lunes, 31 de julio de 2023

All Things Must Pass

Junto con el Ram de Paul McCartney y el John Lennon/Plastic Ono Band de John Lennon, el All Thing Must Pass de George Harrison y 1970 me parece el mejor disco parido por un beatle fuera de la banda madre. Las conocidas circunstancias de su larga grabación y producción, el enorme número de músicos que se paseó por sus sesiones (en compañía de Harrison tocaron Eric Clapton, Ringo Starr, Billy Preston, Bobby Keys o David Mason entre otros) y la presentación final en un triple elepé que incluía una serie de jams improvisada mientras se daba forma a los dieciocho cortes de los dos primeros plásticos, Apple Jam, nos plantan ante un trabajo mastodóntico  y exuberante. Todo el talento parcialmente desperdiciado y abotargado por la preponderancia compositora de Lennon y McCartney en el cuarteto de Liverpool explota en un álbum multiforme que es puro talento y belleza.

I'd Have You Anytime abre relajadamente la función, folk rock etéreo y delicado que Harrison escribe a medias con Bob Dylan. My Sweet Lord añade carácter góspel y pop al folk que le ha precedido y es una de las canciones más conocidas de su autor. Volantazo en toda regla, el de Wah-Wah nos conduce pletórico —guitarras, vientos, teclados, percusiones, bajo y batería— por las autopistas del sonido spectoriano, no en vano coproduce quien coproduce. La primera de las versiones de Isn't It a Pity, tema que Harrison había compuesto en 1966 y que los Beatles no hicieron propio, es una extensa y magnífica balada orquestada que también huele a Spector y que evidentemente recuerda a Hey Jude. What Is Life es un subidón de adrenalina, un chute de energía y felicidad que casa pop, rock, soul y funk y atrapa entre sus notas incluso al oyente más renuente. La maravillosa If Not For You de Bob Dylan, que asimismo formará parte de su espléndido New Morning, es aquí interpretada sin mácula por George Harrrison. Es precisamente a Dylan a quien Harrison dedica Behind That Locked Door, que sigue la estela country de su antecesora. También hubiera querido Harrison que Let It Down formara parte de la discografía beatle, pero por fortuna recuperó su poderosa musicalidad para All Things Must Pass. Run Of The Mill completa el primer disco basculando entre el soul y el pop y explicitando, como es sabido, el contacto de Harrison con The Band.

El segundo redondo lo encabeza Beware Of Darkness, balada en la línea cualitativa de Isn't It a Pity. Apple Scruffs se pasa al folk con un Harrison ejerciendo de factótum (guitarras, armónica, voz y coros son suyos), excepto por la percusión de Mal Evans, en una preciosa composición. Ballad Of Sir Frankie Crisp (Let It Roll) desarrolla su folk rock ligeramente psicodélico recordando al dueño de la casa que Harrison acababa de comprar en Henley-on-Thames. El góspel, cruzado con el rock, vuelve a llamar a la puerta en Awaiting On You antes de que el tema que da nombre al trabajo retome el folk rock de envolvente sonido y nos hable de lo efímero de nuestra existencia acercándose una vez más a The Band. I Dig Love tiene una estructura peculiar que parte del blues y cuenta con las baterías de Starr y Jim Gordon. Art Of Dying anticipa la música disco sin dejar de remitir al funk hendrixiano en una canción muy potente y pegadiza. La segunda versión de Isn't It A Pity renuncia a la orquestación y recorta su duración en dos minutos y medio, dando con un tono más intimista aunque igualmente válido. La temática religiosa y el góspel aparecen de nuevo en Hear Me Lord, espectacular y emotivo cierre del segundo de los elepés.

