De homenajear a Antonio Chacón a compartir escenario con Sonic Youth va un mundo: el mundo intransferible y singularísimo de Enrique Morente. De maestro del cante flamenco a músico integral y aglutinador, dominado por la curiosidad y el empeño investigador, Morente construyó en vida una obra rica, heterodoxa y, sobre todo, libre, cuyo mérito a buen seguro aumentará el dictamen de Cronos. Y de entre los discos que la componen, quizá el más atrevido y polifacético sea El pequeño reloj, exquisita producción de 2003 que sucede en el tiempo a grabaciones no menos soberbias y cruciales como Omega o Lorca.
El álbum se sostiene por una estructura sorprendente que dice mucho de la idiosincrasia de Morente, que a esas alturas todavía era vista como una provocación por la intelligentsia purista, y no como el despliegue creativo de una sensibilidad exacerbada. Los diez primeros temas de El pequeño reloj se mueven por los palos tradicionales, pero cuando entramos a analizarlos uno a unos descubrimos que:
- Tres de ellos (A Ramón Montoya, A Manolo de Huelva, Caña del tío José "El Granaíno") están cantados por Morente sobre grabaciones de los años treinta de los históricos guitarristas, la primera de Ramón Montoya, las otras dos de Manolo de Huelva. Es decir, se utilizan técnicas modernas para conectar el presente con el pasado, haciendo de la tradición, vanguardia (y viceversa).
- En otros tres (El pequeño reloj, Policaña y Bulerías de Bécquer) suena el bajo eléctrico de Alain Pérez.
- Alegría Sabicas es una "Grabación realizada por Enrique Morente en un fiesta familiar", tal y como especifican los créditos del disco, otra mirada atrás con el genio navarro a las seis cuerdas españolas.
- Plaza Vieja está "Grabada en directo en Almería, 1990", siendo está vez Tomatito el guitarrista.
Calles de Cádiz y Cinco ventanas completan los diez cortes de esta, digamos, primera parte. Y es entonces —todo parece transitar por la normalidad flamenca (aún sin miedo a actualizarla o a jugar con ella, como hemos visto)— cuando Morente se adentra en el latin jazz (así lo llaman) de la mano de la trompeta de Jerry González y la batería de Horacio "El Negro". Caramelo de Cuba se alarga hasta los nueve minutos, por si hubiera alguna duda de las intenciones, de los planteamientos del cantaor. Alain Pérez, el cajón del Piraña y las teclas (creo, no están acreditadas) de Caramelo componen la otra mitad de este fantástico Enrique Morente Sextet ad hoc. Vendiendo flores vuelve al territorio de Policaña y Bulerías de Cádiz, haciendo que nos preguntemos si lo anterior no habrá sido una excepción, un sueño. Nada más lejos de la realidad; es más: todo lo contrario. Durante más de quince minutos asistimos absortos a un cierre sobrecogedor en dos movimientos que explicita sin reparos la tendencia ideológica de su autor: Alegato contra las armas, una adaptación de la famosísima sonata de Beethoven Claro de Luna, en la que Morente es respaldado por Javier Limón (piano) y Caramelo (teclados); y Reloj molesto (para Lula, esperanza de Brasil), una pieza inclasificable en la que la guitarra del Niño Josele, las voces espectaculares de Enrique Morente, su hija Estrella (también excelente, por cierto, en A Ramón Montoya y El pequeño reloj), Soleá y Pelota y los arreglos y programaciones de Carlos Jean llevan el disco, en su último tramo, a una suerte de abstracción armónica que es puro éxtasis.
Antes de fallecer en 2010, todavía tendrá tiempo Morente para cantarnos que Sueña la Alhambra o hablarnos de Pablo de Málaga. Se detendrá, pues, El pequeño reloj de su vida, pero no el de su arte, que con trabajos como el que hoy nos ha ocupado sigue emocionándonos por su exigencia, su capacidad de indagación y su ruptura de fronteras. Siendo tan grande en su terreno original, el mérito es doble.
Me dejas a cuadros, querido. No conocía el eclecticismo de este hombre, que por una pena, ha supuesto no sólo una enorme perdida para el flamenco, sino para la escena musical española. Tu entrada me ha despertado la curiosidad acerca de este hombre, un abrazo, Gonzalo.
