miércoles, 16 de enero de 2019

Fear Of A Black Planet


Lo de It Takes A Nation Of Millons To Hols Us Back parecía difícil de superar. Public Enemy había grabado una de las obras definitivas de la música norteamericana, digna de Miles Davis, Jimi Hendrix, Muddy Waters, Bob Dylan, la Velvet Underground, John Cage, Charles Ives o George Gershwin, coaligando creatividad, intensidad y denuncia de una manera extraordinaria. Pero la fuerza de su segundo elepé se iba a mantener intacta en el siguiente, cuyo título extendía el adagio amenazante de su predecesor: Fear Of A Blak Planet (1990), en realidad defensa ante el racismo de su entorno que ni destruyó Abraham Lincoln con sus medidas emancipatorias ni eliminó Rosah Parks con su gesto simple y elemental. El racista, como el xenófobo, es demagogo por naturaleza, desconoce la empatía y se desarrolla en cualquier hábitat.


El disco rebasa la hora y en él encontramos de nuevo el rap político convertido en vanguardia musical hecha de samples infinitos y sonidos pregrabados sobre los que Chuck D, Flavor Flav y compañía asaltan al sistema, situándose en un punto figurado en el que las líneas trazadas por Chuck Berry, Pierre Schaeffer, Malcolm X y Noam Chomsky se cruzaran. Cual Che Guevara de los micros y Ornette Coleman de las máquinas, Public Enemy ejecuta una partitura soberbia que Brothers Gonna Work It Out y 911 Ia A Joke enfilan contundentemente. La senda a recorrer queda así expedita para que se vaya construyendo un trabajo de coherencia plena sin un solo segundo de relleno.


Las tremendas Burn Hollywood Burn y Fight The Power (que en su versión para la película de Spike Lee Haz lo que debas era un poco más larga) cuentan con las voces de Ice Cube y Big Daddy Kane de invitadas, la primera, y con el saxo de Brandford Marsalis, la segunda; invitados que lo hacen de maravilla pero que no elevan la categoría sobresaliente (mentira: de matrícula de honor) de Fear Of A Black Planet. Apocalypse 91… The Enemy Strikes Black completará un año después una tetralogía impagable (no nos olvidamos de su debut Yo! Bum Rush The Show) que habla de sus autores como artistas del nivel más alto a los que la etiqueta hip-hop no sirve para describir con propiedad. No. Estamos ante un conglomerado sonoro que supera totalmente cualquier planteamiento reductor y cuyo resultado fijado en CD, casete o vinilo es extraordinariamente vivo y atractivo. Guste o no el rap, se vea simplista o no la crítica social de Public Enemy y se tenga o no Miedo a un planeta negro.

2 comentarios:

  1. Bueno, no soy nada rapero, es más, siempre lo he considerado un género muy menor, peor aun, impostado. Eso de utilizar samplers de otras grabaciones, de otros artistas, para crear tu propia música, me ha parecido no jugar demasiado limpio (aunque reconozco que esa misma técnica la emplean desde hace mucho los más importantes compositores de música electrónica, y aquí, en este estilo, si que me encuentro muy cómodo, me gusta). He oído hablar mucho de esta gente y de su importancia. No les he dado ninguna oportunidad e ignoro si me mantendré en este criterio tan excluyente.
    Abrazos,
    JdG

    ResponderEliminar
  2. ¡Es purita vanguardia, Javier! No puedo obligarte, pero te aseguro que Public Enemey son palabras mayores. Con lo de la música electrónica no vas nada desencaminado.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar