jueves, 13 de marzo de 2014
Purple Rain
Artistas que dibujen una época de tal manera que quede exactamente plasmada sin perder ellos un ápice de su personalidad —superponiéndose a su tiempo, absorbiéndolo y haciéndolo cicatrizar en una obra particular e intransferible pero que no se desligue del presente que les ha tocado vivir—, los hay en un número escaso, pues no es fácil que tan absoluta permeabilidad vaya acompañada de un criterio radicalmente propio que en el paso de la teoría a la práctica, además, tenga la coherencia y la capacidad de una puesta en escena acorde y acertada. Uno de esos genios —sin duda alguna— es Prince, en concreto el Prince de los años ochenta, el que bien metidos como estamos ya en el siglo XXI sigue diciéndonos cómo eran aquellos años mientras su creatividad desbordante y extraordinaria nos sorprende cada vez que volvemos a escuchar los espléndidos trabajos que a la sazón dejó grabados. Purple Rain (1984), banda sonora de la película del mismo nombre, es uno de ellos, aparte del elepé con el que el de Mineápolis alcanza la fama universal, y uno de los más vendidos de todos los tiempos. Huyendo de cualquier estereotipo a pesar de que —como indicábamos arriba— sea imposible desligar sus sonidos del momento en que son registrados, el cruce de funk, pop, soul y música electrónica que Prince convierte en un ser vivo e independiente alcanza aquí las cotas máximas de belleza, intensidad e ingenio de su carrera, solo comparables con las logradas, en mi opinión y sin restar valor a otros álbumes también muy notables (Diamonds And Pearls o Love Symbol Album, por cambiar de década e irnos a la siguiente), en Dirty Mind, 1999 y Sign 'O' The Times. Tan comercial como oscuro, tan atractivo como chocante, Purple Rain es una constante fuente de hallazgos que se impone al oyente en su mágica perfección, sometiéndole a una alucinación sensorial que culminan los casi nueve, y emocionantes en grado sumo, minutos de la inmortal balada en directo que da título a canción, disco y película por igual. Orgía desatada de teclados, guitarras y percusiones, Purple Rain (el álbum) deja en su punto final sitio a la introspección y el clasicismo mediante la introducción de una pequeña orquestación de violín, viola y violonchelo que corona en solitario (junto con el piano de Prince) un elepé sencillamente sublime cuya segunda cara, excepto When Doves Cry, proviene de un concierto de 1983 retocado por el autor de Parade en el estudio; detalle éste que no señalo por capricho o erudición, sino, como servidor pudo comprobar hace ya mucho en Madrid (Larry Graham como telonero de excepción, a propósito), para constatar que no solo manejando consolas y produciendo músicas a plastificar es un superdotado el príncipe del rock, también interpretándolas sobre las tablas su categoría es incontestable. Exactamente la misma que la de los nueve cortes que hoy —saludados con el mismo entusiasmo de siempre, admirados con la misma contundencia— se han paseado por Ragged Glory.
que placer leer algo del Purple Rain de Prince, por supuesto uno de los discos preferidos de mi vida.... no se si era tan comercial en su momento, pero era tan bueno y extraño que no pudo menos que ser un shock en al industria musical...
ResponderEliminaren una semana de 1984, era numero 1 en las listas de simples, de discos y era numero 1 con la película! solo Elvis y los Beatles lo lograron, de ahí para acá ninguno más...
disco irrepetible, hasta casi para el propio Prince... salu2 púrpuras...
No es a mi gusto el mejor de Prince (1999, sign of the times, lovesexy, Gold) son superiores no hay duda que ha marcado una época y ha permitido como dices que este genio nos haya dado auténticas obras maestras de la música moderna
ResponderEliminarÉste Prince, el de Purple Rain siempre me gustó, pero me parece que sus discos de primeros de los 90 como Diamonds and pearls pasan mejor el tiempo, es una opinión personal, aún así, sus temas son clasicazos para pinchar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estuve enganchadísimo a Prince en su época gloriosa, quizá fuera éste el álbum que lo encumbró, pero para mi gusto como Sign 'O' The Times o Parade ninguno.
