viernes, 24 de mayo de 2013
Magic And Loss
Había comenzado con New York, continuado (junto a John Cale) con Songs For Drella, y Magic And Loss (1992) le ponía fin, aunque en ese momento no lo sabíamos. Se trataba de una trilogía que se situaba donde, hasta ese momento, habían estado sus trabajos con la Velvet, Transformer, Berlin, Street Hassle, The Blue Mask y sus gloriosos directos. Una trilogía que retrataba su ciudad, recordaba a Andy Warhol y, ahora, nos iba a hablar de la parca, ésa que tan lejos se suele querer, pero que tanto inspira a los artistas cuando es ajena.
"Dedicado a Doc [Pomus] y especialmente a Rita", Magic And Loss es el adiós de casi una hora que Lou Reed dedica a sus dos amigos muertos de cáncer, repasando junto a ellos el proceso del deterioro físico causado por la enfermedad, la angustia previa al fin, la desaparición, la culpa por no haber estado ahí en todo momento, la violencia, la purificación y —epítome subjetivo— el recuerdo, que es lo que queda cuando se compone el disco. Dicho recuerdo y la ficción imponen la distancia para que el objeto artístico emocione de tal manera que se acabe despegando de la idea original que lo pone en pie, pero aquí la vida —paradójicamente— se cuela al ser tan delicado lo narrado, y nos damos de bruces con un Lou Reed frágil, desnudo, que en lugar de levantar barreras, las derriba. Importa aquí más el Reed ser humano que el Reed creador (al menos importan igual), lo que sitúa Magic And Loss en los antípodas de Lou Reed Live. Take No Prisioners, si bien en ambas situaciones el neoyorquino da lo mejor de sí mismo. Escucharle cantar desde dentro en Magician, poniéndose en el lugar del moribundo para recordar que "es demasiado pronto / para que mi vida se termine / para que este cuerpo se pudra sin más", pone no uno, sino infinitos nudos en la garganta, que no ceden cuando la descripción se vuelve ruego al fundirse enfermo y cantante e implorar impotentes: "Quiero creer en los milagros y no solo en los números". La austeridad de las guitarras de Lou Reed y Mike Rathke, el bajo de Rob Wasserman y la leve percusión de Michael Blair es de tal intensidad que solo puede desembocar en el reverso estético que significa Sword Of Damocles, en el que Reed observa cómo todo se viene abajo arropado por una hermosísima melodía y una letra que llaman a nuestras lágrimas por ínfima que sea nuestra sensibilidad: "Para curarte tienen que matarte / la espada de Damocles sobre tu cabeza". Llegan entonces la misa de despedida y la cremación antes de dar paso a la segunda cara y, con ella, a la impotencia y los remordimientos. En No Chance ("Decimos que hay cosas que ojalá hubiéramos sabido antes y de hecho nunca es así / pero ojalá yo hubiera sabido que te ibas a morir / entonces no me hubiera sentido tan estúpido, tan tonto por no haberte llamado / y no tuve la ocasión de despedirme / y no tuve la ocasión de despedirme), de manera musicalmente comedida; en Warrior King ("Ojala fuera un rey guerrero") y Glassed And Stoked ("Sabía que tenía que haberte visto ese jueves / sabía que no me tenía que haber marchado / pero parecías tan contento, tan animado"), apelando a la electricidad del rock. Después de pasar también por la virulencia fantasmagórica de Harry's Circumcision, Magic And Loss intenta acendrar siquiera simbólicamente y recapitular de alguna manera el elepé al que ha dado título. Bien sabe Lou Reed que
"no puedes ser Shakespeare
y no puedes ser Joyce
en lugar de eso no queda más remedio
que cargar contigo mismo
y con una rabia que puede herirte
tienes que empezar otra vez desde el principio
Y justo en ese momento
ese fuego maravilloso empieza otra vez",
y así nos lo hace saber en esta extraordinaria y simbólica pieza que completa un conjunto en el que no hay flagelo ni condescendencia en el deseo de ser honesto y justo con los sentimientos más íntimos. No queda más remedio que seguir caminando, pudiéramos extraer como obvia moraleja, pero no ha sido jamás amigo de éstas Lou Reed. Suficiente tiene con entregarnos sus discos —y que cada cual infiera lo que quiera—, más aún si se trata del que cierra la trilogía a la que hacíamos mención en el primer párrafo, y uno de los mejores de los años noventa. Echen a andar o quédense quietos, Magic And Loss se instalará —ni conmiserativo ni agresivo, o todo lo contrario: como la vida (la muerte) misma— en sus conciencias para siempre.
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Es de lo pocos álbumes del genio neoyorquino que me faltan, cuestión que voy a remediar en cuanto se publique este comentario, no es la primera ni la última magnífica crítica que leo al respecto.
