martes, 8 de septiembre de 2015
Go Girl Crazy!
Primer disco punk o eslabón protopunk entre el segundo de los New York Dolls y el debut de los Ramones —escoja el lector lo que desee—, Go Girl Crazy! (1975) es la carta de presentación de uno de los grupos más deliciosos e imprescindibles de la historia del rock and roll, favorito innegociable de esta casa: los Dictators. Todavía formalmente un cuarteto (Handsome Dick Manitoba es el "Arma Secreta" que esconden los créditos), la banda de Andy Shernoff huye como de la peste de las grandilocuencias sinfónicas y progresivas sobre las que vomitará el punk rock para acercarse a la sencillez primigenia y seminal de la música del diablo. Las melodías y las letras de los sietes temas de Shernoff y las dos versiones escogidas remiten constantemente a la diversión, a la fiesta y a la (eterna) adolescencia, si bien los furibundos solos de la guitarra de Ross The Boss —técnica, fuerza y pasión de la mano— y los riffs de la de Top Ten crean un sonido muy peculiar que introduce en el grupo trazas de hard rock, dándole una personalidad que le hará difícil casar con exactitud en esta o aquella escena o estilo. Añádase un gusto por el cachondeo constante y la ironía desmitificadora de Andy Shernoff —vocalista principal del disco a pesar de que Manitoba ya pega cuatro alaridos—, y tendremos el plano general al que vamos a acercarnos en sucesivos travellings.
Más conocido por la réplica que de él han hecho Ramones, Hanoi Rocks o Turbonegro, el riff de The Next Big Thing tarda casi un minuto en hacer acto de aparición, pero cuando empieza a sonar se apodera de la canción que lo contiene y —excepto el tramo en el que Ross The Boss castiga su instrumento con un tremendo punteo— ejerce su dominio durante el resto del corte. I Got You Babe es la macarra apropiación que los Dictators hacen del clásico de Sonny & Cher que, años después, despertará día sí, día también a Bill Murray en la inolvidable comedia Atrapado en el tiempo. Back To Africa une reggae y high energy y encierra a un Ross The Boss desatado, feroz en esta "vuelta a África". La filosofía de la banda a la sazón —y su sentido del humor— queda clara en Master Race Rock, pues:
"Podemos sudar y apestar
Podemos comer y beber
No hacemos lo que nos dicen
¡Y nos da miedo crecer!".
Teengenerate y la lectura del mítico California Sun son dos joyas que, entre el punk y el power pop, desprenden alegría, felicidad y las ganas de comerse el mundo que Andy Shernoff, Stu Boy King, Ross The Boss y Top Ten trasmiten al oyente mediante, respectivamente, bajo y voz, batería y guitarras. Two Tub Man es una de las piezas más agresivas del álbum, y en ella quien es roadie, mascota y amigo —Manitoba— reclama el puesto que en breve será suyo: el de cantante oficial del huracán neoyorquino. Himno definitivo de los Dictators, Weekend celebra el fin de semana y, bajando a tierra el concepto abstracto, lo eleva a categoría propia "conduciendo el coche de papá", haciendo "los deberes en el bar" y "pellas y emborrachándose" o "comiendo en el McDonald's" como Bobby el "punk local". (I Live For) Cars And Girls pone fin al magnífico canto hedonista que es Go Girl Crazy! con una declaración de principios digna de un Epicuro desenfrenado… o de una estrella del rock and roll. Valiéndose de los primeros Beach Boys y los MC5 de Back In The USA, Shernoff nos hace saber que "no hay nada más" que los "coches y las chicas", arduo problema para los gays sin carné de conducir que la banda, al menos por aquel entonces, no creo que pudiera o supiera resolver.
Comienzo de una carrera sobresaliente en el plano artístico pero reacia al éxito comercial, el primer elepé de los Dictators se mantiene fresco y entrañable cuatro décadas después de que Epic lo publicara, acertadísima descripción de un tiempo en que la carne es joven, la vida se dispara y la ilusión todavía no ha entrado en declive. El tiempo perfecto para rescatar al rock and roll de la partitura y los estadios y devolverlo a la calle y a los clubs nocturnos.
Efectivamente es un disco muy apropiado para hacerlo tronar estos días, para curar heridas de vejez decrépita prematura.
ResponderEliminarDictators ocupan plaza en ese extraño lugar en el que el éxito comercial queda relegado a un segundo lugar, venciendo el espíritu que insuflan los temas, fuvenil actitud y eternidad. Un disco mítico sin duda. Me gusta hasta la versión de Sony y Cher que es un tema al que tengo manía (no se porque).
Un abrazo Gonzalo.
El sonido es vida.
ResponderEliminarHom-bre, ¡Clasicazo de la vida!
ResponderEliminarMe da la impresión, además, de que es un disco un tanto "infravalorado" en el canon dictatorial (la sombra de "Bloodbrothers" es demasiado alargada, el fulgor hímnico de "D.F.F.D, cegador) sin embargo es un trabajo al que acudo cada vez más a menudo cuando quiero vérmelas con los neoyorquinos... Supongo que esa mezcolanza de rock de los 60's, trash-culture y guitarrazos dignos de los KISS de la época ha conseguido atraparme.
Rock-On!
Podían haber tenido éxito los Dictators, pero nunca se les pudo etiquetar con exactitud, y quizá eso hizo (unido a que su sentido del humor no gustaba a todo el mundo) que acabasen siendo un grupo de culto. Curaremos herida con Go Girl Crazy!, Addi.
ResponderEliminarEl de los Dictators desde luego, Víctor Hugo.
Hombre, Tyla, tiempo sin saber de ti. Sí que es posible que esté infravalorado ("Bloodbrothers" no admite rival en mi opinión), pero también yo me lo pongo bastante a menudo.
Abrazos.
Como mola la portada... ja, ja, ja. Gran disco y buena reivindicación.
ResponderEliminarAbrazos.
Sí, la portada es muy cachonda. Debo ser la persona que más reivindica a los Dictators en la blogosfera, Savoy, y ya estoy pensando en una nueva entrada sobre los neoyorquinos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sin duda un fundamental de una banda que ha tenido poca repercusión comercial. Vamos, lo que se puede llamar un infravalorado. Abrazo.
ResponderEliminarSé que te gusta, Johnny. Un pedazo de grupo en estudio y en directo, de los que nunca fallan.
ResponderEliminarUn abrazo.