domingo, 13 de octubre de 2013
Otis Spann Is The Blues
Más conocido por formar parte del espectacular grupo de Muddy Waters —probablemente incluso por colaborar con maestros de la talla de Bo Diddley, Howlin' Wolf o Buddy Guy—, Otis Spann dispuso también de una carrera en solitario en la que brillan con luz propia las dos lecciones de piano y blues extraídas de una sola sesión de 1960 junto con el guitarrista Robert Lockwood, Jr. (alumno de Robert Johnson). Si Walking The Blues verá la luz dos años después de que Spann haya fallecido en 1970 con solo cuarenta, el disco que hoy nos ocupa (Otis Spann Is The Blues) lo hará en el mismo año de la grabación. Que nadie espere aquí —ni en la música de Spann— flirteos con el rock and roll o, al menos, el rhythm and blues: esto es blues; de la escuela de Chicago (que no solo de neoliberales abyectos viven en dicha ciudad las escuelas) y eléctrico (de la mano de Lockwood), pero blues. Los vocablos sentimiento y emoción, tantas veces utilizados, adquieren en este disco su máxima expresión, pues los dos músicos que lo protagonizan vacían sus tripas en las interpretaciones. En contraposición a otros gigantes del piano y el jazz de formación académica, Spann no cesa de arrancar notas urgentes al teclado, haciendo de la acumulación virtud y descartando de su arte cualquier eco de la música clásica europea como el que sí es evidente —no hago juicio de valor alguno— en el de contemporáneos como Bill Evans o Dave Brubeck. Del barrelhouse al boogie-woogie, Spann y Lockwood, parafraseando a Lou Reed, pasean por el lado popular de la música, el que llevan inscrito en sus genes, y en el que los conceptos prístino y moderno se engastan con naturalidad. Deviene, así y a su manera, perfecto el primer elepé a nombre de Otis Spann, obra maestra del género que también se beneficia de la viveza de la voz de sus dos hacedores. Otis Spann Is The Blues: así reza el título y así lo corroboramos.
Efectivamente Gonzalo, estamos ante uno de los padres del blues de Chicago y ahí es nada; las grabaciones a las que haces referencia son canela fina y obras imprescindibles tanto por él mismo como por los músicos que intervienes, y esto me lleva a hablarte de una auténtica obra maestra que no debe faltar en ninguna discoteca, el gran "The Biggest Thing Since Colossus", obra póstuma que hace en colaboración con los Fleetwood Mac de Peter Green en una gira que hicieron en el 60 por los USA, no dejes de escucharlo. Saludos
ResponderEliminarYo diría que es mi pianista de blues favorito, y mira que tiene competencia.
ResponderEliminarY es que estamos hablando de un tipo que mamó de primera mano todos los antecedentes posibles del blues de Chicago. Como tantos otros llegó a la ciudad buscando fortuna, pero él además acabaría dando forma a uno de los estilos o variaciones del blues más interesantes y ricas, tanto que yo diría que fue un renacer del género, vaya.
Muchas gracias por la recomendación, Antonio. Conozco la grabación, pero nunca me he acercado a ella, así que tus palabras me van a animar.
ResponderEliminarPosiblemente el mío también, Scott. Estoy de acuerdo contigo, por eso hablo de que "los conceptos prístino y moderno se engastan con naturalidad".
Un abrazo para los dos.
Pianista de lujo, participante en numerosas sesiones, tanto en vivo como en directo, de muchos otros tantos bluesmen clásicos...entre las que me viene ahora a la memoria la del American Folk and Blues Festival de 1963 (a una de cuyas grabaciones dediqué una entrada hace tiempo). El piano, creo que, es un instrumento minusvalorado en el mundo del blues, del que hay grandes intérpretes como Otis Spann o Champion Jack Dupree, que merecen ser tenidos y en cuenta y recordados...
ResponderEliminarUn abrazo.
Desde luego, Aurelio, no se debe minusvalorar a pianistas como Spann y Dupree; solo ellos ya serían suficientes para que el piano fuese un instrumento de primerísimo nivel en el blues.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo recordar que es éste disco mi última adquisición "bluesera", ya hará un añito o así. Siempre que lo escucho tengo la sensación de volver a entrar en el corral del más original blues, aquel que recoge los lamentos de los "cottonfields", antes incluso de las grabaciones de Robert Johnson y de la electrificación de la escuela de Chicago. Junto a Son House, uno de mis grandes favoritos.
ResponderEliminarHay que volver a este tipo de artistas con mucho mayor frecuencia.
Abrazos,
JdG
Artista y grabación esenciales, cierto, Javier. Puro blues, aun eléctrico. A ver si volvemos más a gente similar: de momento me paso al rock con cinco perlas sobre las que voy a escribir, si me da tiempo, en lo que queda del mes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la reseña, ya tenía otras referencias del gran Otis, por supuesto la que cita AntonioR, pero no esta, cosa que he subsanado hoy por pura casualidad.
ResponderEliminarEl caso es que leí tu reseña el lunes y me percaté de la ausencia de este álbum en mi discoteca y hoy he recalado en uno de esos antros de perdición llamados tiendas de discos; rebuscando por cajones y estantes he llegado al cajón con la etiqueta BLUES, por pura costumbre he empezado a pasar discos y, mira por donde, se ha cruzado este vinilo y he cambiado la cara y lo he hecho mío...
Ahora lo desprecintaré y lo disfrutaré.
Así que nuevamente gracias.
Cómo me alegro, revolver. Ya veras, vas a disfrutarlo como un poseso. Yo lo tengo también en vinilo, pero en una edición muy cutre de una colección de hace años que, por fortuna, sigue sonando fenomenal.
ResponderEliminarGracias y a ti, y un abrazo.