La combinación de compases y esquemas musicales absorbidos en Eurasia durante la gira de 1958 patrocinada por el Departamento de Estado —adaptados a su visión cool del jazz— con la lírica precisión de un cuarteto en estado de gracia, dará lugar a Time Out (1959), obra maestra de Dave Brubeck, una de las grabaciones más hermosas que servidor haya podido escuchar y ejemplo perfecto de que radicalidad e inconformismo no tienen por qué ser ajenos a distinción y templanza. Aunque los siete cortes del elepé salgan de tres sesiones diferentes a lo largo del verano del año en que es puesto a la venta, en todos ellos se nota al grupo reconcentrado en su arte, preocupado porque cada nota sea exacta y porque su elegancia connatural no se vea afectada por la métrica desacostumbrada —anunciada (y enunciada) por el título del trabajo— de las composiciones de Brubeck y Paul Desmond (quien si bien solo es autor de un tema, éste es el inconmensurable Take Five). El disco se mueve solemne entre el rigor formal de la música clásica y las formas rítmicas populares europeas y asiáticas, siendo el lenguaje improvisado del jazz el que le da la personalidad definitiva. El piano de Dave Brubeck, el saxo alto de Desmond, el contrabajo de Eugene Wright y la batería de Joe Morello hacen que su discurso fluya orgánico y pleno mediante improvisaciones nunca excesivas pero siempre redondas, si no tan osadas, sí tan estimulantes como las que a la sazón moldean The Shape Of Jazz To Come, Kind Of Blue y Mingus Ah Um, los imponentes álbumes de —respectivamente— Ornette Coleman, Miles Davis y Charles Mingus. Eterno retorno del placer en cada nueva escucha, que diría Nietzsche, Time Out es fácil de describir en unas cuantas líneas, pero el misterio de su pulquérrimo acabado —tenso y relajado al mismo tiempo— ha quedado guardado en el estudio de Nueva York donde un cuarteto norteamericano que había pasado por Eurasia en plena Guerra Fría se preparaba para plasmar tal influjo. La banda de Dave Brubek, que ya está lista para empezar.
viernes, 2 de mayo de 2014
Time Out
La combinación de compases y esquemas musicales absorbidos en Eurasia durante la gira de 1958 patrocinada por el Departamento de Estado —adaptados a su visión cool del jazz— con la lírica precisión de un cuarteto en estado de gracia, dará lugar a Time Out (1959), obra maestra de Dave Brubeck, una de las grabaciones más hermosas que servidor haya podido escuchar y ejemplo perfecto de que radicalidad e inconformismo no tienen por qué ser ajenos a distinción y templanza. Aunque los siete cortes del elepé salgan de tres sesiones diferentes a lo largo del verano del año en que es puesto a la venta, en todos ellos se nota al grupo reconcentrado en su arte, preocupado porque cada nota sea exacta y porque su elegancia connatural no se vea afectada por la métrica desacostumbrada —anunciada (y enunciada) por el título del trabajo— de las composiciones de Brubeck y Paul Desmond (quien si bien solo es autor de un tema, éste es el inconmensurable Take Five). El disco se mueve solemne entre el rigor formal de la música clásica y las formas rítmicas populares europeas y asiáticas, siendo el lenguaje improvisado del jazz el que le da la personalidad definitiva. El piano de Dave Brubeck, el saxo alto de Desmond, el contrabajo de Eugene Wright y la batería de Joe Morello hacen que su discurso fluya orgánico y pleno mediante improvisaciones nunca excesivas pero siempre redondas, si no tan osadas, sí tan estimulantes como las que a la sazón moldean The Shape Of Jazz To Come, Kind Of Blue y Mingus Ah Um, los imponentes álbumes de —respectivamente— Ornette Coleman, Miles Davis y Charles Mingus. Eterno retorno del placer en cada nueva escucha, que diría Nietzsche, Time Out es fácil de describir en unas cuantas líneas, pero el misterio de su pulquérrimo acabado —tenso y relajado al mismo tiempo— ha quedado guardado en el estudio de Nueva York donde un cuarteto norteamericano que había pasado por Eurasia en plena Guerra Fría se preparaba para plasmar tal influjo. La banda de Dave Brubek, que ya está lista para empezar.
Un disco excelente e imprescindible. La primera vez que lo escuché, además de resultarme adictivo, pensé en como toda la generación lounge tan moderneta había sablado este disco, grandísimo. hace tiempo, comentándolo con un ex-compañero de trabajo me recomendó catar la obra de Paul Desmond, otra figura, aunque tiene de todo en su vitrina. gran reivindicación. Saludos
ResponderEliminarNo hay adjetivos suficientes para describir tamaña obra: "hermosa(s)", sí, pero se queda corto. Hablas de misterio y creo que ese es su secreto, sin saber de composición, métrica,... instintivamente se intuye que hay algo "nuevo" detrás de cada pieza y a la vez es un disco que enamora (o debería) a cualquier oído, sea ajeno o no al jazz.
ResponderEliminarAbrazos.
Discarro del copón bendito. Y punto!
ResponderEliminarTuve la suerte de un regalo que incluía este "Time Out" junto al "Eurasia", "David Brubeck at Storyville" y el "Impressions of USA", doble CD editado por AvidJazz en el 2010. ¡Menudo empacho inicial de Brubeck! Hace tiempo que no lo escucho y me lo voy a tomar paso a paso, a sorbitos. Empezaré de nuevo con este "Time Out". Aunque sus ecos ya resuenan lejanos en mi memoria sigo teniendo una sensación de calidez, de cercanía, que seguro que los reviviré en cuanto lo vuelva a poner.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
Este disco ha influido en mil cosas, cierto, Chals, pero pocas han igualado la belleza creada por Brubeck. Nunca me he metido con Desmond en solitario, pero seguro que su obra es buenísima.
ResponderEliminarEstá claro, Agente, cualquier persona con sensibilidad se dará cuenta de lo que dices. Un disco extraordinario en un año que produjo alguno de los mejores elepés de todos los tiempos.
Amén, Niko, amén.
Ya hablamos de tan soberbio regalo, Javier, precisamente cuando hablé de "Storyville". La foto que hay bajo la portada del elepé es de la grabación de "Time Out". Ahí están la calidez y cercanía de las que hablas. Por cierto, y aparte, ¿te vienes el miércoles a Dream Syndicate?
Abrazos multiplicados por cuatro.
Allí estaré, a las 21:00 horas. El lunes 5 recojo la entrada. Nos vemos.
Eliminar¡Genial!
EliminarYa sabes que me propuse hace unos meses hacer mis "pinitos" jazzeros... En síntesis: me he aparcado en esto. Es descomunal, no se le paran de sacar cosas a cada maldita escucha (sin frases hechas y repito: "a cada maldita escucha")... Por si fuera poco vais vos y os marcáis la entradota de la casa con lo que si ya tenía el mono ahora me has construido la jaula... Que algo tan calmo, como tan bien subrayas (o yo coincido al menos), este a la vez tan tensado es jodido y más de encontrar, sí... Más aplausos por doquier y abrazo, Gonzalo.
ResponderEliminarLo sé, lo sé, pero no esperaba construirte la jaula, ja ja ja ja. Si quieres más calma tensa, sigue con otro pianista de órdago: Bill Evans. Y ya que hablamos de pianistas, atento al que se va a pasear por aquí entre hoy y mañana.
ResponderEliminarUn abrazo, Guzz.