jueves, 19 de junio de 2025

Velvet Serenade

"Los tres construyeron lo que les había pedido, no un concierto homenaje hecho de versiones más o menos fieles, sino algo nuevo." Los tres son Pascal Comelade, Lee Ranaldo y Ramon Prats, reunidos a finales de abril de 2022 en la localidad catalana de Banyoles con motivo de la presentación de Linger On, el espléndido libro en el que Ignacio Julià agrupaba sus entrevistas con todos los músicos que pasaron por la Velvet Underground. Las teclas de un europeo que vendría a ser John Cale; la guitarra y la voz de un neoyorquino que pasaría por Lou Reed; la batería de un catalán al que adjudicar, aun hombre y del viejo continente, el papel de Moe Tucker: tres músicos que admiran al esencial grupo pero que desarrollan las lecturas de sus canciones ajenos al mimetismo reverencial. Tal y como quería el fundador de Ruta 66.

Velvet Serenade (2023) recoge, curiosamente, los ensayos y no el concierto en el auditorio bañolense, pero no por eso es menos gozoso. All Tomorrow Parties, What Goes On, I'm Waiting For My Man (primera cara si es la versión en vinilo que yo tengo), Lou's Blues (único tema no escrito por Reed ni grabado o interpretado por la Velvet, pues lo compone Ranaldo), Ocean y Femme Fatale (segunda mitad del elepé) se yuxtaponen sin solución de continuidad para lograr una unidad de improvisación que, sin dejar de exponer los motivos melódicos de cada canción, se revela novedad sonora nacida de la suma de los tres protagonistas. Rock y vanguardia que —antes de la propia escucha— delatan sus nombres, el de la banda de Ranaldo (Sonic Youth) y el del grupo reinventado, no por ello es menos sorprendente y admirable que tres artistas que se acaban de conocer, que nunca han tocado juntos, logren un resultado tan hermoso y coherente.

La warholiana portada de El Ciento, hecha con imágenes del mediometraje de 1977 dirigido por Julià Nomad, envuelve con de manera inmejorable un álbum que tendrá además su película correspondiente, Velvet Suite, dirigida por Manuel Huerga. Una forma diferente de acercarse a un mismo hecho creativo en el que se reivindica el legado de los autores de The Velvet Underground & Nico —por supuesto— pero asimismo el de Ignació Julià, figura fundamental del periodismo español.

lunes, 16 de junio de 2025

Death Magnetic

El tópico "vuelta a las raíces" —utilizado sin ton ni son en miles de ocasiones— parece cabal aplicado al Death Magnetic (2008) de Metallica. Sin entrar a valorar el discutible periodo de Bob Rock, es evidente que con Rick Rubin a los controles en lugar de Rock el grupo estadounidense retoma sonido y maneras similares a los de su primera época, la encuadrada en la década de 1980 y coronada por el colosal …And Justice For All. Sin llegar al nivel de éste, Ride The Lightning o Master Of Puppets —algo que habría resultado difícil—, James Hetfield, Kirk Hammett, Lars Ulrich y Robert Trujillo (en su primer disco como bajista del cuarteto) ponen en pie desde la inicial That Was Just Your Life el agresivo y poderoso cruce de heavy y trash metal, asumiendo características de ambos subgéneros, que dio lugar a su etapa dorada. Es innegable de todos modos, conforme avanza el álbum y escuchamos temas como The Day That Never Comes o The Unforgiven III, que la banda no es la misma y que la música más comercial o melódica practicada en los noventa ha quedado parcialmente incrustada en su ADN. Sin embargo, cañonazos espasmódicos como All Nightmare Long y My Apocalypse o no tan excesivos pero tremendos como The End Of The Line y The Judas Kiss sacan la bestia ochentera a la luz y nos hacen recuperar la fe en un grupo, Metallica, que cuando lo hace bien, y en lo suyo, apenas tiene rivales. Para lo que no estaba uno preparado, eso sí, era para el extraordinario Lulu que llegaría tres años después en compañía de Lou Reed. Aunque ésa sea otra historia de la que aquí ya hayamos hablado.



