Bajo el influjo de Swami Satchidananda Saraswati que anuncia el título se desarrolla el cuarto y magistral elepé de Alice Coltrane. Journey In Satchidananda contiene cuatro temas en el estudio registrados en noviembre de 1970 y uno en directo grabado en directo en julio del mismo año y encargado de clausurar el álbum.
La meditación y la espiritualidad asociadas al maestro hindú recorren el disco desde su primer corte, el que le da nombre. Sobre una base rítmica construida por el ostinato del contrabajo de Cecil McBee, las baquetas de Rashied Ali, la tanpura de Tulsi Sen Gupta y la percusión (pandereta y campanillas) de Majid Shabazz facturan sus solos Pharoah Sanders (saxo soprano) y Coltrane (arpa) para dar con una musicalidad desbordante que, entre lo místico y lo onírico, sorprende por su originalidad. Shiva-Loka maneja códigos similares tras una introducción dominada por el arpa de Alice Coltrane y el contrabajo tocado con el arco por McBee. Es entonces que, con la base rítmica repitiendo patrones tras volver Cecil McBee a utilizar sus dedos, Sanders y Coltrane improvisan por ese orden, retomando el contrabajista el arco en el tramo final del tema. Stopover Bombay es la pieza más corta de todas, menos de tres minutos en los que Pharoah Sanders se luce y Alice Coltrane cambia arpa por piano. No deja las teclas en Something About John Coltrane, aportando el primer solo apoyada por el ritmo cuatriforme en el que destaca un Ali colosal. Si la intervención de Coltrane ha sido sobresaliente (no podría ser de otra manera si había que honrar la memoria de su difunto marido), no lo van a ser menos las de Sanders y —especialmente— la de McBee, en una única pero espectacular intervención solista.
Recogido en vivo en el Village Gate neoyorquino, Isis And Osiris ve al sexteto reducido en un miembro, quinteto en el que repiten Alice Coltrane al arpa, Pharoah Sanders al soprano y la percusión y Rashied Ali a la batería, sustituye Charlie Haden a Cecil McBee al contrabajo, suma Vishnu Wood el oud y desaparecen Tulsi Sen Gupta y Majid Shabazz. Son estos once minutos y medio que ponen fin a Journey In Satchidananda de un buen gusto indiscutible y coherentes con lo que les ha antecedido, a pesar de no tan inspirados como lo acaecido en el estudio con la primera formación. No me malinterpreten, es una música notable que se disfruta mucho, pero no alcanza el nivel de concentración de los cuatro temas de noviembre ni contiene matices o momentos extraordinarios. Nada que afecte, termino, a las dimensiones artísticas de una trabajo que vendrá a modificar el devenir formal de su autora, arranque de una nueva etapa que contiene parte de la mejor música que dejó plasmada.