ResponderEliminarGracias.
Tremendo disco en lo lirico y tambien en lo musical.
ResponderEliminar"o hay flagelo ni condescendencia en el deseo de ser honesto y justo con los sentimientos más íntimos". Amen.
Espectacular disco que, como también pasa con mi predilecto "NY", merece la misma consideración que sus célebres cimas más remotas (para mi VU incluida). Si será bueno el cabrito que hasta sofoca un algo el resto de su obra noventera... sus posteriores y (aparentemente) definitivos "Set the twilight reeling" y "Ecstasy" que me parecen tremendos y tienen seguramente menos consideración de la merecida por la etiqueta de "último gran disco de Reed" que se desprende del cojonudo y obligatorio M&L... Otro zarpazo a la historia del rock en definitiva y parafraseándote Gonzalo: "Reed es igual de viejo, bueno y necesario que Dylan o Neil Young". Ni más ni menos.
ResponderEliminarAbrazo guzzero.
El último gran disco de Lou Reed, éste del 91.-
ResponderEliminarLo mío con el de Nueva York es la típica historia guadianeja. Enamorado de toda su etapa Velvet y de sus primeros trabajos en solitario hasta "Street Hassle". Desaparezco yo (¿o desaparece él?) y nos volvemos a encontrar muchos años más tarde, en 1996 con "Set The Twilight Reeling", y hasta ahora. Por lo que comentas es un trabajo muy preciso, muy enfocado, desnudo, sin abalorios. No creo que complete la colección del neoyorquino, francamente. Algo perderé, como casi siempre.
ResponderEliminarPillaste el alma al disco Gonzalo.
Saludos,
JdG
Este disco siempre me ha atraido un monton, oscuro y depresivo, la frase para curarme tienen que matarme siempre me ha parecido tremenda, gran disco que compre en vinilo en su dia y que conservo con un cariño de la leche, gran entrada amigo.
ResponderEliminarSaludos y buen fin de semana!!!
Imprescindible, Sergio. Espero que te guste.
ResponderEliminarMaestro, Reed, en ambos terrenos, Mansion.
Los dos discos posteriores a "Magic And Loss", Guzz, no me parecen tan enormes. "Ecstasy" es muy bueno, pero "Set The Twilight" lo dejo en bueno a secas. Y, sí, por supuesto, Reed es tan grande como Dylan y Young, de eso no me cabe duda.
De acuerdo, Mario.
Javier, te pierdes, como mínimo, cuatro obras maestras ("The Blue Mask" y la trilogía de la que hablo). Te las recomiendo a ciegas. "Magic And Loss" es un disco de emocionante sobriedad (o de sobria emoción).
También yo lo tengo en vinilo, Addison. La dureza del cáncer la he vivido de primera mano, y la frase de Reed es absolutamente cierta en algunos casos. Gracias por lo de la entrada.
Un abrazo para todos.
Estimado Gonzalo:
ResponderEliminarHe leído En los antípodas del día y he escrito en mi blog una reseña sobre ella. Te dejo el enlace por si te apetece leerlo:
http://desdelaciudadsincines.blogspot.com.es/2013/05/en-los-antipodas-del-dia-por-gonzalo.html
saludos
No puedo más que quitarme el sombrero después de haber leido esta excelsa y certera crítica que haces de este maravilloso disco de Reed, introspectivo donde los haya.
ResponderEliminar"A veces quieres creer en lo mágico para olvidar tu penas", tremendas reflexiones sobre la vida,la muerte y el amor en este disco. Como bien dices un disco que se te instala en la conciencia.
Me parece muy interesante también que pongas esa citación de Shakespeare, tan presente en la obra de Lou Reed.
Bueno un saludo y keep on rockin'!
Cómo me conoces (o cómo me lees), truhán, ya me lo advertiste. Este disco es doloroso y tan grande como la misma vida. Lo amo profundamente, recuerdo que la primera vez que lo escuché me quedé estupefacto. Una de las obras maestras menos reconocidas de tito Lou, tu reseña ha incrementado más todavía su grandeza. Abrazo.
ResponderEliminarGracias, Sergio. Leo tu blog habitualmente y ya he hecho lo propio con la reseña.
ResponderEliminarGracias, r'n'r animal. Estamos muy de acuerdo, es un disco de los que deja huella emocional. Reflexiones tremendas y muy honestas, amigo mío.
Ya sabía que te gustaba mucho, querido Johnny. La obra de Lou Reed está llena de cosas muy buenas, a veces me sorprende que no se vaya más allá de "Transformer" o "Rock 'N' Roll Animal". Gracias por lo de la reseña.
Abrazos.