Consciente de su naturaleza diferente, pero no queriendo echarlas a perder, George Harrison incluyó las cuatro jams instrumentales (y la breve y cachonda celebración del trigésimo cumpleaños de John Lennon, It's Johnny's Birthday) en un tercer plástico llamado Apple Jam. Siendo piezas muy disfrutables, Out Of The Blue, Plug Me In, I Remember Jeep y Thanks For The Pepperoni pueden ser tomadas como un regalo totalmente ajeno al resto o como un mayor ensanchamiento (bluesy, rocanrolero y hasta progresivo) de la heterogeneidad de All Things Must Pass. Sea una cosa u otra, en nada afecta a nuestro veredicto, pues siempre hablaremos de una obra maestra e inmortal del injustamente considerado tercero en discordia: George Harrison.


 

jueves, 27 de julio de 2023

El viento

De la época del confinamiento —palabra que desde 2020 ha quedado unida al coronavirus sin remisión— vienen estas canciones de Galavera, proyecto paralelo de Raúl Tamarit, líder de Los Radiadores, y Vanessa Juan. La voz y las maneras compositoras de Tamarit (autor de todos los cortes) hace que escuchando El viento (2023) surjan concomitancias con los autores de Los perros ladraron, pero el chelo, el piano y los coros de Juan, los arreglos, las guitarras y la producción de David Garzinsky, los matices que aportan los músicos participantes y la propia naturaleza country & western de buena parte del material (no es caprichosa la portada de Balbina Benito) son razones de sobra para que hablemos de un dúo bastante particular.

El viento nos trajo hasta aquí da el pistoletazo de salida de forma festiva y feliz que mentalmente nos sitúa en medio de alguna celebración en una película del oeste con Johnny Cash asomando. Mutando hacia el pop, como lo pueden hacer en sus discos Los Lobos, El pueblo habló llega cargada de melodía antes que Delante de mí recobre el tono country e incluso de ranchera. Los cinco minutos de la emotiva Ese día salió al sol se pasan al (power) pop épico en la pieza más extensa del epé, cita incluida del Caramelo de limón de Vainica Doble. Todo tan claro, además de culminar el trabajo de modo crepuscular, hace que la comentada naturaleza country & western se imponga sobre los sonidos pop, si bien las cinco canciones de El viento soplen sonrientes en la misma dirección: la de la calidad y la elegancia. Esperemos que el próximo plástico del dúo valenciano sea largo y no tarde tanto en llegar.

lunes, 24 de julio de 2023

The Songs All Sound The Same

Recopilación de singles y caras bes publicada en 1992 (igual que su primer disco, The Smoke Of Hell) y aumentada en tres cortes en 2001, The Songs All Sound The Same muestra claramente la apuesta estilística por la que, desde un primer momento, se decantaron los Supersuckers. High energy, hard y punk rock alimentan una fórmula hecha de decibelios y rock and roll directo a la yugular que alcanzará su máxima expresión, su plasmación definitiva mediante The Evil Powers Of Rock 'N' Roll, si bien dar con un trabajo malo de los de Tucson es como encontrar virtud alguna en Alberto Núñez Feijóo. Aunque la versión del Burnin' Up de Madonna pueda despistar al que ande verde en la materia o tenga poco sentido del humor, las otras cuatro que acompañan al material de Eddie Spaghetti y compañía despejarán cualquier duda sobre la categorización taxonómica arriba expuesta. En efecto, Sex & Outrage (Motörhead), What Love Is (Dead Boys), Second Cousin (Flamin Groovies) y un Razzmanazz (Nazareth) escrito así y alargado hasta el infinito minimalista explicitan las potentes influencias de un grupo que en The Songs All Sound The Same acababa de empezar pero que ya tenía decidido su destino de distorsión, inmediatez y salvajismo.

jueves, 20 de julio de 2023

Let It Be

Sí. Let It Be (1970) fue el último disco de los Beatles en ser publicado sin ser el último en ser grabado, lo produjo Phil Spector, fue objeto de una versión más austera en 2003 (Let It Be… Naked), pues Paul McCartney no había quedado satisfecho con dicha producción, y no está a la altura de Rubber Soul, Revolver o Abbey Road. ¿Y? Un elepé con baladas como Let It Be o The Long And Winding Road o rocanroles perfectos y mágicos como Get Back no puede ser sino imprescindible. ¿Cuántos grupos nacidos a la sombra de los de Liverpool matarían por un álbum así? O mejor: ¿cuántos de esos grupos serían capaces de registrar un álbum así?

