lunes, 29 de agosto de 2016
School's Out
De manera más lúdica y menos solemne, la arenga contra la educación que lanzara Pink Floyd en Another Brick In The Wall ya la había escupido Alice Cooper siete años antes
en School's Out, su formidable elepé de 1972. El quinto trabajo del grupo venía a confirmar y ensanchar su posicionamiento en unas coordenadas musicales intransferibles por imaginativas y su espléndido estado de forma compositivo e interpretativo.
La canción que encabeza y da título al disco y su clásico riff —copiado miles de veces tras su aparición— visten con el lenguaje callejero del rock and roll —permítanme jugar con la cronología— las trascendentes palabras y notas de Roger Waters.
"Sin colegio en verano
Sin colegio para siempre
El colegio ha volado en pedazos",
escuchamos en un memorable estribillo que manda a paseo la represión escolar y su tendencia a la clonación. Y añade:
"No más lápices
No más libros
No más miradas amenazadoras del profesor".
Luney Tune ya anuncia que la inmediatez rocker de su antecesora no va a reinar. La faceta progresiva que en Killer desarrollan piezas como Halo Of Files o Dead Babies (entre la psicodelia y el sinfonismo) se apodera a partir de entonces de un álbum que es constante hallazgo, gozo y sorpresa en su transitar por el universo juvenil y sus problemas. Gutter Cat Vs. The Jets introduce en su desarrollo el tema de los Jets que Leonard Bernstein y Stephen Sondheim escribieran para West Side Story, mientras que Blue Turk, precedida del minuto escaso de Street Fight, nos lleva a un cabaret extravagante pero de gran lucidez artística en el que el saxo y el trombón invitados juegan un papel esencial.
La segunda cara extiende los riesgos que asume el quinteto —riesgos que casi nadie tomaría si su intención fuera el éxito comercial—, obteniendo recompensas fabulosas. Un teclado de aires decimonónicos traído por el productor Bob Ezrin vertebra My Stars, joya de imposible clasificación en la que colabora Dick Wagner con su guitarra. Public Animal lleva dentro el espíritu del soul de Motown y Detroit convenientemente modificado para sonar al Alice Cooper Group. Alma Mater hace lo mismo pero esta vez parodiando deliciosamente a los Beatles. Grand Finale, por fin, parte del tema principal de la banda sonora del film de Edward Dmytryk La gata negra para crear una poderosa y futurista suite orquestal —que termina, audaz, retomando el motivo de los Jets— muy diferente a la compuesta por Elmer Bernstein y dominada por los vientos y los sintetizadores.
El grito, pues, contra la uniformidad educativa de School's Out lo es asimismo contra la repetición de clichés estéticos, que si ya existían en el rock por aquel entonces, a día de hoy se han vuelto insoportables, enemigos acérrimos de la mirada particular y heterodoxa. La de Alice Cooper no sabrá de otra e incluso, disuelto el grupo y ya como solista, mantendrá su personalidad durante los años setenta a pesar de los desiguales resultados. Los logros de los primeros años de la década, sin embargo, ya no serán alcanzados. Y es que si álbumes tan buenos y únicos como el que hoy hemos analizado hay pocos, imagínense multiplicados por cuatro.
Erudita y bien documentada entrada. Me llama la atención la mención a Dick Wagner, guitarrista, la mención al espíritu de Detroit y la figura de Bob Ezrin como productor. Creo que en la época de la grabación, AC ya estaban asentados en la Motor City y respiraban por todos sus poros el ambiente musical de la ciudad. Wagner y Ezrin son dos auténticos pilares en el éxito de este genial disco.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Ya estaba la banda en Detroit, sí, y desde luego en nada envidiaba a Funkadelic o MC5. Bob Ezrin es esencial en el disco y en toda la obra clásica de Alice Cooper, claro.
ResponderEliminarUn abrazo, Javier.
Este disco es algo fuera de serie. Recuerdo lo desconcertado que me quedaba cuando se acababa Schools out y empezaba lo bueno, es decir el resto del disco. Entonces no lo entendía y pensaba "que tio mas raro, vaya música que hace".
ResponderEliminarLo de la portada pupitre era un detalle genial.
Con muchos años de música ya oída se ven las cosas de otra manera, se disfrutan más. Este disco lo podría haber firmado Frank Zappa en sus mejores momentos musicales.
Gran elección. Lo oí hace unos meses y he vuelto a disfrutas con un par de oídas.
Muy buena la portada, sí, Luis. Desde luego es un elepé a la altura del mejor Zappa, igual de iconoclasta y personal.
ResponderEliminarSaludos y gracias.