miércoles, 31 de enero de 2018
Casanova Snake
No había nada ni nadie que les pudiera parar… salvo la muerte o la disolución. Los cuatro miembros de Thee Michelle Gun Elephant habían puesto muy alto el listón con Gear Blues, pero Casavova Snake (2000) venía a demostrar dos años después que Futoshi Abe y los suyos dominaban el lenguaje del rock and roll mejor que los alumnos de aquellos de quienes lo habían aprendido. El cuarteto nipón se apodera de high energy, punk, psychobilly y garage rock y lo vomita con fiereza inusitada al interpretar canciones redondas cuya estructura se mantiene intacta tras ser sometidas a tratamiento de shock (eléctrico) por guitarra, bajo y batería. Cantadas por Yusuke Chiba con la máxima de las autoridades, composiciones como Cobra, Young Jaguar, Revolver Junkies, Rhapsody, Pinhead Cramberry Dance, GT 400 o la que —elegiaca, majestuosa, soberbia— clausura el álbum, Drop, son el sueño húmedo de cualquier melómano rocker pues juegan en la misma liga en la que lo hacían las de Bo Diddley, MC5, New York Dolls, Dictators o Dr. Feelgood, suceso inimaginable en el interior de un disco publicado en los estertores del siglo XX. Pero las cosas son como son. Ni las facciones orientales, el idioma japonés o el rictus distante disimulan o atemperan un vendaval que supera —para que se hagan una idea— al que a la sazón levantaban hercúleo Supersuckers o Gluecifer. La hora y los quince cortes de Casanova Snake justifican por sí solos todas las reverencias que queramos hacer a sus autores —magníficamente fotografiados en acción y sobre fondo blanco en las fotos del libreto interior de un CD que añade tres temas extra— y su posicionamiento en lo más alto de cualquier lista de grabaciones coetáneas, pero es la obra completa de Thee Michelle Gun Elephant (aquí todavía a la espera de Rodeo Tandem Beat Specter, Sabrina Heaven y Sabrina No Heaven) la que sitúa a la banda en un lugar inalcanzable si nos referimos a la música del diablo practicada y publicada en los años en los que el milenio deja paso a otro. Si alguien les dice lo contrario, mírenle con desprecio y cambien de acera.
Uno de los mas grandes grupos q pario madre.
ResponderEliminarAlguna vez hemos comentado mi ignorancia total sobre la música japo, salvo Stomu Yamashta al que vi en concierto hace mil años (..."estomu, ¡ya basta!, les gritaron algunos asistentes después de la brasa que nos dio). Después de leer la entrada queda claro que tal ignorancia debe remediarse y estos Thee Michelle Gun Elephant pueden ser candidatos en ese puesto vacante. Voy a escuchar algo de ellos mientras entono el mea culpa.
ResponderEliminarAbrazos,
JdG
¡Sin duda, Bernardo!
ResponderEliminarFíjate en los referentes, Javier. Te prometo que no exagero.
Abrazos.
No hay nada siquiera comparable en estas incendiarias vestiduras desde... a saber. A veces me autoengaño con el "shadows..." de Zen Guerrilla (ya en este espacio perfectamente reseñado) como única opción posible pero no... Ni por esas, sinceramente. TMGE fue un ciclón de la historia rockera al más alto nivel y punto. Y como no puedo aportar más a lo escrito en el texto, -además sobre mi disco favorito suyo-, aprovecho para reivindicar de nuevo toda la saga de Chiba posterior con Rosso y sobretodo The Birthday. Que si no vuelan tan alto (Futoshi Abe es/era mucho) poco le falta (ya si comparamos con "lo demás" que se vende como rock en el nuevo milenio, para qué... alcanza cotas de "obligatorio" el asunto).
ResponderEliminarAbrazo, Gonzalo !
Me tengo que poner con The Birthday, te lo debo. Estamos totalmente de acuerdo en cuanto a TMGE, Guzz, un ciclón inigualable.
ResponderEliminarAbrazos.