Two Of Us arranca la función con un corte folk de McCartney, función que Dig A Pony endurece con un medio tiempo en clave blues rock escrito por John Lennon, borrador de la soberbia I Want You (She's So Heavy) y en el que escuchamos por primera vez las teclas de un Billy Preston muy presente en el trabajo. También de Lennon, el folk psicodélico y orquestado de Across The Universe muestra la enorme variedad de registros que tenían los Beatles. La primera composición de George Harrison cabalga entre el folk orquestado y el blues rock, un I Me Mine al que sigue esa miniatura circense y dylaniana (Dig It) que sirve de prólogo a Let It Be. Monumento musical conocido por toda la humanidad y patrimonio de la misma, el tema de McCartney jamás ha dejado de emocionarme en su solemnidad pop. Maggie May es otra miniatura, en este caso de origen tradicional. I've Got A Feeling aúna dos canciones en una, blues rock de Lennon y McCartney al que se yuxtapone el rock and roll lennoniano One After 909. Si bien Paul McCartney no la aprobaba, la versión de The Long And Winding Road que escuchamos, con los coros y arreglos orquestales, a mí me parece maravillosa.

Dos temas muy diferentes completan Let It Be. Entre el R&B y el bluegrass, For You Blue es el segundo de Harrison, previo a ese inmortal rock and roll de McCartney llamado Get Back. "Vuelve a donde una vez perteneciste", clama el beatle mirando a un pasado que ya no volverá pero que siempre estará ahí. Los solos de la guitarra de Lennon y el piano eléctrico de Preston subliman el material escrito y nos llevan al final de una canción, un disco, un grupo y toda una manera de hacer y entender las cosas. Los más influyentes y polivalentes: los Beatles.



lunes, 17 de julio de 2023

John, I'm Only Dancing

Si bien David Bowie volvió sobre la canción alguna vez más porque la primera versión no le satisfacía, este tema de 1972 y la época de Ziggy Stardust yo lo encuentro realmente sabroso ya en su lectura primigenia. Glam rock andrógino y matices folk que trae la guitarra acústica de Bowie, John, I'm Only Dancing es una buena composición en la que brilla sobre el resto —cuando asoma— la guitarra solista de Mick Ronson. La cara B del single es ocupada, precisamente, por un corte de Ziggy Stardust, un Hang On To Yourself que por un lado mira al pasado rockabilly y por otro anuncia el futuro punk, tal era la autoridad artística del autor de Hunky Dory en aquellos momentos. Pasado y futuro que nos contemplan (casi) siempre que hablamos del genio londinense.

jueves, 13 de julio de 2023

Snake Bite Love

Por debajo de excelentes trabajos previos como Sacrifice y Overnight Sensation, Snake Bite Love (1998) fue un álbum bastante ninguneado por ciertos fans de Motörhead que yo no considero tan malo. De hecho la canción que lo abre, también en la banda sonora de La novia de Chucky (en la que los de Lemmy comparten terror y acero con Monster Magnet, Judas Priest o Slayer), es una pieza colosal que muestra al trío roqueando (y noqueando) con absoluta precisión. Tras Love For Sale, Dogs Of War, más oscura y metálica, y la veloz Snake Bite Love rebajan el nivel sin perder la decencia. Assasin recuerda al tema que encabezaba el homónimo y mencionado Sacrifice, medio tiempo de mucha agresividad al que sigue la hardcoriana Take The Blame, historia en la obra de Motörhead por añadir un órgano a la fórmula guitarra-bajo-batería. Dead And Gone es una power ballad que no pasa del aprobado, si bien Night Side eleva las prestaciones a pesar de que Mikkey Dee me pegaría por defender una tema que el gran baterista considera un engendro. No fallan jamás los autores de Inferno cuando se entregan al rock and roll seminal, que es lo que expone Don't Lie To Me en clave high energy británica. Joy Of Labour es quizá el momento más insípido del plástico, con algún pasaje instrumental realmente flojo y la banda descentrada. Desperate For You y Better Off Dead pisan el acelerador para despedir Snake Bite Love con mayor categoría pero lejos de la mejor versión del grupo. Un disco irregular, sí, al que sin embargo aquí aprobamos, pues somos incapaces de suspender (nos parecería injusto) uno solo de Motörhead.


