Tratándose de quienes se trata, la despedida tenía que ser por todo lo alto. Abbey Road, último elepé grabado por los Beatles aunque penúltimo en ser publicado, veía la luz en septiembre de 1969 y venía a unirse a Rubber Soul, Revolver, Sgt. Pepper's y White Album en la cumbre de la banda más influyente de todos los tiempos, aquí exhibiendo una musicalidad, una calidez y una cantidad de matices abrumadoras.
Parece imposible iniciar un disco de una manera tan elegante y distinguida como con Come Together. El susurro y las palmas de John Lennon, el bajo y el piano de Paul McCartney y la percusión de Ringo Starr brotan cual pura magia —motivo que se repite a lo largo de la canción— a la que se suman las guitarras de Lennon y George Harrison en una composición del primero que vive entre el rock y el blues. Los punteos finales de Harrison anuncian los que abren Something, pop pluscuamperfecto y orquestado que supone una de las dos inmortales aportaciones del guitarrista al plástico. El McCartney del music hall en When I'm Sixty-Four revive en Maxwell's Silver Hammer, donde la alegría de la melodía y los arreglos (sintetizador de Sir Paul incluido) contrasta con la letra macabra. También canta y compone el autor de Ram Oh Darling, hermoso homenaje al doo-wop que Lennon hubiera deseado cantar en lugar de McCartney. Starr pone voz y notas a ese delicioso jardín que es Octopu's Garden, uno de los dos temas que el baterista trajo al cuarteto de Liverpool. Se encarga Lennon de la espectacular I Want You (She's So Heavy), pieza que roza los ochos minutos entre el blues rock y el progresivo, y cuyo final inopinado y tajante sigue sacudiendo por igual al oyente sin importar las veces que la haya escuchado.
La segunda mitad da comienzo con una de las canciones más conocidas de los Beatles, también la segunda que escribe Harrison. Here Comes The Sun aúna el pop orquestado de Something con el folk en una composición intachable que para mí significa la alegría de la vida. El único miembro que falta en su grabación es el creador de Because, inmaculado pop barroco liderado por Lennon y magníficamente armonizado por éste, Harrison y McCartney en ausencia de Ringo Starr. You Never Give Me Your Money, muestra del talento de Paul McCartney para viajar de la balada pop al rock experimental pasando por el music hall sin perder el oremus, abre ese genial medley que enlaza ocho cortes más o menos acabados (del esbozo o boceto al tema completo). Sun King crece psicodélica a partir del Albatross de Fleetwood Mac, Mean Mr. Mustard flirtea con el music hall y la cachonda Polythene Pam es un rock and roll made in Buddy Holly: las tres, canciones de Lennon. Las cuatro que quedan son de McCartney: folk y rock conviven en She Came In Through The Bathroom Window, Golden Slumbers es el preludio pop de la sinfónica Carry The Weight y The End hace honor a su título roqueando de lo lindo (orquestadas las tres últimas por George Martin, al igual que las orquestaciones previas).
Los veintitrés segundos ocultos de Her Majesty son el conocido accidente que concluye realmente Abbey Road, pues hasta en eso es único el disco. Claro que este párrafo aparte existe para mencionar la portada que ven presidiendo el texto, imagen icónica que acompaña inmejorablemente a un contenido sonoro cum laude. Ese estudio, esa calle, ese paso de cebra, esos cuatro hombres ingleses…