miércoles, 9 de noviembre de 2016
Guante de guillotina
"Guante de guillotina no llego a editarse nunca en vida del grupo. La Trapera certificaba su disolución, esta vez sin remisión, en verano de 1982, la víspera de un triste concierto en la localidad de Almansa." Así es, tal y como escribía Jaime Gonzalo. Solo unos pocos meses antes, en abril, La Banda Trapera del Río había grabado lo que podía haber sido una de las obras maestras del rock español de los años ochenta, de no ser porque —perdido el master— hasta 1993 no fue publicada. Grupo problemático y de actitud punk (que no musicalmente), La Trapera, como los Stooges y a su charnega manera, buscó, destruyó y se quedó sin segundo elepé en el mercado. Y no hablamos de un elepé cualquiera o banal, sino de un pedazo de disco que prueba que cuando el cuarteto cae se halla en un momento dulce, capaz de brillar al nivel de las mejores bandas internacionales del momento, ya piensen ustedes en Dream Syndicate o Iron Maiden.
En comparación con su debut homónimo, Guante de guillotina estiliza el discurso de la banda, que, sin perder fuelle, mejora técnicamente, se aplica con precisión y ejecuta las canciones de forma espléndida. AC/DC, Blue Öyster Cult, Queen, UFO, Black Sabbath, Alice Cooper, Judas Priest y otros maestros del mejor rock duro de los setenta y principios de la siguiente década iluminan estéticamente lo que en realidad es el mismo exabrupto punk de Curriqui de barrio o La regla pero disfrazado con mayor esmero y clase. Morfi Grei, Tío Modes, Jordi Subidas y Raf Pulido, la formación que pone en pie el trabajo, elaboran un discurso muy sólido y personal que utiliza las influencias descritas para asfaltar un camino por el que viajan solos. El rock and roll sirve para celebrar, provocar y dinamitar convenciones, pero a su vez es la música de La Trapera, se nota en los berridos de Grei, los riffs y punteos del Tío Modes y la base rítmica de Subidas y Raf que el grupo disfruta de ella, que se deja la piel al interpretarla, que su vida va unida a su arte (y viceversa).
La incorreción política que recorre el elepé de arriba abajo explota en Misógino de tal manera que hoy La Banda Trapera del Río sería más maldita aún que en su momento. A algunos se les olvida que una canción no es una declaración de intenciones o principios políticos, al igual que una película, una novela o un cuadro —por mucho que su autor se vuelque en ellos— no tienen por qué determinar por su argumento y desarrollo la opinión de su creador. No quiere decir lo anterior que Guante de guillotina no represente el universo de La Trapera, más bien al contrario, sino que deducir de la procacidad de sus textos y de la agresividad de su sonido pensamientos fijos del cuarteto que tan magníficamente los fabrica es desconocer la riqueza, ambigüedad y paradojas que atesoran las mejoras obras de arte. Y el segundo plástico de la banda catalana lo es. Salvado de la quema once años después de haber sido registrado, sus notas, su energía y su enorme categoría llegan hasta el siglo XXI cargadas de peso y sin haber perdido un ápice de su mordiente.
Dos discos y dos obras maestras, a mi el primero me parece como un torrente irrefrenable de actitud, rabia y rencor, y este más pero pulido, ambos grandiosos.
ResponderEliminarDesde luego hoy no sería posible que discos así fuesen publicados, el día 25 del presente podré verles en directo y la verdad es que espero el momento con inquietud.
Un abrazo fuerte.
No estoy muy de acuerdo con el último párrafo. Un poema, si lo comparamos como obra de arte a una canción, a un libro o a una película (salvando las lógicas magnitudes de tiempo y espacio)si puede determinar la opinión de su autor de forma inexorable. Pienso, por ejemplo, en "Incitación al Nixonicidio" de Pablo Neruda (lo primero que me sale del coco...) Los textos de cualquier obra pueden o no seguir esos caminos, dependiendo en todo caso de la voluntad de su creador.
ResponderEliminarFalla importante en mi discografía no poseer nada de la Banda Trapera. Si veo algo me hago con ello seguro.
Abrazos,
JdG
Dos discos imprescindibles, Addi, aunque el segundo me parece mejor.
ResponderEliminarHombre, el caso de Neruda es evidente, pero digo que "no tienen por qué determinar por su argumento y desarrollo la opinión de su creador". Hay casos y casos. La Trapera te va a encantar, Javier, ya verás.
Abrazos.