viernes, 8 de febrero de 2013
Soy caminante
Aunque sin él grabará el crucial La leyenda del tiempo, lo mejor de la obra de Camarón de la Isla se encuentra entre 1969 y 1977, cuando Paco de Lucía le acompaña a la guitarra, logrando ambos una cotas de lucidez artística sin parangón en la música española. La fusión de los dos genios gaditanos dará lugar a una serie de discos en los que el toque de De Lucía y la voz de Camarón irán alumbrando una forma nueva de abordar el flamenco, pero en la que siempre será protagonista la impresionante fuerza del de San Fernando.
En este Soy Caminante de 1974 del que nos ocupamos, sexto de sus elepés, lo expuesto queda demostrado de sobra. Bien sea, entre otros palos, por bulerías en el tema que da título al álbum o en Me dieron una ocasión (acercándose de refilón a Las Grecas, que acaban de arrasar con el Te estoy amando locamente); por seguiriyas (o seguirillas), abriéndose en canal al hablarnos de Las penas de mi mare, y provocándonos un escalofrío al escucharle cantar "Las penas de mi mare / también son las mías / las que yo tengo pensando en ella / a mí se me olvían"; por tangos: Qué desgraciaitos son, con un Paco de Lucía extraordinario; o bordando el taranto (la taranta, por ser exactos) en Se pelean en mi mente, Camarón se nos presenta con ese don que parece hacerle inalcanzable y le convierte en un cantaor que, absorbiendo todas las tradiciones, las expulsa a su manera para dejarnos sin palabras, o, como mínimo, sembrando de dudas las que utilizamos al intentar verbalizar su categoría inmensa.
Si hace unos días nos servíamos de Sam Cooke para mandar a paseo esas barreras artificiales que entre músicas de origen culto o popular se crean, la figura de Camarón de la Isla nos viene que ni pintada para reafirmarnos en nuestros postulados. Porque ¿pueden las adalides de dicha separación afirmar sin rubor que lo que contiene Soy Caminante no es arte de primera categoría, sea cual sea su procedencia? La intensidad y la belleza que llegan a nuestros oídos nos dicen que, si son honestos, no. Que lo sean o no, ya es otro cantar (nunca mejor dicho) que a nosotros no nos concierne.
"La intensidad y la belleza que llegan a nuestros oídos" es brutal amigo! Y decir que aun hay gente que no se ha abierto a este genio por puro prejuicios!
ResponderEliminarA+
De Camarón tan solo he escuchado "La Leyenda del Tiempo" y aunque me gustan -y mucho- los temas menos ortodoxos me cuesta más "entrar" en los más tradicionales. De todos modos adjetivos que usas como "intensidad" y "belleza" le van como anillo al dedo a una voz como la suya.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarEl tema La leyenda del tiempo me parece una maravilla, y eso que yo no controlo demasiado de flamenco y me temo que Camarón tenga canciones mejores, sobre todo para el aficionado y entendido de este estilo. Paco de Lucía es un dios de la guitarra, un genio indiscutible.
Un abrazo, Zalo.
Recuerdo hace mucho tiempo, cuando trabajaba de comercial vendiendo lubricantes, iba yo en mi Opel Vectra escuchando, una y otra vez, en la casette las dos cintas del "Autoretrato", antología de Camarón publicada por Philips en 1990. Recorría los polígonos industriales de Madrid, lugares paradisíacos muchos de ellos, y juro que según oía una y otra vez las cintas tenía un nudo en la garganta de la emoción que me producían. Pasé ese verano unas semanas en Inglaterra y yo me decía para mis fueros..."estos ingleses no tienen ni puta idea de lo que es la música, si oyeran a Camarón..."
ResponderEliminar¡Grande Camarón!
Saludos,
JdG
Discazo. Tengo un buen puñado de singles de Philips de esta época que son sagrados para mí, tesoros que conservaré hasta el final de mis días. Como bien dices (y dejando a un lado el pedazo de quiebro que se marcó con "La leyenda del tiempo"), la mejor época de Camarón, el cantaor más grande del mundo mundial en mi humilde opinión. Yo lloro cuando escucho a Camarón, Gonzalo, es algo superior a mí. Podemos teorizar sobre música hasta el infinito, blablabla, pero hay artistas con un don natural para expresar sentimientos que te dejan mudo y con las patas colgando. Es el caso de Camarón y de unos cuantos más, las palabras se quedan cortas e incluso están de más, sobran.
ResponderEliminarNos vemos pronto. Besos.
