Aunque abra el disco con una versión del clásico blues Rock Me Baby en la que derrite su guitarra eléctrica, lo de Johnny Winter en Still Alive And Well (1973) es básicamente rock, producido por Rick Derringer, interpretado por el autor de Second Winter, Randy Jo Hobbs (bajo) y Richard Hughes (batería) y con dos versiones de los Rolling Stones a bordo por si hubiera dudas. Can't You Feel It es un un buen rock and roll escrito por Dan Hartman al que sigue Cheap Tequila, tema lento compuesto por Derringer (que también aporta su guitarra) que echa el freno, rebaja la potencia y cuenta con el mellotron de Todd Rundgren. El hard rock de All Tore Down, firmado por Joe Crane, y el blues rock de Rock & Roll, éste sí de Winter, completan la primera parte de la función, dominando la segunda canción gracias a la slide venenosa del genial albino.
Es Rick Derringer quien se hace con la slide en la primera lectura stone, un poderoso Silver Train que el grupo de Mick Jagger todavía no había dado a conocer y que además trae el piano de Mark Klingman. El country añade géneros musicales al álbum gracias al Ain't Nothing To Me de Leon Payne, en el que hallamos a Derringer por última vez, en este caso manejando la pedal steel. Si ya no toca instrumento alguno, sí aporta una segunda composición, la que otorga título al álbum y sirve para que Johnny Winter dé lo mejor de sí técnica y sensorialmente. El segundo corte que escribe Winter, Too Much Seconal, es un blues que abandona la electricidad y cuya sonoridad choca con la del resto del elepé, haciéndose Winter con mandolina y slide y trayendo Jeremy Steig su flauta al estudio.
Qué mejor para corroborar que uno está "todavía vivo y bien", como se afirma en la portada, que cerrar un disco con el Let It Bleed de Jagger y Richards. Las drogas habían pasado por la vida de nuestro hombre y se les decía adiós con uno de los mejores temas de uno de los mejores trabajos nacidos bajo el dominio de la música del diablo. No es una obra maestra ni está Still Alive And Well a su altura, por supuesto, pero es una muy buena muestra de Johnny Winter en su faceta más roquera. Jamás haría uso en vano del cancionero de los Stones.
A Winter no se le olvida, por su albinismo, y la singularidad del toque de su guitarra. Creo que es único en sus sonidos. Un abrazo.Carlos
ResponderEliminarLe vi en su concierto de despedida, ya muy desgastado el hombre (se pasó gran parte del concierto sentado) en una pletórica Sala Arena. La peña coreando su nombre al final de los bises, emocionante punto final a uno de los nuestros. En su obra no hay discos malos, tan solo algunos inferiores si los comparamos con una producción de muy alto nivel.
ResponderEliminarAbrazo,
Un maestro, Carlos, su guitarra es tremenda.
ResponderEliminarMe lo has comentado alguna vez, Javier, imagino la emoción. Así es, su obra tiene un nivel altísimo, cada disco que comento de él me lo recuerda.
Abrazos.
Yo también tuve ocasión de verlo en mayo de 2014 en Barcelona, no recordaba que había fallecido sólo dos meses después. Como dice Javier no estaba para muchos trotes, pero la emoción y algunos momentos, para mí quedan.
ResponderEliminarFui solo, y acabé la noche jugando futbolines al lado del Apolo con unos tipos que tenían entradas para el último concierto en Londres de la gira de reunión de Black Sabbath. Noche completita, jaja.
Un abrazo.
Joder, qué buena noche, Nacho. Diferentes pero grandes cada uno a su manera, Winter y Sabbath.
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por comentar.