lunes, 21 de julio de 2014
Thelonious Monk Plays The Music Of Duke Ellington
De la relación de Thelonious Monk con Riverside Records saldrán obras tan excepcionales como Brilliant Corners, Monk's Music o su colaboración con John Coltrane, pero también hay que destacar este acercamiento a la música de Duke Ellington registrado en julio de 1955. La idea de que el primer elepé para Riverside se centrara en la música del gran maestro del jazz fue sugerida por la propia compañía —según palabras del productor, Orrin Keepnews— "para dar al álbum una cierta coherencia y para estar seguros de que el material sobre el que trabajara Monk fuera apropiado para él". Excusatio non petita, accusatio manifesta —siempre ha habido que vender discos—, el infantil pero comprensible eufemismo de Keepnews —persona que, aclaremos (salvo descubrimiento futuro), goza de todos mis respetos— en las notas originales que acompañaban la grabación del pianista, tiene como contraposición otra observación totalmente cierta: sin perder su personalidad, Monk "no comete el error de tratar las composiciones de Duke como meros vehículos". Absolutamente. No es que aquél ni sus acompañantes (Kenny Clarke y Oscar Pettitford, batería y contrabajo respectivamente) renuncien al bebop al que han ayudado a formar (y les ha formado a ellos), sino que los temas de Ellington tienen una personalidad tan grande y unas melodías tan excelsas que para romperlos y deconstruirlos completamente es mejor no trabajar con ellos. Así, conjugando su lenguaje con el del autor de Sophisticated Lady, Thelonious Monk deja una serie de improvisaciones bellísimas en las que el balance entre el respeto y la audacia lo equilibra el sustantivo elegancia, con el que también tiene mucho que ver la base rítmica. Thelonious Monk Plays The Music Of Duke Ellington, en definitiva, nos enseña una cara menos revolucionaria del pianista pero que afirma su habilidad para cambiar (relativamente) de registro sin perder un gramo de prestancia. La de un genio homenajeando a otro sin salirse de sus líneas maestras, pero otorgándoles su particular dinamismo.
Me ha convencido esa visión que apuntas del balance entre el respeto y la audacia, resumiendo en la elegancia interpretativa de Monk & Cia la visión final que hacen de la obra del gran Duke.Otra obra a tener en cuenta.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Pues este disco no lo conocía, ni siquiera de haber leído sobre él (lo que es bueno y malo al mismo tiempo je je je). Monk -Ellington, por descontado-, hace unos días Trane, antes Coleman; estas optando por los artistas de personalidad más irreductible de la historia. Por cierto, bastante más bonita la portada que encabeza tu reseña que la segunda.
ResponderEliminarUn abrazo grande, Gonzalo.
Alucinante. Eres un libro abierto, Gonzalo; curiosamente estaba escuchando el directo de Ellington en Newport y se me ha venido a la mente tu nombre. Ahora que me estoy alejando del rock y el metal, a ver si uso tu blog como termómetro musical en el jazz y el blues.
ResponderEliminarSeguro que te gusta si lo escuchas, Javier.
ResponderEliminarHablamos, ya lo sabes, de mis favoritos. Sí, mucho mejor la primera portada, sin duda, Agente.
Gracias, Alex. Sabes de mi admiración por tu blog: te veo pronto hablándonos de Freddie Hubbard o Max Roach.
Abrazos para los tres.