En febrero de 1973, días después de la firma de los Acuerdos de Paz de París, por los cuales Estados Unidos se comprometía a abandonar Vietnam —un fracaso monumental para la maquinaria bélica norteamericana que no pudo con un pueblo heroico y sacrificado hasta el paroxismo—, se publicaba Raw Power. Si hasta ese momento se habían conocido decenas de canciones de los artistas más relevantes en las que se criticaba la invasión del país asiático, el encarnizamiento con que actuaba el ejército yanqui y otra serie de hechos (laterales o colaterales) relacionados con la guerra, el tercer disco de los Stooges era la Guerra del Vietnam llevada al rock and roll. No había juicios sobre el bien o el mal, sino el vitando latir que aquella confrontación armada había dejado en la sociedad americana, sí, pero, sobre todo, en los soldados que habían sido enviados al pandemónium en nombre de los intereses económicos camuflados de grandes ideales. Les suena, ¿no?
Obviamente, otras lecturas pueden ser tan o más acertadas, pero lo que es incontestable es la música que contiene Raw Power, una de las obras maestras más absolutas que ha conocido el rock. Milagrosamente, mantenía el estratosférico nivel de Fun House, el anterior álbum de los Stooges, aunque Ron Asheton quedase relegado a las cuatro cuerdas al ser sustituido por el también excelente, pero diferente, guitarrista James Williamson. La mítica imagen de Iggy Pop en la portada —animal distante, morboso y peligroso— presenta el sangrante y deletéreo ataque que inicia Search And Destroy —tema basado directamente en un artículo sobre la Guerra del Vietnam—, cuyo fuego destruye pero acendra al mismo tiempo. Gimme Danger es lo más cerca que jamás estuvieron los Stooges de una balada, aunque el resultado sea igual de amenazador y cortante, si no más, que Your Pretty Face Is Going To Hell, el salvaje y veloz tercer tema de la primera cara. Penetration, el último, nos invita a navegar por mundos alucinatorios y explícitamente sexuales, la hermosa pesadilla de un marine muerto de miedo en la selva, siguiendo con nuestra metáfora. La segunda mitad nos ofrece el "auténtico rock básico" del que habla Iggy Pop y pone título al elepé, Raw Power; una nueva deconstrucción del blues, I Need Somebody, operación que ya había dado una pieza maestra como Dirt en Fun House; el mejor riff salido de la punzante guitarra de Williamson, Shake Appeal; y el viaje final a la perdición y el escombro, Death Trip, la vuelta al hogar vencido y humillado, aunque la victoria habría significado la misma miseria, la misma repelencia. Cierto es que, como afirma Jaime Gonzalo, Iggy Pop cantaba "al sadomaso y el sexo torturado, a la dominación y la sumisión, a la heroína, a la paranoia", pero el trauma y el horror bélicos se pueden medir según parámetros similares. Frente al buen rollo hippie, el "corazón lleno de napalm" de los Stooges atacaba al oyente negando cualquier utopía, sustituyendo las pancartas de protesta por la descripción inmisericorde de una realidad lacerante, cruda como el poder del título.
La miasma que desprenden la producción de Pop y la polémica mezcla final de David Bowie —en la que la base rítmica de los hermanos Asheton parece una fantasmagoría bajo los feroces punteos de Williamson y los alaridos de Pop— termina por completar un cuadro bellísmo hecho a base de elementos deprimentes y agresivos. La remezcla de Iggy Pop dada a conocer en 1997 —a pesar de haber sido duramente criticado por Williamson y Ron Asheton— mejora el sonido original, pero pierde parte de su cualidad arcana sin dejar de ser —tampoco perdamos el norte— el de un álbum esencial. Sea de esto lo que fuere, con Raw Power en las tiendas, el punk, claro, estaba servido, aunque ninguno de los mejores discos que surgirá del movimiento —entre otras cosas porque el grupo de Detroit jamás hubiera formado parte de movimiento alguno que no fuera uno bautizado con su nombre— resultará tan inquietante y original como el trabajo de unos Stooges que, para aquel entonces, ya habían dado la partida por finalizada.
