martes, 27 de noviembre de 2012
La vida mata
Ensucia, hastía, asusta, duele, a veces divierte, pero sobre todo, mata. Y por si alguien se quiere hacer el loco, ahí está Quevedo para recordarle que no vale mirar para otro lado, pues "lo que llamáis morir es acabar de morir, y lo que llamáis nacer es empezar a morir, y lo que llamáis vivir es morir viviendo". Por fortuna, una verdad tan obvia y tremenda no solo sirve para meternos el miedo en el cuerpo, sino que también pone título al tercer disco, y obra maestra, de uno de los grupos más esenciales que ha dado el rock en España: Los Enemigos.
Si con Ferpectamente y (en mayor medida) Un tío cabal habían plantado las bases de un rock de pedigrí castizo, es en La vida mata (1990) donde su fórmula alcanza la perfección. Gracias a una destreza instrumental ya notable —que con los años seguirá creciendo para mostrarse en unos directos antológicos—, Fino Oyonarte, Chema "Animal" Pérez y Josele Santiago —enriquecidos puntualmente por el piano o los teclados de A. Muñoz, la guitarra de quien devendrá cuarto enemigo, Manolo Benítez, y los metales de M. Morales— arreglan y se entregan pujantes a la mejor colección de canciones compuesta jamás por el cantante y guitarrista de la banda. La inconfundible voz de Santiago nos cuenta con sus habituales surrealismo y sentido del humor, aquí más macabro si cabe, historias relacionadas con el fin y el más allá, entre las que destacan, tanto por lo lírico como por lo musical, Desde el jergón y Septiembre, que, yuxtapuestas en el álbum, conforman un díptico imbatible dentro de un conjunto excelente.
La edición del elepé de vinilo contaba con diez temas, tres menos —cosas de una época en la que el posavasos se expandía— que la presentada en CD. Una versión relajada de Yo, el rey; un acercamiento al jazz, Nadie me quiere; y un buen tema coescrito por Josele y Corcobado, Paquito, era lo que añadía el formato digital, sin arruinar, pero tampoco sin mejorar cualitativamente, el resultado asegurado por la decena analógica: el que veintidós años después de su publicación se erige como clásico indubitado de la música popular española. La vida mata, por muy fuerte que suene.
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Confirmo, el disco donde la fórmula de Los Enemigos alcanzó la perfección. Mi preferido de esta banda y uno de los mejores a mi gusto del rock patrio. No podría calcular la infinidad de veces que lo habré escuchado, incluso en los últimos tiempos es fiel acompañante en mis rutas en bici. Un disco que apuesto no le hará mucha gracia a más de un fraile o a altos magnates de instituciones decadentes. Abrazos.
ResponderEliminarGonzalo, uno de mis discos de rock hechos en este pais favoritos de todos los tiempos. Basico para mi.
ResponderEliminarMi favorita es Yo, el rey. Pero Desde el jergón o Septiembre son la releche.
Muy grandes. Siempre.
"Septiembre", "Desde el jergón"...CANCIONES, así con mayúsculas para uno de los mejores discos patrios. Pocos saben escribir rock en español como Josele.
ResponderEliminarTremendísimo disco....
ResponderEliminarEstamos totalmente de acuerdo, amigo Johnny. No, ni a los frailes ni a los mangantes, perdón, magnates que mencionas.
ResponderEliminarLa versión de "Yo, el rey" es muy chula, Mansion. Me encanta también la original de "Un tío cabal" y en directo con Rosendo, en "Obras escocidas".
Pocos o nadie, Agente. CANCIONES.
Tremendo, sí, Eduardo.
Un abrazo a todos.
Buahhh, Gonzalo, qué puedo decir de uno de los discos favoritos de mi vida. Lo tengo rayado, y te voy a contar una curiosidad... o anécdota: La primera vez que me lo pasaron en vinilo, un amigo me pidió que se lo grabara junto con La cuenta atrás, la verdad es que a la vez que grababa a cinta los oía, pero no me emocionaron.
ResponderEliminarLuego caí rendido. Me suele pasar con los discos que más oigo (no con todos), caí a la segunda escucha.
Por aquella época, con ese amigo precisamente, nos gustaba cantar y bailar "El fraile y yo", "Desde el jergón", "Septiembre" o "Firmarás"... en un garito ya extinto de Malasaña... qué tiempos!!!
Un disco que empieza con un tema como El gran calambre final, es para adorarlo...
Vimos luz, oimos truenos... y se abrió el cielo azul y nos volvimos todos buenos...
ABRAZO!!!
Qué grande eres, Savoy, seguro que el viernes arrasas. Menudo comienzo el del "calambre", tienes toda la razón. Los Enemigos y Malasaña son sinónimos históricos. Recuerdo dirigir palabras de admiración a Josele a mediados de los noventa en La Vaca Austera y recibir su agradecimiento etílico. ¡Tiempos!
ResponderEliminarUn abrazo, camarada.