jueves, 12 de junio de 2025

Know Your Product

Incorporados definitivamente a Eternally Yours cuando el segundo elepé de los Saints es publicado, los dos cortes de este espléndido single ya eran conocidos desde principios de 1978. El tema que le da título, Know Your Product, es una joya punk de adornos soul hechos de metal, sección de vientos que no resta fiereza a la canción pero sí un colorido inesperado en el subgénero que, más allá de la sorpresa, funciona a las mil maravillas. La cara B o segunda mitad, Run Down, sigue un método similar, añadiendo una armónica que Iain Ward cuela sin problemas en la inmediatez rocker y agresiva del entorno. Armónica aquí, vientos allá: matices que ensanchan dos composiciones estupendas y que —juntas— dan forma y vida a un sencillo imprescindible.

lunes, 9 de junio de 2025

Heatseeker

Encabezando Blow Up Your Video (1988), un "disco en que AC/DC empezaba a caer en una cosa medio de empresa, de McDonalds rockero", en acertadísimas palabras de nuestro amigo Mariano del blog Beefheart Smiles, Heatseeker se eleva sobre el elepé como explosivo sencillo que, sin estar la altura de pretéritos himnos hechos de adrenalina y electricidad (Let There Be Rock, Riff Raff, Shot Down In Flames, Shoot To Thrill…), nos lleva a elevar el puño, coger la guitarra imaginaria y celebrar que el grupo australiano todavía podía componer canciones dignas de un leyenda labrada entre 1975 y 1980. La cara B del single, extraída del mismo elepé, carece del brío y distinción de su compañera, una Go Zone que rezuma vulgaridad, hard rock con el sello de sus autores pero llevado a unos terrenos de pachanga y dejadez que, por desgracia, visita asimismo buena parte del álbum. Sirve al menos para destacar Heatseeker, que por sí sola se encarga de defender esta galleta mitad dulce, mitad amarga.



jueves, 5 de junio de 2025

Blues In My Heart

Al parecer grabado a finales de 1961 y publicado a principios de 1963 (si bien es más común situarlo en 1962), Blues In My Heart es uno de los últimos elepés del gran B. B. King bajo el paraguas de Crown Records. Inferior a otros trabajos para el sello como King Of The Blues o My Kind Of Blues, los diez cortes del plástico dan con un King solvente aunque demasiado uniforme. Compuesta con bastante probabilidad por Plas Johnson (saxo tenor), Maxwell Davis (teclados), Ralph Hamilton (contrabajo), Jesse Sailes (batería) y Lloyd Glenn (piano), King y su banda ejecutan una serie de blues similares (incluso más en la interpretación que en la composición) en la que brillan por encima de todo la voz y la guitarra del líder de la formación, modus operandi habitual en la música de nuestro hombre pero cuya mención aquí resulta especialmente pertinente. ¿Que no destaco o comento ningún título? Cuando escuchen el álbum verán que no es por capricho o vagancia y que no he utilizado el vocablo "similares" al azar. Son, pues, las notas solistas y los arranques vocales de B. B. King los que dan la personalidad definitiva al disco, un Blues In My Heart menor que, sin embargo, los amantes del blues disfrutamos sin dificultad. Ya lo decían los Rolling Stones, es solo rock and roll (digo… blues) pero nos gusta.

lunes, 2 de junio de 2025

The Dock Of The Bay

Posiblemente exagere, pero (Sittin' On) The Dock Of The Bay me trae a la cabeza el arte mayor de la pintura de Velázquez, la literatura de Marcel Proust o el cine de Yasujiro Ozu. Grabación extraordinaria en su sencillez, poseedora de un aliento sagrado (que quizá mediatice o estimule la inmediata muerte de su autor tras registrarla, no vamos a negarlo), la perfección formal de sus dos minutos y medio, su nostálgica quietud y la mirada poética de Otis Redding hacen de la canción que abre The Dock Of The Bay, publicado en 1968 dos meses y medio después de la trágica desaparición del joven cantante y rey del soul, cima de su música y posible cambio de rumbo en la misma que, obviamente, no pudo llegar a materializarse.

