lunes, 8 de agosto de 2016
Goo
Goo: o cómo lo independiente y underground pasó a ser pasto de mayorías que el Nevermind corroboró, infló e hizo que no hubiera vuelta atrás. El fichaje de Sonic Youth por Geffen y la publicación en 1990 de su primer disco con la multinacional fueron vistos por algunos como una traición a una ética de trabajo indivisible de la estética musical que de aquélla se deducía. La escucha pormenorizada del álbum revela que, al menos en el caso del grupo neoyorquino, dicho planteamiento se releva como un sofisma apriorístico, pues no se pierde en el camino su frondosa radicalidad ni renuncian los autores de Sister a su cruzada noise y vanguardista. Propulsado por un Steve Shelley pletórico —el baterista que más me emociona de su generación—, el cuarteto se adentra en el mainstream con la intención de ganar adeptos sin mermar en absoluto su concepto artístico ni olvidarse de la libertad creativa. No viaja Sonic Youth a la fama, simplemente deja que se acerque siempre que el discurso, las estructuras y los acordes sigan siendo los que sus miembros pongan sobre la mesa, no los que se suponen necesarios para vender discos. Quien todavía a día de hoy mantenga que Goo altera fundamentalmente las premisas de Daydream Nation (incluso las de Bad Moon Rising, seamos tajantes) es que se guía por los prejuicios de un mundo en el que solo lo minoritario es auténtico y está prohibido entrar en una gran compañía bajo pena de excomunión. Síntomas de dejadez, miedo o —peor— idiocia que ahorran cualquier esfuerzo analítico e incapacitan para absorber la exuberante belleza de un elepé esculpido mediante guitarras soberbias de Thurston Moore y Lee Ranaldo y ritmos salvajes no incompatibles con ese "cierto refinamiento" del que hablaba Shelley en 1992. "Es cierto que hay una espontaneidad en las maquetas que no está en el disco", afirmaba, y, aunque esto sea así, la estilización que sufren las canciones en su versión definitiva no intenta comerse o soslayar su crudeza. El garage, el punk y el high energy conviven con las habituales disonancias y la concisión pop se convierte de repente en experimento abrupto y ajeno a las convenciones de la industria. ¿Que Kool Thing y su vídeo tuvieron éxito en la MTV? Pues vale, pero el tema es sensacional y en él escuchamos a Chuck D, en un momento en que Public Enemy graba álbumes tan extraordinarios e insobornables como los de la banda de Kim Gordon. En definitiva, no modifica Sonic Youth su actitud en Goo (a pesar de que tuviera que abandonar —exigua cesión— el título de Blowjob para él), no rebaja calidad o energía, ni intenta hacer comercial su estilo; simplemente amplia el espectro de la exploración sin salirse del terreno cultivado por la intransigencia de quien no da su brazo a torcer a pesar de ser David Geffen, o precisamente por ello, quien vaya a editar tus obras. Que sus maneras (suavizadas) se pusieran de moda y unos cuantos intentaran sacar tajada de ello, nada tiene que ver con el resultado de un álbum sobresaliente.
El primer disco que compré de los neoyorquinos, al poco de publicarse, y a la fecha de hoy, por el que más siento predilección, cosas del cariño supongo. Me dejó traspuesto, fulminado, narcotizado, rendido y vencido a la evidencia de su sonido, áspero y brillante a la vez, inmenso y mínimo también en sus detalles. Este "Goo" estará siempre en el cajón olímpico de Sonic Youth.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Pues con el tiempo lo mismo es éste el que más números tiene para encaramarse a cerrarme el podio, tras el sagrado díptico noisero sister-nation... Pero al fin, claro y como ya hemos comentado alguna vez, todo el periplo de "sister" a la "washing machine" me parece a mi una montaña insaltable de la historia rockera toda ella... Además, el ejemplo definitivo que, independientemente de si estaban en una multi o no, el espíritu seguía indómito nos lo da Lee y esos minutos de distorsión experimental que añade a su "mote" por la curra (que de no ser por ello hubiera podido hacer las veces de single putámico como "dirty boots" -mi canción por siempre de la banda, ya puestos-)...y es que, en definitiva, ¿qué se podría esperar sino una nueva genialidad, en medio de esos años de bonanza absoluta, por parte de la SEGUNDA mejor banda de rock del planeta en las últimas tres décadas -solo por detrás de Dinosaur Jr, claro-?
ResponderEliminarAbrazo, Gonzalo !
Gran disco de esos chicos que no sólo hacían ruido.
ResponderEliminarVamooos!
Efectivamente un disco excelente, tan bueno como los precedentes, estúpidas reacciones prejuiciosas que hacen estragos, también en el mundo del rock, y mucho.
ResponderEliminarAbrazos.
Suele ocurrir que cuando un grupo avanza en sonido y pretende abarcar algo mas que unos aferrimos seguidores cabezas cuadradas sea vilipendiado. Este caso el discxo es de lo mejor de su discografia
ResponderEliminarYo soy más del Dirty, por cuestiones personales, pero desde luego este trabajo es magnífico, y si, vale, intentaron abarcar a más gente sin cambiar sus bases pero innovando a la vez, ante todo si... libertad creativa, eso nunca lo perdieron.
ResponderEliminarAbrazos.
El mío fue "Daydream Nation", Javier, y me pasa un poco como a ti con "Goo", aunque mi favorito del grupo quizá sea el avasallador "Washing Machine".
ResponderEliminarA mí me gusta toda la discografía del cuarteto, Guzz, ya lo sabes, pero el periodo 1987-95 es impresionante, tienes razón. Lo de Dinosaur Jr., no te lo discuto, que me matas, ja ja ja. Por cierto, ya va siendo hora de que "Bug" o "You're Living All Over Me" pasen por Ragged Glory de una vez.
Por supuesto, Sergio.
De esos prejuicios sabes tan bien como yo, querido Addi.
Gente cerrada que no sale de su agujero, Bernardo. De lo mejorcito, sí, señor.
El "Dirty" es otra maravilla, Savoy. Nunca se vendieron estos cuatro magníficos del rock.
Abrazos.