ResponderEliminar¿Cómo leches se llama ahora este señor?.
:)
Yo empece con Prince en este disco y acabe en el sigiuente...cosas de la vida, pero ambos son muy buenos.
ResponderEliminarLlamame loco pero hay muchos momentos en este disco que me recuerdan a Lennon.
Un abrazo.
Perfecta disección de un Artista, así, con mayúsculas que ya sabes que en LBL somos muy de Prince. Por cierto, nunca tuve ocasión de ver la peli, supongo que no valdrá mucho...
ResponderEliminarUn abrazo.
GENIO con mayúsculas. Este tío hacía pedazos todo lo que tocaba. Tuvo una visión de la música espectacular, riquísima, estratosférica, algo a lo que muy poca gente ha llegado. La década de los 80 fueron completamente suyas. Nadie le hizo sombra, fue sencillamente el mejor, y me alegro mucho que salga en este blog (no podía ser otro, además del de Bernardo) y se le reivindique como debe.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Fue muy comercial, pero a la vez era música muy extraña, como dices. En ventas y en categoría, Prince siempre estará a la altura del rey del rock y los presidentes del pop, JLO.
ResponderEliminarEn fin, cada cual tiene sus favoritos, Bernardo, pero todos coincidimos en señalar su genialidad.
"Diamonds" me encanta, Savoy, pero me parecen más extraordinarias las creaciones del Prince de los ochenta. A ver si mañana nos pones alguna.
Quizá "Sign" sea también mi favorito, Sergio, pero "Purple Rain" es tremendo. No sé, le podemos llamar el símbolo de Mineápolis, ja ja ja.
Pues tienes un montón para continuar con él, Addison. Nunca había pensado lo de Lennon, pero se me ha venido a la cabeza su primer disco, y puede que tengas algo de razón.
Gracias, Agente, recuerdo muy bien tu entrada sobre "Dirty Mind". La peli es un bodrio.
Estamos de acuerdo, Javier. Hombre, yo veo artistas como Public Enemy o Sonic Youth, por ejemplo, que nada envidian a Prince en los ochenta, pero entiendo muy bien lo que dices, es un genio tan inmenso y especial que parece imposible encontrarle rival. Gracias por tus palabras.
Un abrazo para los siete (magníficos).
Tras los magníficos llego cual octavo pasajero (versión garrafa) para aplaudir tu texto tan sintético como ausente de cabos sueltos (como siempre vaya, qué narices). Siempre he visto los 80 de Prince como "una especie de triunfo tras triunfo y arrastro"... Por eso siempre lo cuento entre los grandes y concretamente este disco y el "1999" (con el "sign", vale, como tercero discordante) el "hasta aquí ha llegado esto del funk... fin de camino" (y aunque encorsetar esas obras -tan repletas de matices mil- a tan burdo etiquetaje sea empobrecerlos sin duda). La película imperdonable, desde luego. Abrazo y my name is Guzz the one and only.
ResponderEliminarEs tan grande como el que más, Guzz, un genio. Ayer tuvimos magnífica reunión de ilustres blogueros en el concierto de Fakeband, os echamos de menos a Niko y a ti.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Prince es un genio apabullante. Soy fan desde que escuché por la radio su concierto en el Vicente Calderon en el 90. Me quedé absorto.
ResponderEliminarPurple Rain es una de sus muchas cimas. Un disco redondo que aun suena en mi casa con el mismo entusiasmo y energia que hace 20 años.
Tras Sign O´ The Times mi favorito junto al infravalorado Around The World In a Day.
Genial que hayas recuperado esta obra maestra de los 80.
Me consta que eres fan, Mansion. Yo es de los que tengo en CD y vinilo, tanto es lo que me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo.