Como aquellos aficionados que acuden (o acudían) a las salas cinematográficas atraídos por el brillo de un reparto estelar hasta el paroxismo —Asesinato en el Orient Express, la horrenda adaptación que Sidney Lumet hizo de la novela de Agatha Christie, es uno de los mejores ejemplos de este tipo de películas—, los amantes del rock "underground" (para entendernos) bien podían haber pernoctado a la puerta de las tiendas la noche previa a que The Good, The Bad And The Ugly fuera a ser puesto a la venta en 2003. Porque si les leo —traduzco— la pegatina situada en el extremo superior derecha de mi copia del elepé, no es para menos: "El nuevo álbum de Sonny Vincent con miembros de: The Stooges, MC5, Rationals, Sonic's Rendezvous Band, Generation X, The Damned, Heartbreakers, Voidoids, Television, Black Flag, Sonic Youth, The Weirdos, The Zeros, Lazy Cowgirls, Muffs, Hangmen, BellRays y muchos otros…". ¿Y muchos otros? Pues válgame Dios… Nada que envidiar en su terreno a los Sean Connery, Ingrid Bergman, Lauren Bacall, Anthony Perkins y demás del film de Lumet, tal listado de grupos del mejor rock subterráneo que la humanidad haya conocido. Y —por fortuna y al contrario de quien asiste a la proyección de la puesta en escena del enésimo caso de un Hercules Poirot que toma vida mediante un inaguantable Albert Finney— no se siente defraudado quien toma en consideración el reclamo —no sirve éste de parapeto de la vulgaridad—, pues la colección de canciones que ofrece nuestro particular Clint Eastwood es buena, muy buena, per se, y el aditamento de las colaboraciones sirve, en todo caso, para darle mayor brío.
La voz y la guitarra de Sonny Vincent, la batería de Ron Asheton y el bajo de Captain Sensible —sustituidos repectivamente por Manu Larnaud y Marc Hacquet en la inicial My Guitar— forman el trío al que se van sumando guitarristas y cantantes en lo que básicamente es punk rock de primera con alguna excepción que sirve para flirtear con el noise y la psicodelia (Down The Drain, South Beach, en esta última, cómo no, Thurston Moore y Jim O'Rourke a las seis cuerdas), el high energy (Skag, aquí —obvio— Wayne Kramer) o el country rock vía Stones (Flower). Supera también The Good, The Bad And The Ugly el obstáculo de la dispersión, al no hacer mella en la cohesión del álbum el haber sido registrado en seis ciudades diferentes: Detroit, Nueva York, Berlín, Brighton, Montpellier y Los Ángeles. Pero, en fin, nunca se ha arredrado Sonny Vincent ante las dificultades, y es como si éstas le estimularan.
Añadir, por último, que existen dos portadas diferentes del elepé, cuyas fotos acompañan a esta entrada. Ni que decir tiene que nos quedamos, y no sólo porque sea la que tengamos, con la que utiliza a Sgt. Peppers como referencia. Es un detalle más para querer a un disco que homenajea a los Beatles y a Sergio Leone, pero que suena a puro Vincent.