Los cuatro primeros versos de Blue nos introducen sin ambages en sus tres maravillosos minutos de tristeza, prólogo de guitarras acústicas en lo musical a las que se suman con la máxima elegancia bajo, piano y batería tras ser pronunciada la última palabra. Empezar un álbum de una manera tan refinada y perentoria eleva la exigencia a niveles difíciles de conquistar. Pero los Jayhawks de Tomorrow The Green Grass (1995) se comen el mundo al igual que se lo habían comido en su anterior Hollywood Town Hall. Mark Olson y Gary Louris entregan una colección de canciones impactante por su belleza y cuya ejecución no podía ser mejor: sus voces y guitarras, las teclas de Karen Grotberg (nueva en el convento), las cuatro cuerdas de Marc Perlman y la batería de Don Heffington (músico de estudio) bordan cada nota y cada ritmo. El pop, el country, el rock americano tradicional e incluso la electricidad cruda aprendida de Neil Young (que se lo digan a Miss Williams' Guitar, Real Light y Ten Little Kids) son servidos en trece raciones perfectas, una de las cuales es una lectura del Bad Time de Grand Funk, lo que muestra la apertura de miras del grupo. Mientras las melodías y las armonías nos enardecen, sorprendidos porque no haya ni un solo desliz o mácula, gozamos asimismo de los invitados a la grabación cuando su presencia es requerida: Benmont Tench y su órgano, Greg Leisz (escrito Leese en los créditos) y su pedal steel, Lili Haydn y su violín y viola, Tommy Rodgers y su violín, Victoria Williams y Sharleen Spiten y sus coros, y la guitarra del (magnífico) productor George Drakoulias. Y así llega el final. Entre Blue y Ten Little Kids hemos asistido a tres cuartos de hora de música soberbia, la emoción continua y sostenida de una gran obra maestra que significará la marcha de Mark Olson y una cima inalcanzable para la banda y para la mayoría de los elepés paridos en los años noventa. Ya les gustaría a Bruce Springsteen o John Mellencamp —seamos malos— haber hecho algo igual aquella década.
lunes, 30 de noviembre de 2020
Tomorrow The Green Grass
miércoles, 25 de noviembre de 2020
Everybody Knows (I Don't Like Love)
Que también sabían moverse en terrenos power pop lo habían demostrado los Hitmen con su primer y excelente single Didn't Tell The Man. No tan brillante pero notable y asimismo escrita por Chris Masuak, Everybody Knows (I Don't Like Love) es una composición de 1982 a emparentar con los Byrds vía Flamin Groovies. Es también Masuak el autor de la cara B, Dancin' Time, gozoso rock and roll adornado por sección de vientos que sirve perfectamente para hacer lo que dice su título y olvidar un rato la putridez estática de la realidad. Amemos y bailemos, pues, aunque no nos guste.
lunes, 23 de noviembre de 2020
Godzilla
jueves, 19 de noviembre de 2020
Reese And The Smooth Ones
En la misma línea que People In Sorrrow, registrado el mes anterior y publicado por Pathé, Reese And The Smooth Ones recoge una suite de cuarenta minutos cuyas dos partes responden a las limitaciones del formato físico (elepé) y no a otras consideraciones. Bajo la marca BYG en este caso, el disco será grabado el 12 de agosto de 1969 en París, fecha de la que también saldrá Message To Our Folks, pues no conocía límites la fecundidad, cual parturienta del Opus Dei o similar secta católica, del Art Ensemble Of Chicago mientras residía en París. Aunque no me emociona tanto como el citado People In Sorrow, Reese… convoca a las mismas fuerzas esotéricas adictas al free jazz para entregar una obra extrema en la que Malachi Favors, Lester Bowie, Joseph Jarman y Roscoe Mitchell juegan con múltiples instrumentos que van de los normales (los saxofones altos, soprano y bajo de Mitchell y la trompeta de Bowie, verbigracia) hasta los no tan habituales (percusiones varias, sirena o silbato, por ejemplo). Entre
la fanfarria estridente y los arranques rítmicos endemoniados y la
calma tensa de las disonancias quedas y los pequeños silencios, AEOC
huye de cualquier gancho melódico y se lanza a la pura improvisación,
dejando que la imaginación, la sensibilidad y la valentía del oyente
jueguen un papel igual de importante que el de los intérpretes. Me atrevería a decir —quizá— que este elepé es más tribal, más africano, aun siendo difícil acercarlo menos a las vanguardias atonales que influyeron (en especial del bebop en adelante) a los grandes del jazz que a la música popular traída por los esclavos negros a Estados Unidos. Arte denso, retorcido e intenso, nada sabe (ni sabrá) de concesiones y todo de creatividad el de la mítica institución de Chicago.
