Imagino la paz que respiraría Izzy Stradlin alejado de toda la parafernalia megalómana de Axl Rose, que, si bien no invalidó del todo Use Your Illusion, hizo que colisionaran excelentes canciones con auténticas mamarrachadas para rebajar el nivel global del disco. De la mano de Rick Richards —no podía haber encontrado mejor compañía que el guitarrista de Georgia Satellites—, Stradlin monta un proyecto que le separa del circo Rose y le acerca al rock and roll vía Faces y Stones que tanto le motiva. Ese proyecto era Izzy Stradlin and The Ju Ju Hounds y su homónimo y único disco fue publicado en 1992 por Geffen. Cambiaba Stradlin pero no salía de casa.
Sólo leyendo los créditos antes de escuchar por primera vez el álbum puede uno intuir por dónde van a ir los tiros, pues en seis de los diez cortes toca Ian McLagan su órgano, Ron Wood canta y toca la guitarra en la versión de su Take A Look At The Guy, en la que McLagan también interviene al piano, y Nicky Hopkins se encarga de este instrumento en el último corte. Y además, el citado Richards. Blanco y en botella… Somebody Knockin' despeja cualquier duda: rock cálido, cocinado a fuego lento, que bebe de los grupos de Mick Jagger y Rod Stewart. Pressure Drop es la versión punk que los Clash no hicieron del tema original de Toots and The Maytals, aunque el reggae tome su lugar en el último tramo para que no haya dudas sobre el origen de la canción. Guitarras acústicas y percusiones guían la hermosa cadencia de Time Gone By antes de que la magnífica Shuffle It All (cuyo bajo del comienzo recuerda sin remedio al Walk On The Wild Side de Lou Reed) nos hipnotice durante más de seis minutos. Bucket O' Trouble, al contrario, es un pelotazo de sólo dos, y lo más cercano a Guns N' Roses de todo el álbum. Train Tracks, gozosa canción de crujientes y stonianas guitarras, da paso a ese delicioso ejercicio de folk y country rock que es How Will It Go para que Cuttin' The Rug y la ya nombrada Take A Look At The Guy retomen las coordenadas más roqueras y animadas (con algo de soul en la primera). Come On Now Inside, con la enfática discreción del piano de Hopkins como protagonista, echa la llave de manera relajada. O eso parece, pues segundos después de que la pieza haya terminado suenan unas percusiones, con unas guitarras de fondo, que ni vienen a cuento ni nada añaden. Caprichos del artista…
No es Appetite For Destruction, Sticky Fingers o A Nod Is As Good As A Wink…To A Blind Horse, pero Izzy Stradlin and The Ju Ju Hounds rezuma autenticidad, buen gusto y saber hacer. Podríamos decir que aquéllos serían reservas y éste un crianza, pero un crianza elaborado en las mismas bodegas; o sea, con el buqué que caracteriza al mejor rock and roll. Lástima que la historia —los escribirá Stradlin en solitario— no tuviese más capítulos.