De las tres noches que Camarón de la Isla llenó el Cirque d'Hiver parisino en mayo de 1987, acompañado por Tomatito, llegaba este recuerdo en forma de álbum en 1999. Llevado a la capital francesa por Miguel Vallecillo Mata, Camarón se encargó de exponer su arte al público de aquel país y a españoles en él residentes. Si por aquel entonces el cantaor es ya un icono flamenco, bien como intérprete clásico, bien como renovador del género, que nada tiene que demostrar, los ocho temas que recoge el disco corroboran la categoría de su voz, la magia de unas cuerdas vocales que convierten en notas musicales el desgarro, el misterio y la incertidumbre de la existencia. La guitarra de Tomatito es compañía firme para el de San Fernando, moviéndose entre bulerías, tangos, fandangos, tarantos y alegrías con precisión y fluidez, sabedora de que, aun estando al servicio del autor de La leyenda del tiempo, sus seis cuerdas tienen espacio para el lucimiento y no deben flaquear ni un momento. Es decir, que también se admira y se juzga (escójase el orden) a quien se sienta al lado de un artista tan inconmensurable. En Francia o en España, en el escenario o en el estudio, Camarón fue un genio que en solo cuarenta y un años dijo el triple que otros en ochenta. Esta grabación en vivo rescatada cuando ya no estaba entre nosotros es una prueba más de ello. Bien sûr!
Bien sur mon frère, precisamente en Paris se han visto retratadas varias de nuestras glorias y miserias nacionales; las primeras representativas en el acogimiento del genio y poderío de artistas contemporáneos como Paco Ibáñez y Camarón, las segundas, representadas por el ignominioso abandono a su suerte de la Segunda República, ¡allez, Liberté, Egalité et Fraternité!..., "pa tí pa tu primo", como diría el ingenioso Mariscal.
ResponderEliminarAbrazos,
Y cómo contrastó el abandono de franceses y británicos con el apoyo de alemanes e italianos a los rebeldes y fascistas de Franco. Escuchemos al de la Isla para aliviarnos, Javier.
ResponderEliminarUn abrazo.