No significa que el resto del álbum sea desdeñable, pues es magnífico, pero su excelencia no discute la magia lírica e irrepetible del primero de los cortes. Temas de 1966 y 67 (excepto el Ole Man Truble de 1965 y Otis Blue que repite aquí y cierra el disco), originales y versiones, todos ellos llevan el sello del sonido Stax alineado con la voz única de Redding. Las teclas de Booker T. Jones y Isaac Hayes, la guitarra de Steve Cropper, el bajo de Duck Dunn, la batería de Al Jackson Jr. y los jugosos e indispensables metales convierten las composiciones en ese material sonoro inconfundible en el que las baladas (I Love You More Than Words Can Say, The Glory Of Love, Nobody Knows You (When You're Down And Out), ya publicada en The Soul Album, y la mencionada Ole Man Trouble) tienen un peso sustancial (incluso podríamos añadir una quinta que no llega a serlo por completo, Open The Door). No faltan, sin embargo, piezas rítmicas en las que el soul y el funk y el soul y el R&B se funden, el fantástico dueto de Tramp con Carla Thomas The Huckle-Buck como ejemplos.

A pesar de su construcción un tanto ad hoc surgida del inesperado deceso de Otis Redding —construcción con espíritu de recopilatorio— y a pesar de la inalcanzable joya que lo encabeza —ejerciendo una presión nada sutil aunque tampoco agresiva—, The Dock Of The Bay es un trabajo indispensable y el primero de una serie de elepés póstumos que recordarán la inmarcesible figura de un artista que nos dejó demasiado pronto aun habiendo tenido tiempo para mostrar con creces su talento descomunal.



jueves, 29 de mayo de 2025

The Royal Cream. The Volcanics

Países exportadores de high energy rock and roll siempre fiable, se unen Suecia y Australia en este excelente split de edición limitada publicado en 2018 por el sello madrileño Ghost Highway Recordings. Proyecto de Kurt Dräkes de los Sewergrooves, The Royal Cream aporta un Nervous Wreck lleno de brío, imparable cadencia y un poder eléctrico que no renuncia a la melodía. En representación del hemisferio sur y una tradición allá liderada por Radio Birdman, los Volcanics ofrecen un adictivo, salvaje e inmediato Changes On My Mind que funciona igual de bien que la otra cara de este sencillo compartido y que, en lo suyo, resulta perfecto. Perfecto para saltar, perfecto para practicar air guitar y perfecto para mantener la —cada vez más underground— llama de la música del diablo.



lunes, 26 de mayo de 2025

She's The One

Sencillo de patria británica únicamente, éste de 1978 que encabeza She's The One y completa por la otra cara I Wanna Be Sedated viene a ilustrar —extrayendo y aislando ambos cortes de Road To Ruin, cuarto elepé de la banda— cómo, en el caso de los Ramones, la distorsión rocker no estaba enemistada con la melodía pop. Los Stooges y MC5 conviven con naturalidad con las Ronettes o los primeros Beach Boys en tan brillantes canciones, que aunque puedan ser descritas con la etiqueta de punk rock, igualmente lo pueden ser con las de punk pop o power pop. Digamos, pues, que es la marca Ramones, en última instancia y a pesar de la tautología, la que con más exactitud explica la naturaleza de las dos composiciones. Demasiada personalidad tenía el cuarteto neoyorquino como para que las referencias ajenas, incluso las influencias, sean suficientes para glosar su (inmortal) música.



jueves, 22 de mayo de 2025

Arabesque. Music From The Film Score Composed And Conducted By Henry Mancini

Muy inferior como película al modelo original del propio Stanley Donen (Charada), Arabesco cuenta asimismo con una banda sonora del gran Henry Mancini que no cuesta situar en el año de su producción (1966), aunque, y al mismo tiempo, sea genuina de su autor y tenga una variedad de elementos que invitan al disfrute repetido y fuerzan el análisis detallado.

