuyo de curro, y me molaria un monton volverte a ver, por si ha vuelto a llover en el metro ¿como puedo contactar contigo? un abrazo tio.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo Tyla. Fernán-Gómez hace aquí una actuación soberbia, quizá la más contenida de toda su carrera. Creo recordar haberle oído decir que cuando leyó el guión no entendió nada, pero no te lo puedo asegurar. De podcasts y similares no tengo ni idea, pero voy directo adonde me mandas.
ResponderEliminarJa ja ja, la lluvia en el metro. Creo que sé quién eres… Mándame un correo a garostegi arroba yahoo punto es. ¡Qué curiosidad!
Saludos a los dos.
Tengo muy buen recuerdo de este clásico nacional, pero ahora después de leer tu post me apetece mucho revisarla. Por otra parte me ha encantado leer e ilustrarme con ese intercambio de comentarios que has tenido con Guzz. Saludos.
ResponderEliminarBueno, Johnny, se esperan tu revisión y tus comentarios también. No sé si sabías que "El sol del membrillo" fue elegida la mejor película de los años noventa en una encuesta hecha en Toronto a directores de filmotecas de todo el mundo. Es uno de los mejores directores de la historia del cine, nada tiene que envidiar a sus admirados Chaplin o Nicholas Ray, pero aquí nadie dice nada.
ResponderEliminarSaludos.
Te he contestado en mi blog, pero ahora he dudado si debiera hacerlo en el tuyo. Bueno, supongo que no tiene importancia. No obstante, repito aquí el párrafo referido al texto que dedicas en "Ragged Glory" a "EL ESPÍRITU DE LA COLMENA". Limpio de polvo y paja, certero y muy pedagógico. A buen seguro que habrá arrastrado a más de uno/a a ver o revisar la película de Erice.
ResponderEliminarExisten obras maestras que poseen un grado de fascinación y misterio, de belleza insondable, que el término "obra maestra", tal vez por su tópica o banal utilización las más de las veces, se nos antoja insuficiente y reductor cuando lo aplicamos a obras como la que ahora nos ocupa.
Un saludo.
Ojalá alguien se haya animado a ver la película tras leer esta entrada, Teo. Gracias por tu cometario.
ResponderEliminarUn abrazo.