Gran entrada Gonzalo, frío y afilado este disco es una dosis de sonidos descarnados a mayor gloria del rock.
ResponderEliminarFantásticas descripciones. Gran formación.
Saludos.
Una entrada obra maestra para un puta obra maestra, en frasquito lo has dicho todo, este discazo es todavía peeeeligroso!Un abrazo kamarada!
ResponderEliminarUn disco de esos revitalizan cuerpo y mente:)
ResponderEliminarDiscazo que no deja indiferente a nadie, imprescindible aunque no te guste el rock.
ResponderEliminar¡Bien contado!
No sólo pienso que es tu mejor post, es que creo que es imposible superar una reseña del Raw Power como esta. Este disco es la Guerra de Vietnam, pedazo de metáfora más acertada. Ay si llego a leerlo antes de la gira homenaje este último verano, todavía habría flipado más. Me han encantado esas posicionadas coletillas que se quedan ahí danzando, jejeje. Este texto está lleno de napalm, y eso ya sabes cuánto me agrada. Ahí queda.
ResponderEliminarDios mio, no siento las piernas Don Gonzalo.
ResponderEliminarSólo te digo una cosa, hace año y pico, casi dos le vi tocar este disco entero en La Riviera y se me caía la picha a cachos, así que con eso te lo digo todo.
Un abrazo.
Excelente reseña, alguna vez quise reseñar el disco y no supe como, pero siempre hay alguien que nos señala el camino, no hay nada que agregar, está todo.
ResponderEliminarYa me habias mencionado lo de las remezclas del disco, aunque yo no se cual sea la que haya oido, supongo que la original es mejor por que en ella se nota mas la escencia, un disco abuelo del Punk sin duda alguna y tu reseña buenisima
ResponderEliminarsaludos!
Gracias, Addison. "Frío y afilado", así es.
ResponderEliminarGracias, Joserra. Peligro sin concesiones.
Sí, Víctor Hugo, te limpia.
Por supuesto, Sergio, si alguien queda indiferente es que está muerto.
Gracias también a ti, Johnny. Bueno, uno hace las cosas lo mejor posible, en este caso lo de la metáfora lo venía vislumbrando hacía tiempo.
También estuve yo allí, Savoy. Fue un concierto digno, aunque el tiempo no perdona.
Gracias, Ariel. Siempre hay discos que, por una u otra razón, se resisten. A mí me ha pasado con alguno de Alice Cooper, por ejemplo, no encontraba el enfoque y tuve que dejarlo. Esperemos que se haga la luz algún día.
Gracias, Miguel. Aparte de la mezcla original y la remezcla de Bowie, hay una tercera masterización para cedé que es la primera que vio la luz en el formato posavasos. Dicen que es muy mala, pero yo no la he escuchado.
No quiero despedirme sin recomendar el esencial libro de Jaime Gonzalo "The Stooges. Combustión espontánea" para quien esté interesado en conocer a fondo al grupo de Detroit.
Saludos a todos.
Recuerdo una vez, al poco de comprármelo, que lo estaba escuchando en mi habitación y entró mi hermano a preguntarme si "le pasaba algo al disco porque sonaba raro"...y eso que era la reedición en CD.
ResponderEliminarLa analogía con Vietnam me ha "matado".
Un saludo
Un clásico que sigue sonando con mucha fuerza casi cuarenta años después.
ResponderEliminarSucio, peligroso, destroyer, mala hostia...ingredientes imprescindibles que dieron nacimiento al punk, ¡casi nada!
Saludos
No es un disco que suela agradar mucho a la familia, Agente. Le podemos poner un día a tu hermano el vinilo original para que salga coriendo, ja ja ja.
ResponderEliminarCon más fuerza que cualquier disco punk, Rockland.
Saludos.
Genial disección, me inhibo de añadir nada a riesgo de hacer el ridiculo!
ResponderEliminarRock On!
Gracias, Tyla; muy difícil que tú hagas el rídículo.
ResponderEliminarSaludos, amigo.