La marcha de Ian Gillan y Roger Glover de Deep Purple dará lugar a la entrada de David Coverdale y Glenn Hughes, como bien es sabido, pero, sobre todo, hará que la música de la banda se haga más sensual ganando el funk terreno al hard sin abandonar el estricto espacio del rock. Aunque el cambio será palpable del todo a finales de 1974 gracias al excelente Stormbringer, el no menos sobresaliente Burn, en febrero del mismo año, ya avisa de una evolución que, en mi opinión, favorece y enriquece a Deep Purple, aunque a algunos no satisfará, especialmente a sus seguidores más duros y, más importante, a Ritchie Blackmore, que abandonará Deep Purple en 1975 para fundar Rainbow. Esta formación, pues, conocida como Mark III, grabará sólo los dos álbumes mencionados.
Burn es un balazo Made in Purple que, en la línea de Highway Star, todavía entronca con el sonido acuñado por la formación más gloriosa de la banda. Con Ian Paice percutiendo como varios hombres al mismo tiempo, Blackmore y Jon Lord nos regalan sensacionales solos de guitarra y teclados respectivamente, en especial el segundo, que parece volar cual bestia mitológica sobre su instrumento. Escuchen, además, a Coverdale y Hughes coreando al unísono en el estribillo ese "Buuuuuurn", y completaremos un espectáculo soberano que abre el elepé de la más rotunda de las maneras. En Might Just Take Your Life, un medio tiempo lleno de color, ya se siente esa cercanía al funk, aunque vuelva a ser Lord el protagonista al final del corte. Lay Down, Stay Down es un rock and roll desenfadado en el que Blackmore hace un largo y exquisito solo. Más funk rock hallamos en Sail Away, que, sin llegar a ser una balada, se le asemeja. You Fool No One es puro ritmo impulsado por la mano magistral de Paice. What's Goin' On Here escenifica a los Deep Purple más distendidos flirteando con el boogie-woogie. Los siete minutos y medio de Mistreated llevan el álbum a su clímax en forma de blues arrastrado que finaliza veloz con un Ritchie Blackmore reventando su instrumento. "A" 200, un instrumental que (casi) nada aporta al disco, clausura un trabajo que demostraba que, a pesar de los cambios, Deep Purple seguía en lo más alto. Stormbringer, le pese a quien le pese, no hará sino confirmarlo.