lunes, 8 de junio de 2015
Duke Ellington & John Coltrane
Uno no se sienta un 26 de septiembre de 1962 en un estudio de grabación y, de la nada, graba un disco tan soberbio como el que aquella jornada de luz unió a Duke Ellington y a John Coltrane. Los años de aprendizaje, el reconocimiento mutuo y toda la historia del jazz se dieron cita —concentrados y sublimados— con el fin de producir un elepé en el que no hay nota, melodía, sonido o ritmo desechables. Aunque el protagonismo de Coltrane es mayor, la comunión entre ambos músicos es absoluta, funcionando como un cuarteto en el que se alterna (e incluso mezcla) la base rítmica de cada uno.
La versión de In A Sentimental Mood, primero de los siete cortes del álbum, traduce como pocas veces se ha hecho el humor que explicita su título. La bellísima plasmación de su motivo (debido a Duke Ellington) en la introducción es seguida del sosiego melancólico de Coltrane y Ellington —apoyado en la indispensable labor de Elvis Jones y Aaron Bell—, cuya clase e introspección derrite almas y encandila sensibilidades. Take The Coltrane es una composición-homenaje de Ellington que contiene la clásica exhibición de Coltrane, Jones y Jimmy Garrison, aun sin pisar terrenos de salvajismo extremo. Repiten pasión y modales el saxofonista, el baterista y el contrabajista en Big Nick, única aportación escrita de Trane al disco, que aquí cambia el tenor por el soprano, mientras que Duke Ellington contribuye con el ritmo de sus teclas y un pequeño y elegante solo. En Stevie y My Little Brown Book, Elvin Jones y Jimmy Garrison son sustituidos por Sam Woodyard y Aaron Bell, compañeros de viaje de Ellington y su orquesta a principios de los sesenta. No tan espectacular como Jones (misión imposible), Woodyard demuestra su habilidad con las baquetas y su delicadeza con las escobillas, al igual que Bell su destreza para adaptarse a cualquier tempo o textura. El primero de los cortes es dominado por el saxo tenor de Coltrane —violento en algún instante y absolutamente inspirado— y completado por el swing de Duke Ellington. My Little Brown Book es una balada de Billy Strayhorn en la que Coltrane nos enamora, si bien los platos y la caja de Woodyard suenan igual de precisos y emocionantes. Al igual que Stevie, Angelica es un tema compuesto por Ellington que fusiona boogaloo primitivo y hard bop, pero que acaba siendo la enésima demostración de fuerza, talento y vida de John Coltrane. Si Elvin Jones y Jimmy Garrison habían recuperado aquí su trono rítmico, The Feeling Of Jazz (Duke Ellington, George Simon, Bobby Troup) pone la guinda al suculento pastel devolviéndoselo a Sam Woodyard y Aaron Bell. El nombre del tema (y sus maravillosas sensaciones) nos viene que ni pintado para resumir y fijar lo que posee la música que hemos trasladado al lector, pues si las letras del término jazz fuesen sustituidas por cuatro de sus intérpretes para ser reescrito, no hay duda de que John Coltrane y Duke Ellington serían dos de ellos. Y el álbum que los traía de la mano no hacía sino corroborarlo.
Un encuentro estelar, como el que por esas fechas protagoniza el propio Duque con Mingus y Roach, para sublimar pasado, presente y futuro del jazz. Lo mejor es no decir nada, darle al play una vez más y dejarse llevar por el 'sentimental mood'.
ResponderEliminarAbrazos.
Veamos, ¿tú tienes una colección de discos o una joyería?, porque es que no te dejas ni uno.
ResponderEliminar¡Grande!
Buena semana.
Sin olvidarnos del tercer encuentro, querido Agente, el de Coleman Hawkins, aunque éste mire más bien al pasado. Menudo comienzo, el de "Sentimental Mood".
ResponderEliminarBueno, es que solo hablo de los discos buenos, Sergio, je je je. Lo de coleccionar es por conocer, y una buena excusa para escribir.
Abrazos.
Se te nota pasión en las palabras, Gonzalo. No escuché este álbum aunque hace unos pocos días tuve en las manos una reedición en las manos y estuve tentado... Álbumes de jazz habrá buenos y malos, o que nos gusten más o menos, pero hay que reconocer que este género gana al rock en espontaenidad, pues lo que escuchamos en la grabación es fruto de la inspiración del momento, del feeling entre instrumentistas, es puro directo.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo dudes la próxima vez, Aurelio, y hazte con él. Es difícil encontrar discos malos de jazz anteriores a los setenta, la verdad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy de acuerdo con el agente Cooper. Este disco es para oirlo y volverlo a oir. Pero tengo que destacar que "My little brown book" me pone la carne de gallina.
ResponderEliminarEl tema que citas, Luis, es una delicia total.
ResponderEliminarSaludos.