La guitarra de Eddie Van Halen, tremendamente técnica pero contenida, los gorgoritos de un cantante que parece un cruce —en heavy— entre Robert Plant, Elvis y Frank Sinatra y una base rítmica con los fabulosos Alex Van Halen y Michael Anthony dan lugar a un álbum fiero y sorprendente.
Abren con Runnin' With The Devil, un gran riff que señala el camino, y ya no bajan la guardia hasta al final. Temas propios como Ain't Talking 'Bout Love, Atomic Punk u On Fire conviven con versiones de los Kinks (You Really Got Me) y del bluesman John Brim (Ice Cream Man) que llevan a su terreno y que dejan ver influencias reflejadas en canciones cortas cercanas al espíritu original del rock and roll: diversión, baile y sexualidad.
Descubierto por Gene Simmons, el primero en la lista de agradecimientos de la contraportada, Van Halen se convertiría en uno de los grupos de mayor éxito de todos los tiempos, y completaría con sus dos siguientes trabajos (Van Halen II y Women And Children First) una irresistible trilogía que, como Thin Lizzy o AC/DC, haría de ellos referencia indiscutible del rock duro de finales de los setenta y principios de la década siguiente. Una auténtica delicia.