ResponderEliminarImpresionante Gonzalo, no dejas de sorprenderme, todo esto me viene enorme, algún día llegará seguro pero hoy en día solo puedo admirar la sabiduria ajenta en ciertos palos musicales.
ResponderEliminarGracias por compartir sabiduria.
Abrazo.
Curiosidad que si sacias te puede dar muchas alegrías, Alex.
ResponderEliminarLe vi en directo en la gira de "Omega" con Lagartija en Estella, un concierto maravilloso, Jose. Muy grande, Morente.
Gracias, Addison. La obra de Morente es un mundo de bellezas varias.
Un abrazo para los tres.
Lo único que controlo de Morente es el Omega con Lagartija Nick. Y desde entonces que creo que debería indagar en él. Después dices, grandmaster. Vamos a ver, a mi me encanta irme de una isla paradisíaca al desierto, de la nieve a la playa, de un callejón oscuro a una avenida muy transitada. Y por aquí anda casi todo. Abrazos.
ResponderEliminarEl último que hizo antes morir, y que comento, "Pablo de Málaga", te podría gustar si lo hizo "Omega", Johnny. Es un disco descomunal, aunque también "El pequeño reloj" lo es. Te prometo nuevo viaje con la siguiente entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Enrique Morente era un espíritu libre, como deben ser los artistas. Ni corsés, ni etiquetas, ni fronteras. La música es un lenguaje ancestral y universal, los genios saben que es posible y hasta necesario casar la tradición con la vanguardia, porque, en esencia, es lo mismo, silencio bien cortao y sentimiento. La raíz, las ramas, todo forma un árbol. No me toques las palmas que me pongo lírica, Gonzalo. Pat Metheny habla en este vídeo de curiosidad, y es verdad, qué importante es la curiosidad para crear, para avanzar...
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=VhHtUwqUke4
Besos!
Y tan lírica, hija. "Silencio bien cortao y sentimiento", me quedo con eso.
ResponderEliminarUn abrazo, Lu.
Yo vine ayer a decirte que ya tengo tu libro, Gonzalo, pero empecé con Enrique Morente y terminé por las ramas de los árboles, se me fue la idea inicial a tomar viento. Ya te contaré, pero primero me tengo que terminar el que estoy leyendo, que por cierto te recomiendo muy mucho si no lo has leído aún, "Los gozos y las sombras" de tu tocayo Torrente Ballester. Apasionante. Recuerdo que había una serie en la tele, pero era "para mayores" y yo demasiado pequeña para verla. En cuanto lo termine pienso hacerme con ella, tiene que ser buenísima.
ResponderEliminarBesos!
Hace unos veinte años que disfruté de sus tres volúmenes, Lu. Fue una época en la que leí bastantes libros de Torrente, de los que te recomendaría su "Don Juan", divertidísima y estupendamente escrita revisión del mito andaluz, y "Filomeno, a mi pesar". La serie de "Los gozos y las sombras" no la he visto, solo partes sueltas de algún capítulo, creo que salía Charo López, ¿no?
ResponderEliminarGracias por hacerte con mi novela, ojalá te guste.
Un abrazo.
Ahora se me borra el comentario, qué coñazo. Decía que de Torrente Ballester sólo había leído "La saga fuga de J.B.". Bastante espeso, me costó entrar, pero tener paciencia tuvo su recompensa. Seguiré leyendo cosas suyas, me parece un escritor magnífico.
ResponderEliminarBesos!
Tengo que reconocerte que yo, amante de los grandes tochos y victorioso de casi todos ellos, no pude acabar con "J.B.". Eso fue hace mucho, así que seguiré tu recomendación y me volveré a enfrentar con él.
ResponderEliminarUn abrazo, Lu.
Se me olvidaba: a mediados de los noventa, tuve la suerte de cenar con uno de su muchos hijos y le dije que no había podido con "J.B.", pero que me encantaban los otros libros que de Torrente había leído, especialmente "Don Juan". Me dijo que éste era el favorito de su padre y que dejara "J.B." para cuando fuera mayor, je je je. Así que os haré caso al hijo del maestro y a ti.
ResponderEliminarOtro abrazo.