jueves, 5 de noviembre de 2015
Rust Never Sleeps
Culminación de una década colosal que encierra lo mejor de la obra de Neil Young con o sin Crazy Horse, si exceptuamos Everybody Knows This Is Nowhere, Ragged Glory y Weld, Rust Never Sleeps y el consecuente Live Rust (publicados ambos en 1979) cierran diez años llenos de vaivenes emocionales y dudas existenciales —ésos para los que el alcohol y las drogas son acicate con apariencia de remedio— que se agitan en una obra sentida hasta la médula y artísticamente inconmensurable. Títulos como After The Gold Rush, On The Beach, Tonight's The Night o Zuma son el reflejo poético de un hombre imperfecto siempre a punto de quebrarse que vuelca sus demonios y su lava interna en creaciones de una intensidad rara vez conocida en la música popular.
Rust Never Sleeps, el elepé del que vamos a hablar, en nada envidia a los hasta ahora citados y consta de siete temas registrados en directo en San Francisco y dos en estudio, aunque los capturados en vivo también llevarán retoques posteriores. Dividido en dos partes, acústica y eléctrica, que corresponden a cada una de las caras del álbum, éste comienza con tres cortes recogidos sobre el escenario a principios de 1978. My My, Hey Hey (Out Of The Blue), o "la historia de un Johnny Rotten" en la que se afirma que "el rock and roll está aquí para quedarse", Thrasher y Ride My Llama prueban por enésima ocasión que Young solo necesita de una guitarra y una armónica para hacer temblar los cimientos de cualquier oyente. Con Pocahontas retrocedemos a finales de 1975 (si no me equivoco) en el estudio de grabación y recordamos a la joven india de principios del siglo XVII, engarzada con Marlon Brando y el propio Young al final del tema. Sail Away debe su mecer country a haber sido grabada durante las sesiones de Comes A Time, el elepé previo a Rust Never Sleeps. A diferencia del resto de la cara 1, Neil Young es acompañado aquí por Karl T. Himmel, Joe Osborn y Nicolette Larson, batería, bajo y voz —respectivamente— que nos acarician hasta que la aguja abandona los surcos.
La segunda mitad del plástico es propiedad exclusiva de Neil Young y Crazy Horse, quienes, sacudidos por el punk y delante del público, se lanzan a roquear como bestias en el último tercio de 1978. Powderfinger, Welfare Mothers y Sedan Delivery proponen espléndidas un aumento de tensión que desemboca abrupto, descarnado y amenazante en Hey Hey, My My (Into The Black), reverso salvaje y noise de My My, Hey Hey (Out Of The Blue) que clausura el álbum con una explosión de violencia digna de Raw Power.
A pesar de que la década de 1980 no fue tan mala para Neil Young como se dice, cierto que habrá a esperar hasta la siguiente para encontrar en Ragged Glory, como decíamos, el mismo nivel que hallamos en Rust Never Sleeps, si bien Freedom ya había avisado en 1989 de que las cosas iban por muy buen camino. El camino de un maestro susurrante o feroz según se torne, pero siempre íntegro, sensible, vehemente y honesto. "Hey hey, my my / Rock and roll can never die": muy pocos pueden cantar algo tan manido y convencerte de que es cierto.
Genial Gonzalo, genial. Rust de Frías, sweet memories!
ResponderEliminarSiento debilidad por este disco, por el fuego y pasión que desborda, la década no podía cerrarse mejor, tiempo habría para otras obras cumbre más adelante.
ResponderEliminarGran reseña amigo.
Abrazo.
Enorme discazo, muy importante y abrasivo. Cierra una década de manera gloriosa.
ResponderEliminarAbrazos.
Leo tu comentario, Joserra, en el trabajo (precario, claro), lo que acrecienta mi nostalgia de aquellos días al contrastarlos con la necedad y el vacío circundantes. Gracias, majo.
ResponderEliminarGracias, Addison. También a mí me maravillan ese fuego y esa pasión que dices. El perfecto broche a una década.
Todos adoramos este disco, Savoy. No podía ser de otra manera.
Abrazos, gente.
Pues sí, amén a todo. De la Primera División de Neil Young. Abrazo.
ResponderEliminarPor lo que veo, aquí no hay fisuras.
ResponderEliminarUn abrazo, Johnny.
Chapeau Gonzalo!!! Un disco esencial en los rankins habidos y por haber, donde hay que firmar? la frase final claúsula de las claúsulas de la vida. Saludos!!!
ResponderEliminarMe convence incluso a mí, Chals, alguien totalmente ajeno a las tonterías del mundo del rock and roll (un mundo por el que cada vez siento mayor indeferencia, que a veces torna desprecio). Un disco esencial de un artista impagable.
ResponderEliminarUn abrazo.
No puedo ser objetivo cuando juzgo lo que ha hecho Young y este disco es muy bueno. Young me gusta hasta con una orquesta de jazz,
ResponderEliminarSiempre hay algo de luz en los discos de Young, hasta en los que no son tan excelsos como éste, Luis.
ResponderEliminarSaludos.