El grupo se había separado en 1971, pero en enero de 1972 volvía al estudio para registrar lo que a la postre sería su penúltimo disco, Free At Last. Sin llegar al nivel de Fire And Water, Free demuestra que sus problemas internos, momentáneamente soslayados, no han mermado su capacidad artística, pues sigue facturando con brillantez su rock de tempo lento y cosecha propia. Hard incisivo con remansos de paz, el de Catch A Train nace del blues eléctrico, como tantas composiciones de la banda, y sirve de aguerrida apertura. El redoble militar de Simon Kirke nos introduce, cómo no, en Soldier Boy, rock con trazas de psicodelia y soul. También hay algo de soul en Magic Ship y Sail On, partituras hermosamente ejecutadas por la garganta de Paul Rodgers, la guitarra de Paul Kossoff, el bajo y el piano de Andy Fraser y la batería de Kirke. Travellin' Man cierra con fuerza la primera cara y anuncia lo que será Bad Company sin dejar de sonar a Free. La segunda mitad del plástico la encabeza el que fuera exitoso single Little Bit Of Love, cuya brevedad y estilo marchoso contrasta, y mucho, con los tres cortes que le acompañan, todos por encima de los cinco minutos. La solemnidad cósmica de Guardian Of The Universe, el folk intimista y contenido de Child y esa emocionante despedida que es Goodbye navegan por mares austeros en forma de adagio y frugalidad instrumental no muy aptos, en apariencia, para las listas de éxitos. Nada nos importan éstas en Ragged Glory, sea como fuere, simplemente disfrutamos de la música de Free y las piezas más y menos comerciales de Free At Last, a la espera de que Heartbreaker pusiera fin al camino andado por sus autores.
jueves, 22 de julio de 2021
lunes, 19 de julio de 2021
Y lo llamarán demagogia
😩😩
jueves, 15 de julio de 2021
The Inflated Tear
Blues que es marcha fúnebre (y viceversa), The Black And Crazy Blues abre majestuoso The Inflated Tear, magistral elepé que Rahsaan Roland Kirk registra con su grupo en noviembre de 1967, es decir, en los albores de su crucial relación con Atlantic. Blues, hard bop y jazz de raíz coltraniana, la música de Kirk exhibe variedad tímbrica, armónica, estructural y potencial que hace posible que Many Blessings sea protagonizado por el agresivo saxo del invidente de Ohio y vaya seguido de una balada, Fingers In The Wind, en la que su flauta y el piano de Ron Burton recrean una atmósfera de suavidad. Pero también que otra balada, la que titula el álbum, juegue a la disonancia en su prólogo, a la mitad de camino y en su final o que la banda se atreva —espléndida e incluso salvaje— con el Creole Love Call de Duke Ellington. Ejemplos de un trayecto a disfrutar completo en el que Kirk saca a pasear sus saxos (el tenor, el soprano o manzello y el alto o strich), el clarinete, la flauta, el corno inglés, el silbato y el flexatone; Burton, el comentado piano; Steve Novosel, el contrabajo y Jimmy Hopps, la batería. Colabora tocando el trombón, además, Dick Griffin (acreditado Griffith) en Fly By Night, penúltima de las nueve piezas de un soberbio The Inflated Tear al que se yuxtapondrán Left & Right y Volunteered Slavery para componer una trilogía que esconde lo mejor del gran Rahsaan. Y eso que antes y después dejó también grabaciones excelentes.
lunes, 12 de julio de 2021
Hopeless Case Of A Kid In Denial
Contenía esta elegante cajita de 2001 cinco canciones interpretadas por los Hellacopters más dos videoclips, uno de los cuales ponía imágenes al colosal y frenético Hopeless Case Of A Kid In Denial que encabezaba este producto de edición limitada igual que había abierto el año anterior el magistral High Visibility. A Cross For Cain es otra estupenda composición de los suecos, aunque no tan espectacular como la primera, a la que se yuxtapone la versión del Cold Night For Alligators de Roky Erickson, perfectamente adaptada al estilo del grupo. Salvajismo puro y duro es lo que nos traen (I'm A) Stealer y Like No Other Man, en directo el tema de aquella bomba de relojería llamada Payin' The Dues. El otro videoclip es el de Toys And Flavors, bastante difundido en su momento para promocionar el mencionado High Visibility y propietario de una canción sencillamente perfecta de una banda que apenas tenía rival escribiendo y tocando rock and roll a finales del siglo XX y principios del XXI. A pesar de que no inventaba nada, supo dar tratamiento propio a una música en la que ya parece estar todo dicho.
miércoles, 7 de julio de 2021
Desaparezca aquí
No hacen falta las comparaciones si hablamos del tercer disco de Nacho Vegas, pues insiste el asturiano en sus peculiares canciones largas de origen folk y desarrollo rock magníficamente instrumentadas y puestas en pie por su grupo, Las Esferas Invisibles. Desaparezca aquí (2005) corrobora la figura del personal cantautor mediante diez composiciones que se mueven entre el morbo, el testimonio costumbrista, el tremendismo y la invención poética. Si musicalmente todas tienen el sello Vegas, en dos de ellas (Ella me confundió con otra persona, Perdimos el control) hace acto de presencia la electricidad de forma poderosa, novedad sonora que no anula el tono de confesión íntima de las letras, si acaso aumenta —materia de discusión— el impacto emocional de las mismas. Aunque menos agresiva, también hay electricidad en Nuevos planes, idénticas estrategias, glam circense que dispara "como Kevin Ayers a una luna llena", y Autoayuda, para mí pieza central de la función, y cuyos vatios ondulantes parecen descender de Nick Cave y sus Bad Seeds. El resto del listado nos sirve para saber de El hombre que casi conoció a Michi Panero, cómo se vive Cerca del cielo, subtitulada Canción de Juanito Oiarzabal por el montañero vasco, y otras historias del bardo de Gijón —de Maravillas de la condición humana a La noche más larga del año— siempre acompañadas de bellas partituras y nobles interpretaciones.
lunes, 5 de julio de 2021
Stranglehold
Tres meses antes de formar parte del primer elepé de la banda, la bulla punk de Stranglehold, con sonido similar al de los Clash, hacía aparición encabezando este single de 1979. También encontraremos en el debut de U.K. Subs World War y Rockers, aunque ésta en versión más corta en la cara B del sencillo. Crudas y cortantes ambas, la primera apenas pasa del minuto y se me hace excesivamente breve, lo que no quiere decir que rebaje su mensaje ácrata ("Ningún gobierno va a recibir un centavo de mí") ni que se nos pase por alto su riff inspirado en los Dead Boys. Punk británico del 77 pero parido dos años después. Hasta hoy.