No voy a decir, de todos modos, que Zeno Beach sea Radios Appear. Su onda expansiva es más reducida, pero su calidad es innegable, la de unos músicos maduros que si bien prefieren mirar para adentro, conscientes de que han pasado muchos años, siguen llenos de una energía que la edad canaliza de manera diferente (aunque haya balazos como Connected, ojo). Un disco que suena muy sólido y cohesionado; rock, es obvio, pero al que cuesta buscar émulos o ascendentes, algo que ya sucedía con Radio Birdman en los setenta y con los New Christs posteriormente, pues aunque sean los Stooges y MC5 sus fuentes principales, hay en ellos una vertiente pop y un dramatismo (tan peculiar en muchas bandas australianas) que les lleva a poner en práctica un discurso que —como en los artistas de mayor calado— utiliza sus influencias musicales para traducir a claves estéticas vivencias, sensaciones y pensamientos particulares. No es ajeno a lo argüido el que Radio Birdman sea un sexteto en el que las teclas tienen su importancia, mucha en Zeno Beach. Incluso es autor Pip Hoyle de los dos temas que cierran el elepé: The Brotherhood Of Al Wazah y Zeno Beach.
No hará falta insistir, tal y como hacía al hablar de Green Manalishi, en que los Strokes o los Libertines se quedan en nada —por no citar indecentes sinecuras— tras escuchar el álbum de Radio Birdman, a pesar de que aquéllos sean mucho más famosos y hayan acaparado más portadas que los australianos y que muy pocos de sus seguidores se enterasen siquiera de la publicación de Zeno Beach en 2006. Nada podemos hacer al respecto, simplemente recordar las palabras de Joe Tangari en 2001 al reseñar el espléndido recopilatorio The Essential Radio Birdman (1974-1978): "Desafortunademente, parece como si Radio Birdman hubiera sido el grupo adecuado en el momento inadecuado". Pudiera ser válida dicha afirmación para su segunda encarnación, pero tampoco hay que darle demasiada importancia. Si quieren saber mi opinión, yo no le doy ninguna.