miércoles, 14 de octubre de 2015
Hot Rats
"Esta película para tus oídos ha sido producida y dirigida por Franz Zappa." Así rezan las notas que acompañan a Hot Rats, el todavía deslumbrante álbum que en 1969 publicó aquel genio díscolo y provocador nacido en Baltimore. Y no es dicha frase adagio banal o mero juego de palabras. Las seis piezas que componen el elepé —instrumentales todas excepto Willie The Pimp, en la que canta Captain Beefheart— pueden ser perfectamente consideradas como los movimientos de una obra de cámara (también cinematográfica) escrita y guiada por Zappa en la que el rock y el jazz son utilizados por el compositor y los músicos que le acompañan para crear imágenes sonoras que se declaran independientes de los géneros (especialmente del primero) que —en teoría— constituyen su andamiaje.
Ya había dado Franz Zappa suficientes muestras de su carácter iconoclasta, aperturista y nada convencional con las Mothers Of Invention y su primer trabajo en solitario, Lumpy Gravy, pero, y a pesar de la sobresaliente categoría de sus grabaciones precedentes, con Hot Rats quizá huelle su cima artística, situándose en algún lugar desconocido, irreverente y tremendamente lúcido entre In The Court Of The Crimson King e In A Silent Way, publicados ambos asimismo en el último año de la década de 1960. La guitarra y la percusión del autor de The Grand Wazoo, el piano, el órgano, la flauta, los saxos y los clarinetes de Ian Underwood, los bajos de Max Bennett y Shuggie (Shuggy en los créditos) Otis, las baterías de John Guerin, Paul Humphrey y Ron Selico, los violines de Sugarcane Harris y Jean-Luc Ponty, la mentada garganta de Captain Beefheart y la no acreditada guitarra de Lowell George traducen las indicaciones de un Zappa alejado aquí de la parodia pop o de la vanguardia atonal y cercano, a su manera, al espíritu improvisador del jazz.
Hot Rats es una delicia continua que navega entre la provocación kitsch, el delirio psicodélico, el hard rock, las bandas sonoras, la fanfarria, el folk, el hard bop, el funk y el free jazz, si bien al confrontar sus sonidos cualquier descripción se hace, si no superflua, insuficiente, atrapados por las redes del genio —a quien imagino burlón desde su tumba— y su famosa sentencia: "Escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura". Se aleja pues Zappa de cualquier estereotipo (alejando asimismo a los intérpretes que viajan con él) para fabricar un elepé abracadabrante en el que los vocablos vanguardia, clásico, culto y popular —inventemos uno nuevo: vanclaculpo, para a continuación olvidarlo— no solo se funden, sino que son enviados al infierno de la universidad y la academia. Muerto relativamente joven en 1993, la carrera de Franz Zappa dará muchísimo de sí incluso después de su fallecimiento, pero creo sinceramente que la extraordinaria musicalidad de Hot Rats, la pasión que trasmite, su radical modernidad en 2015, cuando escribo este texto, y la sublimación práctica de su proyección conceptual convierten al álbum en la obra maestra absoluta del artista norteamericano y uno de los pocos trabajos realmente imprescindibles de eso que conocemos como la era del rock and roll. O nuestra era.
Ya tardaba Hot Rats en pasearse por RG jejeje. "Abracadabrante" me parece un adejtivo que le viene como anillo al dedo, al igual que inacabable, emocionante y retomando de nuevo tus palabras: "realmente imprescindible"... simplemente genial...
ResponderEliminarCierto, Agente, uno de mis discos favoritos y todavía no le había dejado un hueco aquí. Genial, eso es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tengo que meterme con Zappa y con este disco.
ResponderEliminarAbrazos.
Exelente artículo
ResponderEliminarSin falta, Savoy. De Zappa hay mucho y muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Ariel.
Abrazos.
Hot rats iba a ser un doble LP pero la miopía de reprise no lo consintió. Zappa estuvo tan inspirado en este disco que podría haber sido un triple LP.
ResponderEliminarCoincido con tu opinión disco imprescindible y para mi el mejor disco de Zappa.
Y un doble o triple igual de bueno quizás, Luis. Tiene Zappa discazos posteriores ("The Grand Wazoo", "Sheik Yerbouti"…), pero lo de "Hot Rats" es inigualable.
ResponderEliminarSaludos.
Extraordinario disco, que empecé a degustar demasiado tarde, pero que ha dejado un poso profundo en mí, como muy pocos discos lo han hecho. Utilizando las mismas referencias de la entrada, en cuanto a estilos musicales, lo calificaría como "FREE ROCK", en su más amplia acepción. Música sin fronteras, abierta, desbocada, imaginativa y creada como un objeto de orfebrería, tan delicada como poderosa, ideal para el momento en que se vive y para la memoria que la recuerda.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Free rock está bien, Javier. Música tal y como la describes, y, por ello, música que no envejece.
ResponderEliminarUn abrazo.