Junto con el Ram de Paul McCartney y el John Lennon/Plastic Ono Band de John Lennon, el All Thing Must Pass de George Harrison y 1970 me parece el mejor disco parido por un beatle fuera de la banda madre. Las conocidas circunstancias de su larga grabación y producción, el enorme número de músicos que se paseó por sus sesiones (en compañía de Harrison tocaron Eric Clapton, Ringo Starr, Billy Preston, Bobby Keys o David Mason entre otros) y la presentación final en un triple elepé que incluía una serie de jams improvisada mientras se daba forma a los dieciocho cortes de los dos primeros plásticos, Apple Jam, nos plantan ante un trabajo mastodóntico y exuberante. Todo el talento parcialmente desperdiciado y abotargado por la preponderancia compositora de Lennon y McCartney en el cuarteto de Liverpool explota en un álbum multiforme que es puro talento y belleza.
I'd Have You Anytime abre relajadamente la función, folk rock etéreo y delicado que Harrison escribe a medias con Bob Dylan. My Sweet Lord añade carácter góspel y pop al folk que le ha precedido y es una de las canciones más conocidas de su autor. Volantazo en toda regla, el de Wah-Wah nos conduce pletórico —guitarras, vientos, teclados, percusiones, bajo y batería— por las autopistas del sonido spectoriano, no en vano coproduce quien coproduce. La primera de las versiones de Isn't It a Pity, tema que Harrison había compuesto en 1966 y que los Beatles no hicieron propio, es una extensa y magnífica balada orquestada que también huele a Spector y que evidentemente recuerda a Hey Jude. What Is Life es un subidón de adrenalina, un chute de energía y felicidad que casa pop, rock, soul y funk y atrapa entre sus notas incluso al oyente más renuente. La maravillosa If Not For You de Bob Dylan, que asimismo formará parte de su espléndido New Morning, es aquí interpretada sin mácula por George Harrrison. Es precisamente a Dylan a quien Harrison dedica Behind That Locked Door, que sigue la estela country de su antecesora. También hubiera querido Harrison que Let It Down formara parte de la discografía beatle, pero por fortuna recuperó su poderosa musicalidad para All Things Must Pass. Run Of The Mill completa el primer disco basculando entre el soul y el pop y explicitando, como es sabido, el contacto de Harrison con The Band.
El segundo redondo lo encabeza Beware Of Darkness, balada en la línea cualitativa de Isn't It a Pity. Apple Scruffs se pasa al folk con un Harrison ejerciendo de factótum (guitarras, armónica, voz y coros son suyos), excepto por la percusión de Mal Evans, en una preciosa composición. Ballad Of Sir Frankie Crisp (Let It Roll) desarrolla su folk rock ligeramente psicodélico recordando al dueño de la casa que Harrison acababa de comprar en Henley-on-Thames. El góspel, cruzado con el rock, vuelve a llamar a la puerta en Awaiting On You antes de que el tema que da nombre al trabajo retome el folk rock de envolvente sonido y nos hable de lo efímero de nuestra existencia acercándose una vez más a The Band. I Dig Love tiene una estructura peculiar que parte del blues y cuenta con las baterías de Starr y Jim Gordon. Art Of Dying anticipa la música disco sin dejar de remitir al funk hendrixiano en una canción muy potente y pegadiza. La segunda versión de Isn't It A Pity renuncia a la orquestación y recorta su duración en dos minutos y medio, dando con un tono más intimista aunque igualmente válido. La temática religiosa y el góspel aparecen de nuevo en Hear Me Lord, espectacular y emotivo cierre del segundo de los elepés.
Consciente de su naturaleza diferente, pero no queriendo echarlas a perder, George Harrison incluyó las cuatro jams instrumentales (y la breve y cachonda celebración del trigésimo cumpleaños de John Lennon, It's Johnny's Birthday) en un tercer plástico llamado Apple Jam. Siendo piezas muy disfrutables, Out Of The Blue, Plug Me In, I Remember Jeep y Thanks For The Pepperoni pueden ser tomadas como un regalo totalmente ajeno al resto o como un mayor ensanchamiento (bluesy, rocanrolero y hasta progresivo) de la heterogeneidad de All Things Must Pass. Sea una cosa u otra, en nada afecta a nuestro veredicto, pues siempre hablaremos de una obra maestra e inmortal del injustamente considerado tercero en discordia: George Harrison.