miércoles, 20 de marzo de 2013
The Bop Session
En nada cambió la historia del jazz, por supuesto. Pero en nada la empeoró tampoco. Reunidos en Nueva York —¿dónde si no?— en mayo de 1975, estos seis inmejorables representantes no solo del bebop, sino de la mejor música del siglo XX, demostraban en The Bop Session que, superado por todos el medio siglo de vida, su categoría se mantenía intacta. Dizzy Gillespie (trompeta), Sonny Stitt (saxos alto y tenor), Max Roach (batería), Percy Heath (contrabajo) y John Lewis y Hank Jones (piano, dos temas el primero, cuatro el segundo) atacan el mismo número de composiciones inmortales para sacarles brillo por enésima ocasión.
La primera cara la forman nada más y nada menos que Blues 'N Boogie, Confirmation y Groovin' High, a partir de los cuales Stitt y Gillespie generan improvisaciones excelentes a las que solo se les puede achacar no salirse del guión previsto (y en el fondo esperado, no seamos hipócritas) por cualquiera. Hank Jones se muestra especialmente cálido en el segundo corte y Roach y Heath —tampoco aquí puede haber sorpresas— se apoderan del ritmo y lo manejan a su antojo con exquisitez superlativa. Otro trío de ases puebla la cara B: Lover Man, All The Things You Are y Lady Bird. La monumental balada es momento para que el saxo tenor de Stitt y la trompeta de Gillespie enseñen que no han olvidado el arte de la sugerencia, mientras que la escucha del resto del álbum nos confirma una sensación de déjà vu armónica y positiva: la de los intérpretes que vuelven sobre sus pasos para reafirmarse en lo por ellos creado y expandido, no por dejadez o falta de ideas, sino convencidos de que nadie lo puede hacer mejor que ellos mismos; para continuar con esa "construcción infinita cuyo placer no está en el remate sino en la reiteración exploradora", adjudicada por Julio Cortázar en El perseguidor a Johnny Carter, su trasunto de Charlie Parker, la figura que falta en la foto de la portada de esta sesión. Veinte años después todavía se le echaba de menos, sí, aunque seis de sus contemporáneos nos recordaran en The Bop Session lo que aquella generación hizo por el jazz: liberarlo y transformarlo.
Mucho genio junto en estas sesiones, así que debe ser una joya de la que creo que no dispongo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí, una reunión plagada de maestros.
ResponderEliminarUn abraz, Savoy.
Rememoro cualquiera de los pasajes de "On The Road" del gran canadiense Kerouac (con permiso del otro de Winnipeg...), y su fijación por ese ritmo inscrito en sus neuronas, el "be-bop", del que fue cronista privilegiado..., "yes, yes, yes said Dean, paying absolutely no attention to him, and drove off. We all sighed with relief. The police are suspicious when gangs of youngsters come by in new cars without a cent in their pockets and have to pawn watches. "Oh, they´re always interfering", said Dean, "but he was a much better cop than that rat in Virginia. They try to make headline arrests, they think every car going by is some big Chicago gang. They ain´t got nothin else to do" We drove on to Tucson...
ResponderEliminarY mientras conducíamos, todo el horizonte era un homenaje a esos músicos negros que tocaban en Nueva York y Los Angeles.
Saludos,
JdG
Complemento perfecto para la cita de Cortázar, Gregorio. El bebop siempre estaba "En el camino".
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya a la mitad de la banda ni la conocía. Menos mal que existe tu blog, jeje. Da la sensación de que Gillespie ha quedado un poco eclipsado por otros que vinieron después de él, y no tiene ese aura de mito. Pero escuchando sus composiciones y lo que ha sido versionado, está claro que fue uno de los grandes.
ResponderEliminarNo se si conoces la historia de su intento de presentarse a presidente de los USA. Decía que iba a convertir la casa blanca en la "blues house". Que grande¡ Deberiamos tomar ejemplo y convertir la moncloa en la "metalcloa" a base de guitarrazos, jeje. Igual nos iba mejor.
saludos espirituales.
Grande entre los grandes, r'n'r animal, lo que pasa es que nunca ha ido de maldito ni fue tan lejos como Miles Davis. Como trompetista, desde luego, no tiene rival. Conocía la historia de Gillespie, sí; secundo lo de la "Metalcloa" —ja ja ja ja—, aunque ahora que el cantante de Obús aparece en uno de esos programas bochornosos de la tele ya no te puedes fiar de nadie.
ResponderEliminarAbrazos.