El gusto por la conjugación de referencias cultas y populares, de música pop, jazz, orquestal y ritmos latinoamericano, la apertura de miras, la ausencia de prejuicios y su capacidad técnica y formal para aunar mundos en teoría reluctantes saltan a la vista con la invitación inicial a la aventura y a la intriga sofisticadas que es Arabesque. La sensualidad y el exotismo de We've Loved Before (Yasmin's Theme) es liderada por el trombón de Dick Nash antes de que Ascot apueste por la miniatura circense, desinhibida y risueña. Dream Street supone un vuelco estilístico radical al plantear Mancini una sobrecogedora y alucinógena pieza cercana a la música concreta que yo sitúo en lo más alto de esta partitura fílmica. Pop, bossa nova, lounge y música de cámara informan el romanticismo de Facade, mientras que Something For Sophia, la Loren que protagoniza el largometraje, practica un potente jazz orquestal.

La segunda cara del elepé se inicia con la versión cantada de We've Loved Before (Yasmin's Theme), algo inferior a la instrumental. Shower Of Paradise es equiparable a Facade, si bien no tan hermosa. Dividida en tres partes, The Zoo Chase retoma en la primera y la tercera el motivo de Arabesque, entre las que la Aquarium Scene entronca con Dream Street y su carácter vanguardista y fantasmagórico. Bagdad On Thames insiste en la vía ensoñadora de Facade —el nexo de la mandola de Bob Bain y la flauta de Ethmer Roten— para culminar la banda sonora de Arabesco y una segunda mitad que vive de la rentas de la primera sin ser despreciable o mala. Sea como fuere, y en su conjunto, un trabajo sin duda recomendable.



lunes, 19 de mayo de 2025

The Birth Of A Band!

Registrado en varias sesiones que van de febrero a junio de 1959, The Birth Of A Band! ventila en poco más de media hora y diez temas una espléndida muestra de jazz orquestal ajena a las tendencias vanguardistas de la época. Que nadie espere aquí bebop, hard bop, jazz modal o free jazz; que nadie se despiste por escuchar el Moanin' escrito por Bobby Timmons para los Jazz Messengers de Art Blakey tras el tema —única composición de Jones junto con A Change Of Pace, que coescribe— que abre homónimo y espectacular el elepé. Sean éstos, cualquiera de las tres piezas que aporta, además de su saxo tenor, Benny Golson, o temas de Sonny Stitt, Lester Young, William Gordon Reid y, a cuatro manos, el Tuxedo Junction que hiciera universal Glenn Miller y cierra la función, la banda que dirige Jones los convierte al modelo de big band y swing cuyos representantes son, o pueden ser, el del propio Miller, Count Basie, Benny Goodman o Duke Ellington. Y lo mejor de todo es que Quincy Jones y los intérpretes a quienes dirige están a la altura de influencias pretéritas, cosa que no es de extrañar si advertimos entre los muchos y diferentes músicos que se pasaron por el estudio neoyorquino para satisfacer las necesidades artísticas del líder las trompetas de Sweets Edison o Clark Terry, los trombones de Jimmy Cleveland o Urbie Green, los saxos del mencionado Benny Golson o Budd Johnson, las guitarras de Les Spann o Kenny Burrell o la batería de Sam Woodyard. Una nómina colosal (y los nombres que me dejo) que no deja resquicio alguno a la mediocridad y que resalta en su justa medida los arreglos de Jones y, puntuales, Nat Pierce, Al Cohn y la grandísima Melba Liston, que también luce su trombón y merece cerrar por tantos motivos este texto dedicado a The Birth Of A Band! No todo era Kind Of Blue, The Shape Of Jazz To Come o Mingus Ah Hum aquel año de la segunda mitad del siglo XX.