jueves, 17 de octubre de 2019
Luzia
"Durante años hemos creído que los límites de la genialidad de Paco de Lucía se habían reunido todos en Siroco. No era verdad. En Luzia la musica es más profunda, más expresiva y más flamenca que en aquella grabación memorable", dice Félix Grande en las notas que acompañaban en 1998 la edición de Luzia. Y no creo que exagere. El Paco de Lucía que recuerda (e incluso canta) a su madre y a Camarón de la Isla es un músico de cincuenta años calmado y maduro que lleva su arte guitarrero al máximo de los niveles. No es empero sencillo afirmar que Luzia es la obra maestra del artista de Algeciras; alguien que ha grabado discos como Fuente y caudal, Siroco o Zyryab y ha sido colaborador esencial de la primera etapa de Camarón —la mejor música popular registrada en España en la segunda mitad del siglo XX— tiene muy difícil superarse. Sin embargo, los dos golpes que Antonio Carmona da al cajón para que el álbum y Río de la miel echen a andar —al igual que Bobby Gregg tocando la caja de su batería y abriendo Like A Rolling Stone, Highway 61 Revisited y un mundo entero de posibilidades e influencias futuras— son el preludio mágico de tres cuartos de hora de poesía sonora repartidos en ocho temas que visitan siete palos flamencos diferentes, pues el de la bulería repite. Los acordes, ligados y armonías de la guitarra de Paco de Lucía —con puntuales colaboraciones de nombres de la talla de Tino di Geraldo o Carlos Benavent— son belleza en estado puro, allí donde la técnica vive al servicio de la emoción sin avergonzarse de poseerla e incluo lucirla. Como en Kind Of Blue o Rubber Soul, hay en Luzia un equilibrio exacto entre fondo y forma, entre ansiedad y sosiego: la ansiedad por encontrar, el sosiego de saber que nunca acaba el viaje como se había previsto, que hace del disco un milagro creativo. Que este milagro culmine, además, homenajeando y celebrando al cantaor por antonomasia y amigo de Paco de Lucía lo hace aún más hermoso. Preciosa rondeña, la de Camarón acaba con el autor de Entre dos aguas cantando (sin ser su fuerte):
"Con lo mucho que yo lo quería
se fue de mi vera
se fue para siempre
pa toíta la vida".
Dos genios andaluces y universales unidos en un adiós postergado que, dotado de una categoría estética y humana infinita, cerraba Luzia, la madre, la fraternidad y el arte vistos desde el flamenco y hechos flamenco.
Insuperable entrada Gonzalo, alma y duende flamenco mezclada con el jazz de la época (Benavente, di Geraldo), referencias de obras maestras de la música contemporánea y esa prosa tan clara y convincente. Haré lo posible por hacerme con ella, no queda otra.
ResponderEliminarAbrazos,
Muchas gracias, Javier. No puedes morir sin escuchar "Luzia", las comparaciones no son exageradas, verás.
ResponderEliminarAbrazos.