martes, 1 de enero de 2019
Defensa en la Antártida
El grupo de hombres enfrentado a un peligro en un lugar concreto es un esquema que siguió Howard Hawks en varias de sus producciones, llevándolo a la perfección en la ejemplar Río Bravo (1959), película que sirvió de inspiración explicita a John Carpenter en su segundo largometraje, Asalto a la comisaría del Distrito 13 (1976). La admiración de Carpenter por Hawks no quedará reflejada únicamente aquí. Con el remake de El enigma de otro mundo —que en 1951 había dirigido Christian Nyby bajo el auspicio del autor de La fiera de mi niña (1938)— Carpenter desarrolla planteamientos similares de manera magistral, logrando con La cosa (1982) un mezcla de ciencia ficción, suspense, terror y aventuras que ha quedado como la muestra más depurada de su cine.
Un perro corre por el paisaje eternamente nevado de la Antártida perseguido por un helicóptero noruego que intenta acabar con su vida. Éste es el comienzo de la historia que John Carpenter narra dosificando la intriga y la violencia mediante una puesta en escena que, sin renunciar a lo horripilante cuando es necesario, describe con ecuanimidad y ajena al efectismo la dureza de unos hechos terribles que —sucesivamente— horadan la confianza entre las personas destinadas en la estación norteamericana del continente helado, les llevan a una situación límite y acaban sembrando la destrucción total. Con una precisión que no se volverá a ver en sus films, Carpenter logra que el clima de tensión aumente sin disonancias o exabruptos, envolviéndonos poco a poco en el desasosiego de los protagonistas y dejando que la furia final sea estallido lógico de un crescendo que la ha ido macerando. La radical perturbación a la que se ven abocados los científicos y demás personal de la estación es intuida por el espectador, pero el director no la adelanta en ningún momento, supeditando la acción y el espectáculo a una narración coherente que introduzca poco a poco la angustia y vaya desvelando gradualmente los misterios.
Respaldado por unos actores muy solventes, a la cabeza de los cuales se encuentra su habitual Kurt Rusell, y la música del maestro Morricone, el creador de Halloween (1978) pone en pie, pues, una ficción excelente que, además del influjo hawksiano, tiene evidentes concomitancias con el Alien que tan magníficamente había llevado a la pantalla Ridley Scott tres años antes. Una lástima que aunque continuara haciendo trabajos entretenidos e incluso a veces interesantes y políticamente críticos, no haya dado John Carpenter con la tecla que le llevó a la exactitud dramática y la contención planificadora de La cosa. Un clásico de su tiempo y de su género.
Vi la película no hace mucho tiempo por TCM. Magnífica, me tuvo pegado al sofá todo su metraje. Recuerdo bien algunas de sus mejores escenas y ese final, tan abierto a varias interpretaciones.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
También yo la vi hace unos meses en TCM, Javier, y de ahí surgió mi entrada. Sí, el final está a la altura de lo narrado y mantiene al espectador en tensión tras acabar la película.
ResponderEliminarAbrazos.
Esta película la vi cuando era pequeño, me encantó. Como bien dices te mantiene en tensión hasta el final. Los efectos especiales para la época fueron muy buenos, al menos bajo mi opinión. La versión que han hecho recientemente, si mal no recuerdo en 2008, nada que ver con el film original. Ah ! y Kurt Russell actúa muy bien en la del 82 !. Un abrazo, Gonzalo
ResponderEliminarNo he visto la última versión, Rubén, pero difícil que se acerque a la de Carpenter. De acuerdo con lo de los efectos especiales, están muy logrados.
ResponderEliminarUn abrazo.