Tanto el jazz como el flamenco me son bastante ajenos, gracias a ti mantengo la esperanza de llegar algún día a disfrutar de estos géneros sin duda grandiosos. De momento me contento leyendo a los maestros.
ResponderEliminarSalud camarada.
Pena de prejuicios, Tsi. Ellos se lo pierden.
ResponderEliminarTe entiendo, Agente. Yo debo de ser raro en esas cosas, porque nunca me ha costado nada entrar en el flamenco, el jazz o el dodecafonismo. EL "Tago Mago", por ejemplo, me gustó desde la primera escucha, al igual que el "Never Mind The Bollocks", no tuve que hacer ningún esfuerzo raro ni nada similar.
Ambos son genios, Javier, y juntos ni te cuento. "La leyenda" es un disco excepcional, un paso adelante, pero la obra anterior de Camarón es imprescindible.
Tenía yo también esa doble casete, Javier, y recuerdo la misma emoción… aunque no por tan ilustres polígonos, ja ja ja. Los ingleses y los gringos no suelen mirar fuera, no, pero, si no recuerdo mal, Jagger y Prince sentían gran admiración por el de San Fernando.
No llego yo a llorar, Lu, pero casi. Comparto lo que dices, lo de Camarón es tal avalancha de sensaciones que las palabras se deshacen (de ahí mis dudas en el segundo párrafo). Sí, nos vemos en dos semanas. Carlos Savoy Truffle y yo vamos seguro, e igual hay alguna sorpresa. Mándame un mail (está en mi perfil) con tu número de móvil antes de venir, así quedamos para tomar algo.
Como te pongas no paras, Addison. Lo que pasa es que luego se acumulan los miles de discos a escuchar, je je je.
Abrazos para todos, amigos flamencos.
Bueno, bueno, querido Gran Gonzalo y tocaste la pierda angular. Buena disección de un gran disco, pero como bien dices la época 1969-1977 es para enmarcarla, aunque yo me ciño más a los años del 73 al 77, y dirás tú, ¿porqué? Muy sencillo porque es más o menos a partir de ese 1972-73 cuando ya Camarón tiene la voz rota o partía y entonces lo borda, y con Paco de Lucía a la guitarra en plan estelar... BRUTAL.
ResponderEliminarHace un tiempo hice un cd de Camarón para el coche y para pinchar (tengo toda su discografía) y metía un par de temas de cada disco (más o menos) de esa época... y lo iba poniendo en el coche con mi padre (yo no le dije nada) y me dice: ¿Quien es este? (Iba cronológico) y le digo Camarón... y me padre me dice... no... avanza hasta cuando tenga la voz rota... y llegué al 72, 73 (octava canción más o menos) y saltó mi padre "ESTE ES CAMARÓN" y qué guitarra la de Paco de Lucía... MONSTRUOS!!!
Un abrazo.
Me quito el sombrero ante tu padre, Savoy. Y muy acertado tu comentario sobre la voz rota. Podemos hablar de "Arte y majestad" o "Rosa María", pero nunca sonó mejor ese quejido quebrado que en la "Nana del caballo grande", el sublime tema que cierra "La leyenda del tiempo".
ResponderEliminarUn abrazo.
Mi padre ha oído mucho flamenco, desde Porrina de Badajoz, hasta Camarón, a todos los grandes los tiene revisados.
EliminarSi te das cuenta en ese período 73-79 es un Camarón en plenitud, antes de que agentes externos empiecen a fastidiar su voz.
Un abrazo.
Un grande, tu padre, Savoy. De acuerdo con el segundo párrafo, aunque todavía tuvo momentos muy buenos después. Mira el directo en París con Tomatito de 1987.
ResponderEliminarOtro abrazo, figura.
Camarón me gusta, grandmaster, pero ni lo he oído suficiente ni me siento preparado para valorar a un artista de su dimensión como se merece. Eso sí, estoy seguro de que todos tenéis razón en vuestros elogios. Uno de mis últimos viajes por Cádiz hace un par de años estuve comiendo en un bar que frecuentaba en San Fernando, mucha grandeza. Abrazo.
ResponderEliminarSon elogios más que merecidos, Johnny. En verano escuchamos algo entre Young y Young.
ResponderEliminarUn abrazo.
No tengo palabras para describir a estos genios. Me ha traído muchos recuerdos personales tu artículo. Un abrazo y un muy buen artículo, Gonzalo.
ResponderEliminarGracias, Rubén, me alegro por partida doble.
ResponderEliminarUn abrazo.