lunes, 9 de octubre de 2017
Wynton Marsalis. The Gold Collection
Parece indudable que lo de la Gold Collection que —en forma de doble cedé dorado y cajita de cartón protectora— se propagó durante los años de apogeo del formato ahora tan denostado (ni tanto ni tan calvo, oiga) estaba destinado a un público domesticado al que le daba igual qué (y cómo) escuchar mientras lo pudiese comprar en su centro comercial, gran almacén o cadena de tiendas de ocio favoritos; es decir, dónde la calidad según sus estándares estaba asegurada. Obviamente, esto no quiere decir que dichas rodajas no pudieran contener o contuvieran grabaciones excelentes de algunos de los artistas de mayor renombre en la música popular: James Brown, Frank Sinatra, Bob Marley o Carlos Gardel.
El caso que hoy nos ocupa certifica que incluso colecciones tan casposas como la comentada llevan a veces en su interior sonidos tan deliciosos —inversamente hermosos— como los que los Jazz Messengers de Art Blakey aventaron un 11 de octubre de 1980 en Ft. Lauderdale. ¿Jazz Messengers?, ¿Art Blakey?, se preguntarán ustedes con razón; porque ¿no estamos hablando de un doble álbum de Wynton Marsalis? Pues sí, hasta ese extremo llega la caspa: se adjudica la autoría a quien no es sino un miembro del mítico grupo de Blakey. Cierto que un miembro destacado. Varios de los temas tocados aquella velada ya habían sido publicados en un elepé de 1981 de Art Blakey and The Jazz Messengers titulado Recorded Live At Buba's Jazz Restaurant en cuya portada se añadia Featuring: Wynton Marsalis. El concierto al parecer completo que veía la luz en 1998 (o 1997) bajo el título de Wynton Marsalis. The Gold Collection debería haber seguido un criterio idéntico o similar, sin utilizar de manera fraudulenta el nombre del trompetista de Nueva Orleans por motivos de hipotético tirón comercial. (No nos rasguemos las vestiduras, de todos los modos: en 1983, solo dos años más tarde de la edición del disco de Art Blakey, habían aparecido sendos elepés de Wynton Marsalis en Gran Bretaña e Italia de exacto contenido pero diferentes título y portada con otros cinco cortes extraídos del mismo concierto.)
Superados los inconvenientes descritos, sin embargo, vamos a encontrar cerca de dos horas de espléndido hard bop que sigue la línea clásica de la famosa institución de Blakey, una banda que aquí suena como un cañón. One By One y My Funny Valentine, bien diferentes ambos en tempo y construcción, marcan unas pautas que en el resto de temas van a manifestarse igualmente: si bien el sexteto es excelente en su totalidad, la trompeta de Marsalis, la batería de Blakey y el piano de Jimmy Williams (en Jodi le sustituye Ellis Marsalis) están un punto por encima. Y digo esto con mala conciencia, ya que el saxo tenor de Bobby Watson, el tenor de Billy Pierce y el contrabajo de Charles Fambrough son tratados con gran destreza e ímpetu por sus dueños. Atrapados por el placer de escuchar a intérpretes tan capacitados y excitantes, y tras haber gozado del inmortal Moanin' que compusiera Bobby Timmons para los Messengers más esenciales, nuestro prurito de exactitud se impone lo mejor que puede para aclarar que —ponga el lector símbolos de admiración si lo cree oportuno— el homenaje al mítico pianista que se yuxtapone (Soulful Mister Timmons) está escrito por su homólogo Williams, no por Art Blakey, y que el siguiente tema sí es de Charlie Parker, pero no se titula My Ideal, sino Au Privave.
Consciente de que nada puedo hacer para enmendar el desaguisado editorial del artefacto que observo encima de la mesa con precaución y desasosiego, me recomiendo centrarme en el aspecto musical (al fin y al cabo es el que importa, ¿no?) y repetir que éste merece mucho la pena aunque el envoltorio sea execrable. Aquella formación de los Jazz Messengers de Art Blakey era realmente buena y Wynton Marsalis. The Gold Collection lo deja muy claro. Farsas o engaños comerciales aparte.
habia y hay muchas de esas ediciones baratas que contienen tesoros inbcribles lastima de lo poco cuidadas eso si el precio hacen que sean imbatibles. este es un caso al parecer pues no lo he escuchado pero soy de los que guardo un montón de esos cds de baratillo increibles
ResponderEliminarQuiero romper una lanza a favor de esas colecciones de saldo de grandes artistas del jazz u otros géneros, entonces y ahora objetos olvidados en los más recónditos cajones de grandes almacenes. Allí me hice con maravillas como el "100 Big Band Classics", "Jazz 72 Traditional Classics" o el "Tango & Mambo Caliente!, The Gold Collection 40 Classic Performances", todas pequeñas joyas que conviene reivindicar. También recuerdo, aunque ya en vinilo, esas fantásticas colecciones de Atlantic "That´s Jazz" o los de la edición italiana Curcio, "I Giganti del Jazz", todas ellas dignos ejemplares de cualquier colección que se precie. La inclusión de grandes artistas en ese tipo de formatos comerciales para nada desmerece su obra.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
El precio era muy bueno, Bernardo, sí; la música, a veces, también; pero, como dices, las ediciones, muy poco cuidadas.
ResponderEliminarEstupendo repaso, Javier. También ha habido buenas cosas editadas en España, como "Los grandes del jazz" o "Maestros del jazz". De la primera colección tenía muchos discos un tío mío en Donosti y una tía mía en Iruñea, a mí me queda uno de Otis Spann; de la segunda tengo uno de Don Redman y el primer elepé de Weather Report, titulado "Orange Lady", como no podía ser menos.
Abrazos.