miércoles, 7 de diciembre de 2016
Nefertiti
Prefigurando el espacio abstracto y eléctrico sobre el que Miles Davis se precipitará —libre, audaz, insolente, superior— en 1969, el segundo y extraordinario quinteto del músico norteamericano dibujó formas acústicas de parecida enjundia y similar misterio. Recogidos por Teo Macero en cuatro sesiones llevadas a cabo en junio y julio de 1967, los seis cortes que componen Nefertiti —una obra maestra absoluta y desbordante— dejan claro que Davis y sus cuatro compañeros hacen real una música solo por su líder soñada. Puesta en escena de profundidades poéticas, pura intimidad expuesta en toda su complejidad, técnica empapada de emoción, la trompeta de Davis, el saxo de Wayne Shorter, el piano de Herbie Hancock, el contrabajo de Ron Carter y la batería de Tony Williams, cuyas espectaculares e inquietas baquetas son para mí lo mejor de la función, navegan sobre un océano que —insondable para el oyente como el que Stanislaw Lem imagina para Solaris— penetra en su mente sin que al autor de Milestones muestre la suya. La socarronería distante y seria de éste es aquí implacable y evidente, a la búsqueda de la ejecución exacta de un arte solipsista que no quiere ponerlo fácil o impresionar banalmente. El ambiente de aislamiento, concentración y precisión en el que se mueven los intérpretes es digno del de Kind Of Blue, y si creen hallar hipérbole en mis palabras, son las notas de Davis, Hancock y compañía las responsables de dicha hinchazón juzgadora. A ellas ligo sin miedo el riesgo de mi afirmación, sabedor de que su altivez y capacidad de seducción saldrán sí o sí en mi defensa.
El tema que pone título y encabeza el plástico sorprende por no contener solo alguno de Shorter o Davis, que se limitan a repetir un motivo compuesto por el primero mientras que un Williams explosivo, Hancock y Carter son los encargados de improvisar. Soberbio y espectacular, Nefertiti da paso a Fall, tema en el que el grupo parece vagar sin rumbo en la hermosa descripción de la caída que lo titula. Hand Jive es hard bop llevado al terreno de Davis en el que tanto éste como Shorter y Hancock plantan solos fenomenales sobre la irrefrenable base rítmica de Carter y Williams. En una línea similar, Madness acrecienta la elegancia instrumental del quinteto, ensimismado en busca de la improvisación perfecta, acercándose a la atonalidad sin desligarse de la melodía. La brevedad de Riot no impide que Shorter, Davis y Hancock den fe plena de su arte, antes de que Pinocchio confirme y finalice el camino andado por cinco tipos transmisores de una seguridad pasmosa y portadores de un arte exquisito.
Publicada a principios de 1968 —cuando la electricidad ya llama a la puerta—, la reconstrucción musical de la famosa reina egipcia llevada a cabo por aquel mágico quinteto de Miles Davis —Nefertiti— es una pieza a menudo olvidada en el trayecto que —cargado de lógica— une 'Round About Midnight con Get Up With It, y que sigue pareciéndome tan merecedora de atención como lo mejor de una singladura a la que es imposible encontrar parangón en la historia del jazz. Y eso como mínimo.
El sonido de Miles es inconfundible. Y el camino que siguió apasionante.
ResponderEliminar¡Abrazos!
El camino de un artista absoluto, Víctor Hugo.
ResponderEliminarAbrazos.
Desde luego es una muestra del Miles Davis más áspero y más seguro de si mismo.
ResponderEliminarMás que áspero, Luis, yo diría distante.
ResponderEliminarSaludos.
Un gran disco en el que Shorter ya empieza a mostrar las uñas ,no es de mis preferidos pero siempre esta ahí en la recamara ,saludos
ResponderEliminarA mí es un disco que me encanta, Luther, lo sitúo al nivel de "E.S.P." o "Miles Smiles", otras joyas que grabó Davis con aquel quinteto.
ResponderEliminarSaludos.