lunes, 16 de noviembre de 2020
Blue Öyster Cult
jueves, 12 de noviembre de 2020
Tulane, Have Mercy Judge
Tras un breve periodo de tres años en Mercury, Chuck Berry retorna a Chess Records en 1970 con un single cuyas dos piezas abrirán meses después el álbum Back Home, título que celebra sin ambages la vuelta a su sello de toda la vida. Tulane aglutina rock and roll y rhythm and blues en una buena composición, mientras que Have Mercy se cuece al fuego lento del blues que tan bien cocina Berry. Si su voz y su guitarra, el piano de Lafayette Leake y el bajo de Phil Upchurch cumplen con la clase que se les supone, el protagonismo se lo lleva la armónica de Bob Baldon, mérito enorme al ser cotejada inevitablemente con los tres maestros que rodean a su propietario. Dos brillantes canciones del hombre clave en la gestación de la música del diablo, aunque su labor esencial ya estuviera hecha a la sazón.
lunes, 9 de noviembre de 2020
Rainbow Bridge
Presentado como la banda sonora de una película inexistente, Rainbow Bridge (1971) es el segundo elepé de Jimi Hendrix publicado tras su muerte y parte de un legado enorme que ha venido ampliándose periódicamente hasta nuestros días. Al igual que el anterior (The Cry Of Love) y el posterior (War Heroes), el disco rescata, entre otros materiales, temas que Hendrix grababa antes de su muerte con la vista puesta en un doble álbum parecido (las reconstrucciones póstumas siempre serán discutibles e inexactas) al que en 1997 verá la luz bajo el nombre de First Rays Of The New Rising Sun.
Los cuatro primeros cortes vienen de sesiones que van de finales de 1969 al verano de 1970. Hendrix a la guitarra, Billy Cox al bajo y Mitch Mitchell a la batería forman el trío que practica el funk psicodélico y espacial de Dolly Dagger, Earth Blues (con las Ronettes a los coros) y Pali Gap, muy interesante y logrado pero inferior al de la Jimi Hendrix Experience a pesar de seguir mostrando la increíble imaginación del zurdo de oro al pulsar su instrumento. Encargándose Buddy Miles de las baquetas, Room Full Of Mirrors ahonda en la psicodelia, aunque más lo va a hacer Hendrix solo y multiplicando pistas en su mítica lectura del himno estadounidense, The Star Spangled Banner, registrada en marzo de 1969.
Ya en la segunda cara del plástico, Look Over Yonder retrocede a octubre de 1968 para deleitarnos con un chute de adrenalina ejecutado por la Experience, es decir Hendrix, Mitchell y Noel Redding, sonando únicamente aquí el bajo de este último. Hendrix, Mitchell y Cox son capturados en vivo durante once minutos en la primavera de 1970 interpretando soberbia y salvajemente el Hear My Train A Comin'. Un mes después y en el estudio los mismos protagonistas se enfrentaban a Hey Baby, un espléndido medio tiempo que mostraba al guitarrista, cantante y compositor con muchas cosas todavía que decir, al igual que sus compañeros. Lástima que la muerte estuviera a la vuelta de la esquina, dispuesta a cercenar la carrera de un genio que sin llegar a cumplir los veintiocho dejó una música rompedora y sin igual.