 

lunes, 10 de julio de 2023

Can't Get Enough

Fue su primer single su mayor éxito, un Can't Get Enough (1974) que sigue sonando a dinamita FM, carne de rock and roll mainstream primorosamente elaborado por Bad Company, esa aleación de miembros de Free, Mott The Hoople y King Crimson. Hard rock de sustrato blues, el de Paul Rodgers, Simon Kirke, Mick Ralphs y Boz Burrell se sustenta en la falocracia a la sazón dominante mediante una letra ridícula que es disimulada y sublimada por una música perfecta en cuanto a estructura e interpretación. La cara B la ocupa Little Miss Fortune, medio tiempo de color funk y ecos góspel que suena realmente bien. Si ambas canciones son defendibles en su conjunto, no está de más destacar la voz de Rodgers, pues su rango es incuestionable y de ella depende buena parte de la personalidad del cuarteto. Y un himno como Can't Get Enough, por muy sobado que esté, no se puede entender, o no tendría sentido, sin él.

lunes, 3 de julio de 2023

Curtis

La creación de un nuevo soul de carácter progresivo que marcará radicalmente a la música popular (afroamericana y no) tiene sus pilares incontestables en el What's Going On de Marvin Gaye y, publicado meses antes y en 1970, el debut de Curtis Mayfield. Al igual que la obra maestra de Gaye, la denuncia política y el comentario social se mezclan en Curtis con la investigación artística, nuevos caminos en los que el soul recibe injertos de funk, psicodelia, pop orquestado y todas las ideas geniales que tenía Mayfield. 

La reivindicación antirracista y el baile no están reñidas en la inicial (Don't Worry) If There Is A Hell Below We're All Gonna Go, ataque de guitarra, bajo, batería, percusión, cuerdas y vientos. The Other Side Of Town rebaja el tempo en una pieza muy atmosférica que abre un arpa que no se va de The Makings Of You, balada de cuerdas prominentes para enamorar y, al igual que su antecesora, armonio eléctrico (o similar) que se deja sentir. Escuchar la cadencia lenta de We Are Darker Than Blue con sus arreglos de cuerda y viento para ver cómo a mitad de camino modifica su groove pasándose al mambo de regusto funk y, más adelante, vuelve a sus maneras iniciales —mediante unas notas de arpa que sirven de enlace— es caer rendido ante una categoría artística a la altura de, por ejemplo, la de Miles Davis o la de Frank Zappa.

La segunda cara del elepé es casi monopolizada por los cerca de nueve minutos de Move On Up, pues ninguno de los tres temas que le siguen y acompañan pasa de los cuatro. El avance y la lucha empujan letra y música (como dice en un momento dado la primera), música que progresa frenética dominada por vientos y percusión. Miss Black America es una ambrosía de soul pop orquestal que no por ser la canción más corta deja de brillar. La adrenalina y la potencia de Wild And Free las anuncian su título y se sirven de los elementos instrumentales que hemos venido comentado, si bien el arpa se significa más que en cualquier otro segmento del plástico. La deliciosa y tierna Give It Up habla de la fractura sentimental y deja un inevitable regusto amargo en el oyente, que se queda con él pues Curtis llega a su fin. Afecte esto de una manera u otra a la sensibilidad de cada uno, no lo hace a la belleza sagrada e incorruptible del primer disco de Curtis Mayfield tras abandonar los Impressions. El futuro ya estaba escrito en él, y con eso concluimos.